El viento chocaba con toda la furia sobre mi casco, pero la velocidad seguía subiendo, después de mi mañana necesitaba mi terapia a toda velocidad, una vez llegada a mi destino estaciono mi moto y me dirijo a la cafetería-pastelería de mi ciudad, una de las más famosas por su buen servicio y sus delicias culinarias.Al entrar por la puerta me llegan esos aromas gloriosos dignos de una cafetería. Camino sin mirar a nadie de los clientes hacia atrás del mostrador, donde encuentro a Miriam, la dueña. Ella es una anciana de metro cincuenta que aparte de atender hace los mejores pastelitos de chocolate junto con algunas delicias más.
-Buenos días Nana ¿Qué tal tu día?-Le beso el cachete como signo de cariño.
-Me alegro que llegaras Allis, ya se me están terminando las galletas que hiciste anoche.-me sonríe con dulzura. Lo bueno de trabajar con ella es que no pregunta nada, es directa y comprensiva. Me acuerdo que hace unos años, cuando todavía no conocía a Susan entré a ésta cafetería, y Miriam no me miró con pena cómo lo hacían todos, su mirada iba mas allá era como si conociera mi historia. Me permitió dormir unas noches en el cuarto de servicio y por agradecimiento le hice unas galletas. Cuando vivía en la manada me gustaba leer de todo y un día leí libros de postres así que quise intentar hacerlas. El punto es que a ella le gustaron tanto mis galletas que me ofreció un empleo de medio tiempo como mesera y pastelera. fue la primera persona en confiar en mi, una confianza que devolvió las ganas de vivir, de arriesgar todo de nuevo, sin ella no se a donde estaría ahora.
-Tranquila Nana, te las hago en unos minutos.- Antes de entrar a la cocina la miré sonriendo para luego hacerle una pregunta.
-Oye Nana ¿te importaría si te robo un pastelito? Es que Susi estuvo hoy en casa y bueno la conoces lo suficiente como para saber que se tragó todo.-Sonreí al imaginar a Susi con los cachetes rellenos de todo lo que tenia en mi casa.
-Esta Susan nunca aprende.- soltó una risa pequeña.- Por supuesto que puedes comer algo y luego ve rápido a hacer tu magia.
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Después de quince minutos ya tenía listas las galletas de chocolate junto con las de vainilla con chips y en unos minutos tenía que sacar del horno algunas tartas de sabores variados. Soy increíblemente rápida haciendo las cosas que me gustan y definitivamente la pastelería es una de las cosas que amo.
-Le avisaré a Miriam que terminé, haber si ella necesita ayuda.-susurré para mi misma.
Me quité el delantal, sacudí algo de la harina que quedó en mi ropa para luego dirigirme al mostrador.-Ey Nana ¿Necesitas ayuda?- pregunté con interés para divisarla haciendo cuentas y organizando comandas de las diferentes mesas.
-No, no querida ya esta por llegar Beatriz, puedes irte si gustas.- Beatriz es la sobrina de Miriam, ella trabaja como mesera ya que no sabe cocinar, no hablo mucho con ella y ella no trata de hablar conmigo, nos entendemos muy bien así que siempre estamos en son de paz.
-Como quieras, hasta luego Nana.- la saludo con una sacudida de mano y me doy la vuelta. Estaba por ir a buscar mi campera al cuarto de servicio cuando Miriam me hablo.
- Allis, una pregunta ¿te molestaría hacerte cargo del lugar un par de semanas? Es que tengo que viajar a ver a mi hija.
-¿Le pasó algo?-pregunté preocupada
-No, no solo va a tener su primer hijo y quiero estar para verla.-su voz estaba totalmente relajada. Eso me hizo sonreír, era agradable que se preocupara tanto por su familia, me gustaría estar así por mi familia, por el pensamiento una sensación de melancolía volvió a instalarse en mi pecho queriéndome hacer llorar; niego con la cabeza e ignoro totalmente la idea.
-Claro que puedo hacerme cargo del lugar por dos semanas ¿Cuándo te vas de viaje?- pregunté para acomodar luego mis horarios.
-Me voy de viaje el mes que viene así que tienes tiempo de arreglar tus horarios.- dijo cómo si leyera mi mente.
-No te preocupes Nana, Bueno me voy, que tengas buenos días.- Dije al fin para irme. Miré la hora, eran las 2:31 pm. Tenía tiempo de ir hasta mi departamento ducharme y ir para el gimnasio, así que eso hice.
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Después de que fui exiliada, la ira junto con la frustración y la depresión me empujaron a un camino en querer hacerme mas fuerte, en demostrarme a mi misma que podía sola. Jamás tendría que depender de alguien de nuevo. Me hice buena en el combate cuerpo a cuerpo. ya me adiestre en MMA, kick boxing y boxeo. Y también se hacer esgrima. Esta última no le doy mucha importancia, pero soy bastante buena. Al llegar al gim me puse hacer mi rutina para luego ir a vendarme las manos para pegarle al saco de boxeo.
Cada que estaba frente al saco me descargaba, imaginaba los ojos llenos de decepción de mi padre, las lagrimas de mi madre y la ira de Derek. sus recuerdos eran parte de mis pesadillas, me perdía en ellas, no podía olvidarme de ellos, porque gracias a eso era lo que era hoy en día. Se que nunca lo superaría del todo, pero tenia que ser fuerte.
- ¡Ey! Allis ¿Qué hizo ese saco para ganarse tu infierno de puños?- No sé cuanto tiempo estuve frente al saco aporreándolo, pero Andrew me sacó de mi burbuja.
-Nada, solo me estoy sacando las ganas de golpear algo.-conteste sin interés mientras golpeaba con mas fuerza el saco.
-Por lo que puedo ver ya estas acá desde hace mucho ¿A qué hora llegaste?
-Mmmm no sé, déjame pensar.- seguía pegándole al saco. -Llegué a las cuatro.
-¡Allis son las siete de la tarde!- Su voz estaba cargada de asombro y no necesitaba ni verlo para saber tenia los ojos abiertos de la sorpresa, aun así me quedé estática en mi lugar pensando cómo es que pasó tanto tiempo y no me di cuenta. Me saque los guantes y las vendas. Mientras las guardaba en el bolso hice una pausa para tomar agua y secarme el sudor. Andrew me miraba con curiosidad aparente, se que esperaba una respuesta y se la di.
-Oh, entonces ya me voy.- Antes de cruzar la puerta escucho a Andrew decirme "que tengas buenas noches". Andrew es el hijo del dueño del Gim, él me enseñó algo de MMA, pero ahí quedó nuestra relación.
Mientras pensaba en él. Me choqué contra alguien en la calle y caí al suelo. Él extraño me miro con desinterés y cuando iba a disculparme mi olfato habló por sí solo. Mi reparación se congelo y mi pánico me quería empujar a que hullera.
"No, no, no, no quiero saber nada de lobos."
Me levanté lo más rápido que pude y fui a mi moto para borrarme del mapa. Después de todo lo que paso en mi vida no podía juntarme con ellos, porque de ser así, se que me harían recordar de donde provenía, tendría que recordar lo que nunca pude llegar a ser y lo que tuve que dejar atrás, las humillaciones y los maltratos... El rechazo.
-No quiero juntarme con lobos, espero que solo éste de paso.- susurre para ponerme el casco y volver a mi hogar.
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Allison y el Alfa
WerewolfTodo comenzó esa noche de lluvia en donde por ver algo que no debía fui desterrada de mi manada, ese lugar que fue mi hogar de pequeña, donde fui rechazada por mi mate por ser una simple humana, en donde mi familia me dio la espalda y mi hermana se...