IX

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― ¿Donde estabas? ― el gritó de una mujer me hizo sobresaltar.

― ¡Mamá! ― me toqué el pecho. ― no grites, casi me matas. ― suspiré de alivio. ― estaba en casa de una compañera del Instituto, nada importante.

― Okay ― respondió ― Si no te mate antes no creo hacerlo ahora ― rió.

― ¿Cuando llegaste? ― me acerqué a ella y le di un abrazo.

― Hace unos veinte minutos ― miró su reloj sin desprenderse de mi. 

― ¿Que pasó con tu trabajo? ― pregunté.

― Nada, pedí unos días ― acaricio mi cabello y se alejo. ― Ademas tenemos cosas por hacer. ― comentó un tanto emocionada. 

― ¿Hacer que? ― inquirí, por lo general no hacíamos nada fuera de lo común cuando mamá volvía a casa.

― Compras. ― agarró su bolso y reviso sus tarjetas de crédito.


[...]


― Esto no es exactamente lo que me imaginaba cuando hablaste de compras. ― dije con mala cara.

― Mis oídos suprimen tus quejas. ― contestó mi madre sin importarle lo que yo pensara. ― ¿Cual te gusta mas? ― me mostró una pinturas.

― Esa. ― señale la pintura gris clara. ― ¿Que vamos a pintar?

― Hay que hacer arreglos en el cuarto de huéspedes.  ― solté un suspiro.

― Desde que vivimos aquí nadie ha ocupado eso. ― me cruce de brazos. ― ¿Ya nos podemos ir?, tengo hambre.

― Eres peor que una niña de tres años. ― se quejó la mujer.

Su madre pago por las cosas que había comprado en el local de pinturas.

― Si me compras una papas prometo que no molestare mas.

― Llegue hace menos de cinco horas y ya estas volviéndome loca. ― encendió el auto. ― Hay comida en casa.

[...]

-Sana-

La japonesa corrió hacia el baño y vomito la poca comida que había podido ingerir, habían pasado unos cuantos días desde que _____ había visitado su casa.

Su madre no se encontraba en casa por la misma razón, el trabajo, los niños estaban siendo cuidado por una vecina, para evitar contagiarse la terrible gripe que tenía. Jeongyeon iba a su casa a dejarles los trabajos del instituto y luego se iba.

― Pero realmente no puedo hacerlo ― habló por telefono con su profesor.

― Lo lamento, Minatozaki, tu quisiste que te pusiera con ella, ahora lo debes hacer.

― Realmente estoy enferma, profesor.

― Ponte un cubrebocas. ― le dio una solución sencilla y cortó la llamada.

Lo que menos quería hacer la chica ahora, era la maldita tarea de biología.

Pero después de todo el hombre tenía razón, no podía dejar que _____ haga todo el trabajo, no era justo sabiendo que ella le rogó al hombre para que la pusiera de pareja.

"Debería llamarla o mandarle un texto" pensó.

― No seas estúpida, Sana. ― habló para si misma mientras secaba la ligera capa de sudor producido por la fiebre. ― estamos en el siglo XXI, nadie llama a las personas.

Te Odio, Kim. || Sana Minatozaki & Tú || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora