Jacob x Arno

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Definitivamente, aquello no había sido buena idea, pero ya no podía echarse atrás; su mirada estaba fija en el tablero; la suave risa de su oponente le hizo alzar la cabeza, encontrándose a un sonriente francés, que desde ese punto ya podía anticipar su victoria.

-Creo que esta es la última vez que hago caso a Ezio o a Leonardo.

La risa burlesca de Arno no hizo otra cosa sino que frunciera el ceño. Ahora quería retirarse con su dignidad aún intacta; no era bueno en el ajedrez, realmente, no era muy bueno con cualquier cosa que implicara pensar demasiado; pero su orgullo le obligó a quedarse.

La partida comenzó y, en cuestión de un par de movimientos, Jacob vio como uno de sus peones negros era removido del tablero.

-Cariño, no olvides las reglas...

Ante el amable recordatorio, el británico se despojó de uno de sus zapatos y atendió a la partida; perdiendo rápidamente todos sus peones, con lo que acabó completamente descalzo, sin su boina y sin chaqueta. Dorian, por su lado, parecía sumamente entretenido con el espectáculo, y aunque él tan bien había perdido ya algunas piezas, había elegido deshacerse de su chaqueta y chaleco, así como también de la camisa, esta última, salió con una terrible lentitud, que dejó a Jacob atontado, y que, su concentración pasara, del tablero, a la elegante figura del francés.

-¿Sabes que eso es trampa, verdad? -le reprendió Frye, mordiéndose el labio inferior, fingiendo estar molesto, pero su expresión pasó a ser una risa tonta al ver a Arno tan despreocupado.

-¿Trampa? -Respondió haciéndose el desentendido, y tras el turno de su pareja, fue su turno; uno de sus caballos atacó a otro peón, y entonces, pudo ver como Jacob se ponía en pie, y aunque Dorian creyó que lo vería quitándose la camisa, la elección del británico le dejó boquiabierto unos instantes; pues le estaba dando la espalda, bastante ocupado bajándose los pantalones, con movimientos más acentuados de lo verdaderamente necesario.

-Y así me llamabas tramposo a mí... - dijo entre dientes, observando atento el trasero de Jacob, cubierto solamente por la ajustada tela del bóxer. Tragó saliva e intentó recuperar la compostura, atendiendo a lo que Jacob hacía en el tablero una vez que volvió a su lugar. Quizá fuera solo su imaginación, pero la habitación se sentía mucho más caliente de lo normal, incluso si él ya no llevaba la camisa encima.

Tras la siguiente pérdida, Frye se despojó de los boxers, dejando a la vista su media erección, de la que Arno era el único culpable desde que se había sacado la camisa.

-Cariño, es tu turno... - la voz del inglés llamó su atención, pues había quedado bastante perdido entre sus pensamientos; a lo que se limitó a mover de lado el tablero y las fichas de lugar; y luego, subió a la mesa, con una sonrisa que, sencillamente hizo imposible que Jacob protestara por haber dejado la partida a medias...




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Dedicado a una personita que por ahí anduvo subiendo en whatsapp partes anteriores de este libro uwu

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