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Alguien me ha sugerido una doble actualización por haber llegado a las 1k, así que... ¡aquí tenéis!

Si antes tenía un poco de miedo o me sentía un poco insegura, ambos cosas se han esfumado. Ahora lo único que mi cuerpo es capaz de sentir es rabia, de hecho, mi piel arde por la ira que recorre mis venas.

Creo que no he tardado tan poco tiempo en vestirme en mi vida, apenas me ha llevado quince segundos. El corazón me late a mil por hora y mis manos tiemblan cuando me pongo el gorro de mi sudadera negra. Sé que no estoy en condiciones de tomar decisiones ahora mismo, pero también sé que me importa una mierda porque Trenton se ha atrevido a amenazar a mis chicos. Nadie tiene derecho a amenazarles, ¡nadie tocará a mis niños! Si tengo que meterle una bala en el cráneo, sin dudar lo haré.

El nudo en mi garganta es demasiado grande, el temblor de mis extremidades es demasiado intenso, pero todo eso no me impide cruzar el salón a prisa, decidida a asegurarme de que los chicos están bien y a comprar la primera arma que pueda matar a ese hijo de puta.

–¡¿Dónde coño vas?! –medio grita Oliver cuando me ve cruzar el salón. Son las siete de la mañana y no está acostumbrado a verme despierta a esta hora.

–A ajustar cuentas.

Me toma por el brazo con fuerza y me hace girar para encararle.

–¡¿Estás loca?! –grita, y yo me suelto de su agarre bruscamente–. ¡No puedes ir a por Trenton!

–¡Puedo hacer lo que me dé la gana! –espeto, y me giro para poder marcharme, pero él me lo impide agarrándome otra vez.

–¡No tienes ni puta idea de lo que vas a hacer! ¡Estás equivocada si crees que podrás con Forward!

–¡Sé perfectamente lo que voy a hacer, Oliver! –grito, intentando librarme de su agarre, pero no puedo–. ¡No voy a dejar que les haga daño!

–¡¿Qué hay de la eliminación de tu expediente?!, ¡¿es que acaso ya no te importa?!

–¡Por mí como si me metes en la cárcel! –chillo encolerizada–. ¡No voy a descansar hasta darle su merecido a ese hijo de puta!

–¡¿Crees que matándole se acabarán tus problemas?! –grita, y parece muy enfadado–. ¡¿Qué hay de esos niños?! ¡¿Qué pasará cuando estés en la cárcel?! ¡¿Quién se encargará de ellos si tú no estás?!

–¡Mis chicos saben apañárselas bien! –replico a gritos–. ¡Si Trenton está fuera de juego, no correrán peligro! ¡No me importa pudrirme en una celda con tal de que ellos estén a salvo!

Consigo librarme de su agarre de un tirón. Observo su mueca irritada durante unos segundos y giro sobre mi eje para poder largarme, no tengo tiempo que perder. Antes de salir, su voz me hace frenar.

–¿Tan importantes son?

Sujeto la manija de la puerta mientras suspiro pesadamente. No me gusta tener que dar explicaciones y detesto tener que sentirme así de vulnerable frente a alguien a quien le importo poco, así que por eso no entiendo por qué razón susurro:

–Son la única familia que he conocido.

Sin decir nada más, salgo de la casa dando un portazo detrás de mí.

Mis pasos son rápidos y mi respiración está preparada para poder empezar a correr, pero un detalle me lo impide, y por detalle me refiero a brazos enroscados a mi cintura.

–¡Suéltame! –grito.

–No montes una puta escena, chica.

Me arrastra a la fuerza para llevarme de nuevo a su casa mientras forcejeó sin control, presa de la rabia. Me empuja hacia el interior y cierra la puerta detrás de él poniendo el seguro para que no escape. Me abalanzo sobre él para intentar apartarle y quitar el cerrojo, pero me coge por los brazos y me hace caminar hacia atrás hasta tirarme de un empujón en el sofá.

Caricias Salvajes © (Trilogía Salvajes #1) A La Venta En LibreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora