VIII

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― ¿Qué?― pregunté confundida ― ¿Porqué eres tan extraña?

― Olvidalo, no es nada... es una pequeña broma ― rió incomoda.

― ¿Ya me puedo ir? ― inquirí mientras veía a los niños jugar.

― Claro, claro ― Sana se levantó rápido del suelo y yo la seguí. ― Gracias por esto ― levantó el celular.

― De nada. ― sonreí.

― Hasta luego. ― Sana abrió la puerta mientras yo me colocaba las zapatillas.

― ¡Noona! ― chilló el pequeño Hiroyuki mientras lloraba al ver que la adolescente se iba.

― ¡Maldición! ― ambas exclamaron al mismo tiempo.

― Deseo morir ― dijo Sana en un susurro mientras levantaba al pequeño que corría. ― Vete antes de que sea tarde.

― No, no ― lloraba el pequeño mientras pataleaba y golpeaba el rostro de su hermana mayor.

― ¡Basta ya, Hiro! ― levantó la voz a su pequeño hermano.

El pequeño Hiroyuki lloró con mas fuerza aun, provocando el llanto de su hermano Hitoshi.

Era un caos, sumando el llanto de frustración de Sana.

______ observaba la situación sin decir una palabra.

― Ven aquí ― estire los brazos hacia el pequeño el cual enseguida hizo lo mismo.

Sana levantó a Hitoshi calmando su llanto.

― No me iré a ningún lado ― le hable al bebé. El niño se aferró a mi cuerpo como un koala.

La japonesa rápidamente seco sus ojos al ver que sus dos hermanos dejaron de llorar.

No dije nada, solo volví a entrar al departamento y con solo mis pies retire nuevamente mis zapatos.

― ¿Puedo sentarme allí? ― señale el sillón.

― Claro ― respondió con un suspiro.

[...]


― ¿Esto es normal? ― pregunté en un susurro.

― No, definitivamente no ― contestó Sana.

Ambas se encontraban sentadas en el sofá, cada una sosteniendo uno de los niños mientras que ellos dormían plácidamente en sus pechos. 

― Parecemos una familia ― río Sana mientras acariciaba la cabeza de Hitoshi.

― Algo así ― le sonreí.

― Somos dos mamás agotadas por nuestros niños ― exclamó roja como un tomate.

― Seriamos una familia muy disfuncional ― ambas reímos haciendo que los niños se quejen por el ruido.

― Podríamos funcionar. ― contestó Sana. ― Claro, solo si lo proponemos.

― Terminaría en un divorcio. ― continué bromeando.

― Hablo enserio, Kim ― la mire. ― quiero ser tu amiga.

― ¿Que te parece si mejor los llevamos a sus cunas? ― traté de cambiar el tema.

― Bien, pero no te iras hasta que terminemos de hablar. ― amenazó.

― Okay, okay, como sea ― Sana me guío hasta la habitación de los gemelos y los pusimos en sus respectivas cunas.

Te Odio, Kim. || Sana Minatozaki & Tú || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora