Hay actos determinados según su orden establecido. Tales son los hechos intencionales, de modo que su ejecución se haga en la virtud presupuesta de una consciencia, al menos en lo que respecta al hombre.
Actos son unos pocos los cuales se hacen a saber, y muchos son los hechos inconscientemente, mas nos preguntamos antes de continuar: ¿qué es la consciencia y su contrario? Definimos en este tratado a la consciencia como el estado natural del hombre donde percata cuestiones y entiende la realidad en la que acontece de manera continua.
Muchas veces la consciencia se define como el entendimiento por algo, o por una causa. Aquella consciencia que se determine hacia una causa y que en trascendencia proceda a politizarse en el término de la preferencia, es una consciencia orientada hacia una cuestión, o sea, es una consciencia usada en virtud de una cosa. Y sin embargo, la consciencia pura no está determinada hacia un fin, que se refleja de la causa hacia los eventos fenoménicos; sino hacia al infinito, de modo que las variantes procedan siempre de la madre, en el término consciente, y que ese conocimiento de sí pueda dar el entendimientos por acto de existencia a otras existencias.
Se dice más profundamente: fundamento por el cual la consciencia pilar es. Pues la consciencia en el entendimiento es cosa útil. Y en la existencia per se no existe una única consciencia, sino muchas, como se expresó anteriormente. De virtud cual capaz transformadora y existencial, suficiente y direccionada, mas nunca encaminada puramente hacia un fundamento objetivo. Todas las consciencias provienen del mismo lugar pero de modo distinto proceden en el término de lo cual se es consciente. Más que la existencia, las cosas por las cuales observamos, y la observancia que se dictamina suficiente, a modo de reflejo por lo cual damos cuenta.
Si decimos que existen distintas determinaciones provenientes de un mismo lugar, y que la causa por lo que las cosas se originan de la consciencia, estamos obligados es a dar una definición, y categorización para comprender el mensaje. Y para no extenderlo mucho, se partirán de bases por las cuales es lógico pensar en determinaciones distintas, a modo de comprensión por lo que se vive y el producto de lo que se hace: la consciencia pura, de la cual derivan la consciencia particular y el entendimiento de los hechos, primera de la cual adviene todo lo particular, que le respecta a uno; la segunda trata los entendimientos sociales. Del mismo modo, existe la inconsciencia, pero la trataremos más adelante.
La consciencia pura
Causa de origen a los orígenes. La consciencia pura no es aquella condición en la que tenemos la mente sin peso ni falla, sino el estado natural en que partimos todos; pues la consciencia en sí, la pura, pertenece a cada hombre, incluso para ser inconsciente... Porque para saber que se es ciego, se necesita la ceguera. Sin embargo es posible que este origen produzca polémica, ya que si categorizamos una cuestión que técnicamente es la misma, no ganamos nada, y hasta perdemos tiempo; ni de un modo ni otro, pues la categorización de los sucesos ayudan a resolver hasta los peores crímenes, y las obviedades de los hechos se preguntan a la luz de la incredulidad, como Sócrates a los ciudadanos. Porque aunque muy obvias sean las cosas, tienen una profundidad que debemos tocar, o intentarlo en lo que se pueda.
Es ese, pues, el modo en que lo decimos: si deseamos construir un edificio nos es preciso crear las columnas: la consciencia, definida en la puridad, ayuda a eso: establecer un modo de entendimiento para progresar. Es este estado algo por lo cual se sabe que se es, incluso si lo que se es, es inconsciente.
La declaración dada dos párrafos atrás no es ni menos errada, pues hemos de cuestionarlo: si acaso la posesión de una consciencia suficiente, de base y pura, nos ayuda a encaminar otras consciencias, ¿de qué modo tal cuestión resultaría efectiva para recrear un contrario? Hablamos precisamente no de la inconsciencia en sí, sino de la consciencia sobre la inconsciencia; se puede determinar un error pero no descubrirlo: saber que no se sabe es saber algo, de la manera más simple posible; pues quien poco sabe, algo ha de saber.
ESTÁS LEYENDO
La Forma del Hombre o Tratado Filosófico Sobre la Composición de los Seres
Non-FictionLa Forma del Hombre (o Tratado Filosófico Sobre la Composición de los Seres), tiene como causa resolver, o al menos progresar en la solución, de problemas que están atornillados en la mente del hombre, pero más importante, en brindar La Forma del Ho...