Hiro reprodujo con tanto orgullo aquella pieza incompleta que Miguel estaba haciendo, decía que de todas sus canciones esta era la que tenía más esencia de él, meh, cosas de artistas. Bajó con cuidado las cajas de la mudanza, sonrió orgulloso de ver su nueva casa, a pesar de que los acontecimientos para habitarla no fueran tan afortunados le hacía sentir próspero que al fin tenían un lugar al que llamar hogar, la mejor parte, era solo para ellos, en este pequeño terreno no los podrían juzgar, otro carro de mudanza llegó de ahí bajaron con cuidado todas las macetas de Miguel, sus flores se movían suaves, delicadas, coquetas y hasta bailarinas.
— El otro carro llegará más tardé, tuvo un contra tiempo.
— Esta bien, agradezco su información.
Ambos habían salido de su antiguo departamento juntos, pero Miguel tuvo que detenerse y tomar otra ruta, había tenido que ir a verificar unos asuntos de su trabajo, nada formal, pequeños detalles, al menos eso le aseguró. Encendió a Baymax con entusiasmo, cuando su rechoncho amigo estuvo funcionando completamente se tomó un descansó, dejó a cargo de pequeñas tareas a Baymax y él salió a la tienda más cercana por ingredientes para hacer comida, tal vez podía intentar hacer tortillas para Miguel, mejor un postre sencillo, aunque esa pastelería de la esquina parecía ser apta para saciar su diente goloso, de él y de su pareja.
— ¿Tendrías pay de limón?
Preguntó con educación y el joven que atendía le dio una respuesta afirmativa, no tomó mucho de su tiempo esperar su encargó y con una caja color rojo llegó a su hogar, el reloj pronto marcaría las seis de la tardé, posiblemente Miguel estuviera por llegar, de nuevo aquella pieza se reprodujo. Miguel en esa ocasión había tocado el piano, la pieza era asombrosa, pero aún no lograba terminarla, un delicada brisa movió sus rebeldes cabellos, el suave olor a café inundó sus fosas nasales, sintió tanta paz por un momento que dio media vuelta, su casa tenía vista a un pequeño lago, las luces lentamente se iban prendiendo y el sol se escondía, le dedicó una sonrisa a esa bella vista y entró a su hogar, Baymax lo recibió y le ayudó con su compra, sería una noche tan tranquila en esa casa.
— Muerte, yo no puedo irme aún.
Suplicó Miguel su mirada no dejaba de ver esa casa por donde Hiro había entrado.
— Lo siento mucho, pero es tu momento.
Aquél ser miró a la alma que se negaba a dejar este mundo.
— Él me necesita, lo va a destrozar saber que morí. — La muerte veía como aquella alma se iba deformando, estaba dejando su forma humana para volverse una sombra. — Todo fue culpa de ese irresponsable, si él hubiera tenido más cuidado, si ese niño no hubiera estado corriendo, todo fue culpa de ellos, ellos tienen que pagar, me lo quitaron todo. ¡Yo les voy a quitar todo!
La muerte veía sin interés aquélla sombra.
— Es una linda pieza, parece que a él le gusta y mira como el pobre robot es sometido a hacer un baile.
Aquella sombra detuvo sus palabras, la caída del sol dejaba ver como se iba tranquilizando mientras el dueño de la casa bailaba, no era una vals de los grandes teatros, no era de los mejores bailarines que existían en el mundo y esa pieza musical tampoco sería reconocida como una maravilla, pero ver esa sonrisa, esa risa, esa torpeza que enamora, todo eso logró que las sombras de esfumaran dejando a un joven que se deshacía en llanto, en la casa de adelante eso parecía que llamó la atención, pero cuando la ventana se abrió solo pudo notar la soledad de las calles.
— ¿Puedes prometer que va a estar bien?
Miguel trataba de controlar su llanto, aunque sus lágrimas seguían cayendo.
— No puedo hacer eso, pero te prometo algo, cuando sea el momento lo vas a volver a ver.
La muerte atrajo a la joven alma, le abrazó y Miguel solo pudo soltar una risa ante eso, era extraño, siempre creyó que la muerte sería fría, pero entre sus huesudos brazos y pecho podía sentir un calor agradable, ni hablar de esa sensación de paz que le obligaba a cerrar sus ojos.
— Vamos al descanso eterno.
— Adiós mi amor...
Murmuró mientras las últimas lágrimas caían, Hiro experimentó un escalofrío nada agradable, el sonido de su celular hizo que su corazón saltará. Uno de los eventos trágicos de su vida se lo habían dicho por celular, en una llamada.
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Amor en el 20.
FanfictionYo igual necesito otro entretenimiento. Van a ser pequeños cortos de nuestra querida pareja HIGUEL. La imagen de portada pertenece a su autor, todos los derechos a quien corresponda.