I. Objeto del estudio

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Todos son conscientes de la inconsciencia que hoy impera en la sociedad. Somos abstractos, como el arte banal de los museos más lujosos y visitados; "¿qué somos?", una duda que ha carcomido a los pensadores más importantes que la naturaleza (Dios) desalmada nos ha brindado. Kant diría quizás "somos Razón", Aristóteles diría "sustancia", Hume " cosas empíricas", Schopenhauer "cosas desagradables" y Camus "nada" (resulta gracioso que en la filosofía hasta la nada pueda ser pensada como algo). Estamos en esa obligación ambigua y filosófica de saber qué somos, o para qué venimos, no bastándonos con lo que dijese un cristiano de lo más puros que dio la luz del intelecto humano, ni las palabras del precursor de la investigación científica; cualesquiera que sean las palabras, se hayan frías de significado si no le ponemos el sentido y la razón.

Esas preguntas que tanto problema le han significado a los genios y a la ciencia son fascinantes. La filosofía es una piedra en el zapato que pocos se quiere dejar. Siendo así, decimos nosotros: ese tipo de preguntas que tan conocida hace a la filosofía hacen parte de una categoría universal en la cual pertenece el uno y el todo, la vaca y el hombre, la planta y el gato. ¡todos! Eso es la forma. En efecto, la forma que nos compone desde afuera y desde adentro; lo bello y lo sublime, todos nosotros somos algo, quizás sustancia, quizás diada, quizás nada, ¿qué más da si no hay respuesta, o si es ambigua? El acto de pensar es bello sea cual sea lo que se piense, sea algo desgraciado, o perverso, o bien intencionado: si todos pensaremos que virtuoso sería el planeta de nuestra presencia (miren pues lo que acontece hoy día y pregunte: ¿en qué hemos fallado?).

Es por eso la existencia de un tratado tal como este, escrito a voz de un hombre que apenas conoce la vida y no sabe a donde más ver, que sus 16 años no le bastan, ni a sus 70 serán suficientes, para admirar lo horrendo que puede ser hasta bello, o lo bello que no es nada; cuán intensa es la filosofía y la ambigüedad. A causa de todo lo mencionado, y de que todo no puede acontecer en solución sin ser antes cuestión, presento hoy: La Forma del Hombre (o Tratado Filosófico Sobre la Composición de los Seres), cuyo objeto de origen es resolver, o al menos progresar en la solución de problemas que están atornillados en la mente del hombre, pero más importante, en brindar La Forma del Hombre, con el fin de establecer una opinión acerca de la naturaleza que rodea a esta cosa humana y es parte de él, de su autor supremo (Dios) y de todo lo que esté relacionado con esta desastrosa, y de vez en cuando, bella creación.

La Forma del Hombre o Tratado Filosófico Sobre la Composición de los SeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora