Sus manos acarician mi piel con suavidad mientras me dejo envolver por sus fuertes brazos. El tacto de sus dedos hace que la piel se me erice por todas partes. Estoy acalorada, todo mi ser arde ante el tacto delicado que estoy recibiendo.
Sus labios atrapan los míos y se siente maravillosamente dulce y sensual al mismo tiempo que mis manos tocan la dureza de sus abdominales.
Me acuesta sobre la cama con delicadeza, cirniéndose sobre mí mientras un huracán de sensaciones se instala en mi bajo vientre. El calor que siento en mi sexo, debido a sus constantes caricias, es insostenible.
Soy incapaz de abrir los ojos cuando sus besos descienden por mi cuello y comienzan a bajar lentamente hasta mi ombligo. Siento que su lengua lame mi vientre tan sensualmente que mi vagina grita desesperada y mis manos aprieta la sábana que hay debajo de mí. Un lametón sobre mi clítoris me hace arquear la espalda del gusto, provocando que un jadeo se escape de mi boca.
-Zack... -la palabra sale de mi boca como un gemido torturado, como una súplica para que se entierre en mi interior de una vez.
-Sabes bien que no soy Zack.
Mis ojos se abren de golpe al escuchar esa voz tan varonil y le veo...
Sus ojos violáceos me observan intensamente, con la lujuria tiñéndolos, y se cierne sobre mi sexo para lamer todo a su paso. Lame mi clítoris y labios con su húmeda y experta lengua y yo me retuerzo de placer.
Despierto de un salto sobre la cama, con la respiración agitada y noto cierta humedad en las bragas que llevo puestas. El corazón me bombea a mil por hora y estoy sudando... Todo por culpa de Oliver y su grandiosa belleza.
No entiendo por qué mi cuerpo se empeña en traicionarme cuando de él se trata. No quiero tener la necesidad de sexo cada vez que le veo, me niego a querer que me embista una y otra vez mientras acaricio su musculos... o bueno, quizá sí, pero sé que no va a ocurrir.
Tengo el cabello pegado a la nuca por el sudor, así que me lo recojo en una coleta alta, dándome cuenta de que todavía no ha amanecido, aunque poco falta. Salgo de la cama, me calzo mis deportivas y me ajusto la camiseta enorme que tengo por pijama para poder ir a la cocina.
Voy a aprovechar que ya estoy despierta para prepararme para cuando el inspector se marche, así no perderé tiempo en poder largarme un rato.
Enciendo la luz de la cocina y me pongo a tostar un par de rebanadas de pan mientras el café se prepara. No voy a prepararle el desayuno a Oliver otra vez, ya me dejó en claro que no aceptará nada que yo le ofrezca, así que ni siquiera me molesto en prepararle tostadas a él. Cuando todo está listo, unto mantequilla y mermelada sobre el pan y me deleito con el sabor del café.
Sentada sobre uno de los taburetes de la isla, miro hacia la nada frente a mí, pensando en el sueño subido de tono que he tenido con Oliver; me pongo roja de recordarlo. Todo sería mucho más fácil si estuviera gordo, si no tuviera ese cuerpazo o ese hermoso rostro que me hace ansiar besarle. Es un jodido demonio con apariencia seductora y lasciva y él lo sabe perfectamente, por eso se aprovecha trayendo mujeres a su casa. Desde que estoy aquí ya he conocido a cuatro, así que imagina las que no he visto. Y saber que se acuesta con mujeres, que desea a alguien que no soy yo me aflige un poco, pero no puedo hacer nada más que joderme.
-¿Qué haces despierta ya? -su voz me pilla desprevenida y doy un salto en el taburete.
-Comer -respondo, antes de tragar saliva al ver que su musculoso cuerpo está al aire.
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Caricias Salvajes © (Trilogía Salvajes #1) A La Venta En Librerías
Dla nastolatkówLa suerte nunca ha estado conmigo, el asesinato que presencié es la prueba de ello. Me encontré en el momento equivocado a la hora equivocada y ¿qué iba a hacer? Exacto, acudir a la policía. El caso es que soy un testigo primordial para encontrar al...