2. Serendipia (Jerak)

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Después de una noche bastante movidita se despertó alrededor de las cuatro de la tarde, con un horrible dolor de cabeza y significante mareo. Se levantó de la cama Y salió de su casa. Era pequeña, una bonita casa de madera en medio del bosque, vivía aislado del resto del pueblo. Solo con su perro Tomy, y en su casa solo entraban sus dos mejores amigos y las chicas con las que se acostaba, sin buscar nada serio con ninguna ya que le habían hecho bastante daño en las relaciones y ahora estaba bastante centrado en si mismo.

Apoyó los codos en la barandilla de madera de su porche para poder encenderse un cigarrillo y darle una buena calada mientras que Tomy salia un rato, merodeando alrededor para estirar un poco las patas.

Jerak no le estaba prestando mucha atención a su peludo amigo hasta que empezó a olfatear como si buscara algo o a alguien desesperada mente.

El de cabello largo y castaño con reflejos rubios arqueó una ceja, pues nunca había visto a su perro reaccionar de esa manera. Justo después de que el castaño se diera cuenta, su perro se detuvo mirando hacia una dirección del frondoso bosque y echó a correr.

- ¡Tomy!

Gritó, pero el canino no se detuvo, siguió corriendo adentrándose en el bosque, alguien que el peludo animal ya conocía le esperaba, sin saberlo, unos cuantos metros más adentro y estaba entusiasmado con la idea de volver a ver a esa persona.

- Maldito perro.

Refunfuñó el chico antes de expulsar el humo, dejar el cigarrillo en el cenicero y echó a correr tras su mascota con bastante rapidez pero le perdió el rastro, aunque no se rindió y siguió buscándolo.

De repente pareció escucharle ladrar y justo cuando iba a decirle algo vio entre los arboles una figura de una joven de cabello castaño claro y largo, de tez morena, con un vestido, o al menos eso parecía, color hueso que dejaba al descubierto uno de sus hombros.

Jerak había visto a muchas mujeres bonitas, y se había acostado con muchas otras, y aunque ni si quiera podía ver la cara de esta ya que estaba de espaldas, algo le hizo no poder apartar la mirada de ella, pero le resultaba familiar.

Su perro no dejaba de mover la cola, entusiasmado por que la chica estuviera acariciándolo y jugando con el, y la chica soltó una risotada de felicidad al sentir la felicidad ajena.

La risa de Edith le pareció reconfortante y hermosa, y estaba seguro de que ya la había escuchado antes.

Le dio la impresión de que la chica iba a girarse y por alguna razón no quiso que eso pasara así que se escondió tras un árbol bastante grande con rapidez y procurando no hacer ningún ruido.

Por lo que parecía, tanto el perro como la chica se habrían pasado así horas, a pesar de la lluvia, que ya casi había cesado, para dejar paso al querido sol.

El perro se apartó un poco de ella para sacudirse el agua que había empapado su abundante pelo, antes de volver a acercarse a el por detrás con un palo en la boca, pues quería que jugara con el.

Finalmente Edith se giró, para tirarle el palo a su peludo amigo y jugar con el.

Fue entonces cuando el castaño tuvo la ocasión de poder ver el rostro de la chica sin que ella lo viera

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Fue entonces cuando el castaño tuvo la ocasión de poder ver el rostro de la chica sin que ella lo viera.

Era preciosa, de esa belleza que sabes que tienen algunas personas por dentro y por fuera, Sus ojos eran de un verde oscuro, y transmitían paz, inocencia y alegría. Unas pequeñas pequitas cubrían su pequeña y respingona nariz y sus labios eran bonitos y carnosos.

Jerak ya la había visto antes, contadas veces a pesar de que tenían algún amigo en común. Sin duda alguna veía algo especial en ella.

Volvió a apoyar su espalda contra el propio árbol de manera algo exagerada como si le acabara de dar un vuelco el corazón. Nunca había sentido nada igual, y aunque no sabia bien lo que era, le asustaba un poco. Tragó saliva con fuerza.

Por casualidad Edith miró su reloj de muñeca

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Por casualidad Edith miró su reloj de muñeca. Había quedado y no se había dado cuenta de la hora y abrió los ojos como platos, era muy expresiva.

- El tiempo pasa muy rápido cuando te lo estás pasando bien, pero me tengo que ir, pequeño.

Dijo antes de acariciar al perro con cariño y finalmente ponerse de pie para salir corriendo hacia las afueras del bosque ya que llegaba tarde.

Tommy se quedó observando con carita de pena como se alejaba su amiga humana mientras sus pies descalzos chapoteaban un poco en la tierra mojada, y lanzó un ladrido de despedida cuando aún podía oírle.

- ¡Nos veremos pronto!

Gritó alejándose cada vez más en medio de una pequeña risa, ese perro le parecía adorable y gracioso.

La magia que hay dentro de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora