Caricias Salvajes © (Trilogía Salvajes #1) A La Venta En Librerías

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Perdida...

Derrotada...

Abatida...

Vencida...

Destrozda...

Todas estas palabras y muchas más son con las que puedo llegar a definirme, se asemejan un poco, pero no llegan a ser exactamente igual a cómo me siento, pues el dolor y la presión de mi pecho son tan grandes que me hunden en un pozo negro, apestoso, nauseabundo y tortuoso del que necesito salir pero no tengo fuerzas para ello. El único rayo de luz que se cuela en esa oscuridad que siento son los niños, por ellos me hundiría en un pozo más profundo todavía.

La traición de Zack me duele tanto que no puedo compararlo con ningún dolor físico. Ser traicionado implica que depositaste tu confianza en algo o alguien, y está claro que yo confiaba ciegamente en Zack porque para mí era mucho más que un simple amigo.

Por otro lado, la indiferencia de Oliver hacia mí se siente como algo afilado clavado justo en el centro de mi pecho. Pero, ¿qué demonios esperaba? Acababa de darme cuenta de que estoy enamorada de él, no por ello él va a sentir lo mismo. ¿Qué iba a hacer él?, ¿decirme que volviera a su lado?, ¿qué dejara de ser tan histérica y regresara con él? No, sé muy bien que eso no hubiera ocurrido.

Me encuentro en ese punto de la vida en el que te das cuenta de que estás solo. Nadie va a venir a ayudarme, a ayudarnos, ningún puto príncipe azul quiere a una plebeya con hijos que no son suyos. Nadie va a molestarse en ayudar a alguien que nació en la mierda y en la mierda se crió.

–¿Por qué no está Zack aquí? –pregunta Leo, poniéndose unos calcetines sentado en la cama porque acaba de salir de la ducha.

He podido alquilar una habitación de motel por una semana con el dinero de la cartera de Jack y aún nos ha sobrado un poco de dinero. Consta de dos camas, una pequeña cocina y un baño. Sarah duerme conmigo en una cama y Leo y Simon en la otra, con Joe durmiendo en la misma cama pero en el lado contrario, están acostumbrados a dormir en sacos de dormir, así que no les parece para nada incómodo estar así.

–Porque es un traidor –responde Joe molesto. Él se ha dado cuenta de que hay cosas que no encajan y al escucharme gritarle a Zack ayer se ha percatado de que faltó a su promesa de protegerlos.

Sin embargo, por muy enfadada y decepcionada que esté con Zack, no quiero que los niños piensen mal de él porque siempre les ofreció todo lo bueno que pudo.

–Joe, no hables así –le regaño.

–Tú dijiste que nos traicionó –replica.

Los tres chicos están sentados en su cama y Sarah y yo en la nuestra.

–Ya lo sé, pero estaba enfadada y dije cosas que no debí decir –alego, intentado sonar firme aunque por dentro esté hecha polvo–. Zack os quiere a pesar de todo. Se esforzaba para daros una vida mejor y lo sabéis, no tenéis que pensar mal de él.

–¿Por qué no quisiste escucharle, entonces? –pregunta Sarah, y no sé qué debo responder a eso.

Me levanto de la cama hecha un lío, intentando ordenar mis pensamientos en mi mente para poder darles una explicación clara a esos cuatro pares de ojos que me miran expectantes.

–A ver, Zack ha hecho de todo para manteneros a salvo, ¿de acuerdo? Siempre se preocupó por vosotros –declaro, sonando más firme de lo que en realidad me siento por dentro–. El problema es que ahora está..., confundido. Ahora confía en personas que no conoce y, sin querer, os ha expuesto al peligro, pero no lo ha hecho a propósito.

Intento creerme todo lo que estoy diciendo. A pesar de estar metida en la mierda siento que debo proteger la imagen que los niños tienen de Zack. Aunque nos haya expuesto debo convencerles y convencerme a mí misma de que el chico dulce y cariñoso que conocemos sigue estando ahí, necesito aferrarme a la idea de que Zack simplemente se ha equivocado. Necesito creer que no fue intencionado el revelar la posición de los niños a alguien como Jack.