Edward llegó, más tarde de lo que le hubiera gustado en realidad y estaba nervioso a la vez que apenado. Habían pasado sólo un par de semanas desde que el inglés había accedido a mudarse con él, pero sabía de sobra que lo de él no eran los niños.
No, Shaun y los niños... no cabía en su mente la mínima posibilidad de que Hastings con su carácter tan... serio, por decir lo menos, tuviera paciencia suficiente para cuidar a sus hijos, aunque Jennifer ya no era del todo una niña, pero tenía un carácter difícil de cualquier manera.
—Lo siento, se hizo tarde y...
Su disculpa se quedó a medias, un poco desconcertado al ver a su hija plácidamente leyendo uno de los viejos libros que Shaun había llevado consigo luego de la mudanza, de los que no estaban embalados en cajas. Por lo que pudo escuchar era un libro con algo de historia sobre la época dorada de la piratería.
Jennifer terminó el párrafo y le pasó el libro a Shaun quien continuó con la lectura, mientras un pequeño Haytham estaba recostado sobre la pierna del inglés; sonriendo con entusiasmo ante las historias del libro de la nueva pareja de su padre, que cada vez era más de su agrado.
—¿Shaun? He vuelto... ¿no vas a saludarme?
Hastings detuvo la lectura y alzó la mirada del libro, sonrió de manera apenas perceptible y negó.
—Ed... Hola.
Su saludo seco iba acompañado de una sonrisa más amplia, sabía de sobra que Kenway esperaba un beso o cualquier otra muestra de afecto, pero también sabía que, frente a sus hijos, no la obtendría. Shaun aún era bastante reservado para eso, y tampoco era muy dado a demostrar afecto a los demás.
Hasta ese momento.
Regularmente Edward había visto a Shaun molestarse de que Desmond lo abrazara fraternalmente o tomara sus libros, pero no lo hizo cuando Haytham tomó el libro, e incluso se dedicó a revolver su cabello mientras Jenny leía.
Eso, claramente no lo supo por Shaun, sino por Haytham, que emocionado, pidió a su padre que hiciera a Shaun quedarse en casa más tiempo del que Tessa había hecho cuando decidió abandonarlos.
Shaun estaba en la sala, y aún sino quería escuchar la pequeña charla entre padre e hijo que se desarrollaba en la cocina, no pudo evitarlo, y aún sino se encontró capaz de prometer verbalmente a Haytham que no se iría a ningún lado, se hizo la promesa a sí mismo.
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