X. Temporalidad y el fenómeno

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En lo que respecta a los actos por los cuales el hombre es partícipe hay siempre una presencia de sustancias efímeras y constantes que preceden a cualquier observación humana. Si hay cosa sugestiva a las posibilidades de la razón y lo que se discierne en la cúspide del conocimiento es la temporalidad del fenómeno o fenoménica.

Los fenómenos presentes en el cosmos que obedecen a la física son objetos en constante movimiento. Mas nos centramos específicamente en el mundo que habita en la tierra: si hay acaso tres estados de definición por los cuales el hombre se guía en cuestión de su existencia, entonces poseemos ilusión de eso que categorizamos. Pues si los postulados de los tres estados del tiempo son lícitos a nivel de percepción humana, entonces, ¿qué podría sucederle como algo que va más allá de la razón, sino como una mera existencia, distanciada de cualquier observación humana y presente eternamente en las constantes universales?

El hombre vive en eterno movimiento de razones y capacidades. El tiempo, que es también una constante vista según la posición en la vía láctea, es cosa poco sutil, pues la percepción de los hechos está según esa posición. Pese a que las nociones que se tenga del tiempo en cuanto a qué acontece de forma presente a la realidad particular, hay si acaso algo que sí es universal en el mundo sin importar la percepción antes mencionada: el pasado, el presente y el futuro.

Fijamos la mirada hacia aquello que fue y lo que puede ser sin saber dónde estamos parados. Aún así propongo una teoría tanto banal para lo que respecta a las invenciones, pues es algo que ya existe, pero que apoyamos en este tratado: el tiempo en sí mismo es una sustancia efímera pero eterna a las posibilidades del hombre en cuanto a percepción se refiere. El pasado es en realidad un presente continuado, que ya fue. El presente no es cosa distinta a un milisegundo, y el futuro no se distancia de la especulación o del pronóstico, a según del objeto por el cual se haga análisis.

En efecto, no existe una cosa más constante que el presente, pues ronda por una milésima de segundo entre el pasado y el futuro. De un segundo al otro hubo un pasado por el cual se vivió a presente, y en el presente que se vivió de manera continua no hay sino una continuación de la realidad, siendo que el pasado como cosa es aquello que el milisegundo sobrepasó. Es decir: el hombre no puede juzgar a su contexto sino de manera continua eternamente. El pasado y el futuro son categorizaciones que el hombre brindó a sus expectativas y pensamientos, del mismo modo para simplificarse la vida.

Si un hijo llega a su padre y le pregunta qué es el presente, no le dirá "sustancia eterna", sino que le dirá "es eso que vivimos en el día a día". Y pese a que el presente no existe sino en un milisegundo, pese a que la realidad se divide en sí misma a partir de un parpadeo a otro, debemos, por nuestro bien, simular que esta idea no existe.

Pues a la abuela se le responde que ayer fuimos a comprar la leche, no se le responde que en aquello que sucedió como presente a los ojos de nuestras posibilidades efímeramente se procedió a comprar la leche en cuestión de continuos eternos. Todo consta del lenguaje para facilitar la vida al hombre.

Sí, es un tecnicismo puro y duro, si no le equivoco, pero cuestión para el filósofo difícil es ignorar esto. Suponer que estas... ideas simplemente son invisibles a los ojos del filósofo únicamente lo hace relucir más a los ojos del pensador.

El fenómeno, que es lo absoluto a las cosas y que domina a las sustancias, es, entonces, para nosotros, el eterno movimiento de los flujos: fenómeno es aquello dividido en muchísimas categorías que de base es como Dios; no tiene principio ni fin a los ojos del hombre y está siempre ahí, como la potencia estática.

La Forma del Hombre o Tratado Filosófico Sobre la Composición de los SeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora