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Ahí estaba, nuevamente. Como cada primer día de clases, esperando a su mejor amigo.

Yuta era impuntual, siempre pasaba lo mismo. A él no le importaba la escuela, de no ser por Taeyong, que hacía de sus días más llevaderos dentro de la institución.

Cuando uno faltaba, el otro también lo haría así fuera por un motivo u otro. No soportaban los insultos y vacilaciones de Kwan, uno de sus compañeros de clase -que por cierto, había repetido unas cuantas veces-, y de sus amigos matados en todo -también repetidores-. El típico grupo de chicos con masculinidad frágil que le gustaba el fútbol y cortejar agresivamente a las chicas, del modo a casi acosarlas.

No era como si, Taeyong y Yuta no tuvieran su grupo de amigos, lo tenían, y eran muy buenos. Pero ninguno de ellos iba a saltar a defenderlos tanto como lo hacían mutuamente.

Tenían bastantes amigos, y eso a Taeyong le daba esperanza, ya que la antigua Corea, retrógrada, homofóbica y transfóbico había quedado atrás hace tiempo, más en los futuros adultos. Aunque claro, siempre habían algunas excepciones, como tal grupo nombrado anteriormente.

El coreano se veía a sí mismo, y su uniforme escolar de chico, el que hace un par de años pudo obtener después de una gran lucha de su madre y la escuela. Su progenitora tuvo que ponerse de rodillas y suplicar al director que le cambiasen el uniforme, porque Taeyong no se sentía cómodo con una falda, más sabiendo que era de esos chicos que odiaban las faldas, y obviamente odiaba usarlas. Aunque había cierto japonés con ojos grandes que le gustaba verlo con falda.

-¡Perdón! Me quedé dormido. —Yuta al fin había salido de su casa, con el uniforme desordenado.

Taeyong lo miró impasible, pero luego de un rato su cara arrugada había menguado. No podía resistirse a los innatos encantos de su mejor amigo.

-Siempre es lo mismo contigo. —Dijo un tanto decepcionado, mientras arreglaba el uniforme de Yuta.— No me sorprende que este año lleguemos nuevamente tarde a nuestro primer día de clases.

El japonés sonrió inconscientemente. Taeyong era muy duro algunas veces.

-No es como si quisiéramos ir a clases de igual modo. —Elevó sus hombros, restándole importancia. Cuando Taeyong terminó, iniciaron su camino rumbo a su colegio, tranquilos, observando los colores de la mañana sobre ellos. Unas tonalidades rosadas se posaban entre las nubes, ellos se habían sentado en la parada del autobús. Esperando el siguiente y el que los dejaría unos 5 minutos más tarde del ingreso a clases.

El sol aún no había salido del todo y el cálido viento de verano ya no era tan cálido. Estaba en su punto perfecto.

El silencio nunca fue un problema para ellos, de hecho a los dos les gustaba quedarse así, por mucho tiempo algunas veces. No habían palabras para describir esos momentos.

-Ahí viene. —Avisó el japonés, tocando su hombro lentamente. No tardó mucho el autobús para estacionar y llevarse ambos a la escuela.

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HOLAAAASASHSHDUSB CÓMO VAN????

Ahre, perdón, pero estoy muy emocionado, esta historia la quise sacar hace banda de rato, pero no pude tener la inspiración para hacerlo.

Tengo la cabeza en un montón de historias, y esta es una de ellas. Me encanta este tema, porque sé que puedo llevarla medianamente bien, y espero que sea así.
Aún no escribí nada, así que si veo un buen apoyo, voy a seguir escribiendo.
Saluditos ♥️👀

MrCheann

Transexual | YutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora