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-¡Nakamoto Yuta! Vaya, hace mucho que no lo veo a usted. —La madre de Taeyong los había asustado de tal manera que el coreano tuvo que ponerse una mano en el pecho para calmarse.

El japonés se levantó de su taburete y abrazó a la señora Lee, considerada para él su segunda mamá y una mujer de hierro.

-¡Señora Lee! —Habla Yuta feliz en el abrazo.— ¿Cómo está? ¿Se encuentra bien, feliz y sana? —Era una frase que siempre le decía a la madre de Taeyong.

-Sí, cariño, estoy bien. —Taeyong sonreía ante la interacción tierna de aquellos a los que considera esenciales en su vida.— ¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Te caíste de la cama? —Yuta rió.

-No señora, verá-

-Sé cayó de la cama má, no le hagas caso. —Interrumpió Taeyong antes de que Yuta le dijera que entró en la madrugada por la ventana de su habitación.

-Bien. —Finalizó aquel tema.— Veo que han hecho el desayuno y les ha sobrado. Huh. —Le dio una miradita al desayuno creado por su hijo.

-No. Eso es para ti, mamá.

La señora Lee parecía asombrada.

-Muchas gracias mi niño. Creo que los dejaré mientras me termino este desayuno en mi cama. —Caminó con el plato hasta salir de la cocina.— ¡Taeyong no te olvides de lavar los platos!

-¡Sí, mamá! —Taeyong tenía que darle el regalo a Yuta, se levantó y caminó a la alacena para sacar aquella caja de chocolates que le gustaban a su mejor amigo.

Ni termina de acercarse al menor que este suelta:

-¡¿Para mí?! —Preguntó emocionado. Taeyong asiente y Yuta se le lanza al cuello para darle un gran abrazo, de esos que matan de amor. La caja es a penas sostenida por la mano del coreano.

-Lo lamento por todo lo que pasó en la última semana, lion... Estuve tan ensimismado en ayudar a Solar nuna que no te di la atención que te mereces. —Se separaron.

-No hace falta que hablemos de esto. No quiero recordarlo. Sólo quiero vivir el presente y futuro, y mientras sea contigo, mejor. —Observa mejor la caja y es de las más grandes. Cuesta una fortuna.— Te amo.

Taeyong sonríe con un brillo en los ojos digno de que eso le había calado muy dentro en el corazón.

El japonés tomó su cara con ambas manos y besó la coronilla de la cabeza con cariño.

-Sabes que yo también te amo, y te puedo asegurar que mucho más que tú. —Lo vuelve a envolver en sus brazos, ama el calor que el cuerpo de Yuta emana y sus manos tocando su espalda, le da pequeños choques eléctricos en todo el cuerpo.

-Eso nunca. —Peleó el japonés.— ¿Escuchamos música mientras te ayudo a limpiar la casa? —Sonaba buena idea.

Transexual | YutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora