No tuve tiempo de hacer mis maletas correctamente antes de salir pitando de allí. Sin embargo, si que tuve tiempo de tirar toda la ropa de él por la ventana e intentar darle en la cabeza con una silla del comedor.
Parece que fue ayer cuando me di cuenta de que James me engañaba, y si, básicamente fue ayer cuando me di cuenta. Nada más verme allí, en la "escena del crimen", él intentó negarlo todo, con los típicos no es lo que parece, pero no podía negar algo que había visto con mis propios ojos. Y por desgracia tampoco podía borrar la imagen de el con los pantalones hasta los tobillos y a la rubia de bote recostada en el escritorio de el.
En el fondo, muy en el fondo de mi sabia que esto podría llegar a pasar. Confié en el, y me falló. Pero no me duele tanto como esperaba, supongo que por que en realidad no le amaba ni nada. No estoy dolida, solo me siento engañada, humillada y traicionada. Eso si, mi dignidad esta por los suelos.
—¡Mi vida, espera! ¡No te vayas!
La estúpida voz de James me hizo parar justo al lado del coche, soltando las maletas sin cuidado.
—¿Qué coño quieres? —le dije sin mucho respeto, el que se merecía.
—Por favor, no te vayas, podemos arreglarlo —casi me rogó. Casi.
—Ya, claro y si quieres la rubia teñida se muda con nosotros y jugamos a las casitas juntos, no te jode.
Me giré y le pegué una patada a la llanta del coche. Agarré las maletas y las arrojé dentro del coche.
—¡Cuidado! ¡Esas llantas eran nuevas!
La ira hirvió dentro de mi. ¿En serio se estaba preocupando por el coche?
—Pues ten cuidado tu si no quieres que te estampe la llanta en la cara.
Di la vuelta al coche y me subí en el, arrancando el motor. Bajé la ventanilla en la que estaba justo él de pie, y me incliné para verle la cara.
—Que te vaya bien.
Y me fui de allí, dirigiéndome al único sitio donde sabia que no me iban a dar la espalda, y deseando borrar todo recuerdo que tenga que ver con James. Seguí todos los carteles de la carretera que decían "Nueva York", y cuando me adentré en la ciudad busqué, por más de una hora la casa de Violet, mi mejor amiga.
Acabé en una avenida, que no me sonaba de nada. Me paré en el arcén para preguntar a un chico que pasaba.
—Perdón, oye.
El chico pasó de mi y siguió andando. Le miré ceñuda ¿era sordo o se lo estaba haciendo?
—¡Eh, tu! —grité. Era raro que en una avenida de Nueva York no hubiera nadie pasando a las ocho de la tarde. Aunque bueno, parecían más lás diez de la noche.
Pero no dejó de andar, continuando con sus manos en los bolsillos y sacudiendo la cabeza. Ahí me di cuenta de que estaba escuchando música. Bufé. Estaba demasiado lejos como para salir corriendo detrás de el. Miré al suelo a mi alrededor y vi una piedra. Sonreí. La puntería no me solía fallar.
Agarré la piedra y cuadrando mi objetivo, el chico sordo, lancé la piedra. Le dio en la espalda, lo suficientemente fuerte para que se girara, quitándose sus cascos. Levanté la mano saludándole, diciéndole que viniera en un gesto. El, con cara de mala leche se acercó y me miró como si fuera algún espécimen raro.
—¿Pero que te pasa niña? ¿Estas mal de la cabeza?
El mundo estaba lleno de chicos imbéciles y yo me enteraba ahora.
—Perdone, chico educado, pero te he gritado y has pasado de mi, literalmente —le dije lo más calmada que pude.
El chico apretó la mandíbula y me miró a los ojos.
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Mi mitad imprevista. [#Wattys2015]
فكاهةHabía sido engañada y humillada por culpa de ese inútil al que llamaba novio, y ahora Abigail Richter no quería saber nada de los hombres. Eran todos unos idiotas, y lo confirma cuando conoce al hermano de su amiga Violet Boix, un chico al que no le...