Capítulo 14

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Capítulo

XIV

Ichimatsu

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Ichimatsu

—¿Qué haces? —Conté las camisetas que había seleccionado. No estaba mi favorita con estampado de gatos morados  que recién me había comprado en una de las tiendas del pueblo, así que seguí buscando esperando que no estuviera en el cesto de la ropa sucia. —Ichimatsu... ¿podrías dejar de hurgar en tu ropa? No es para tanto... —Le dediqué una leve mirada para ver qué estaba haciendo. Solo bostezaba mientras ocupaba, acostado, todo mi futón como un oso en pleno invierno. O debería decir, ex futón, porque me largaba de ahí.

—Es suficiente. —Le dije. —Maldita sea, tantos meses intentando algo en secreto con mi hermano, para después arruinar a mi familia, y cuando traté de arreglar las cosas huyendo, resulta que puede volverse peor solo porque le vi otra vez. —Por alguna razón, no dejaba de soltar todo lo que pensaba, algo poco propio de mí. Encontré la camiseta y la eche a la mochila. —Puedes decirle a Tata si es lo que quieres, me importa una mierda.

—Habrá una enorme tormenta de nieve allá afuera ésta noche, ¿y tú piensas irte así? —Su tono de voz parecía divertido, pero solo hacía que me fastidiara más.

—¿Crees que me importa? —Esta vez fui por los pantalones. —Me fui precisamente para ignorar esa estúpida relación de porquería, porque... ¡mierda! —Pasé mis dos manos por mi cabello tratando de liberar la frustración, pero con cada minuto que pasaba, solo aumentaba. —¡Que tonto soy! —Ni siquiera me molesté en doblar los pantalones, solo los eché como pude. —No soy más que algo tóxico.

—No lo eres.

—Cállate, Takeo. —Le dije sin remordimientos. Las palabras venenosas salían sin pedirme permiso. —Solo cierra la boca. —Terminé de decir en casi un susurro.

—Ichimatsu, no piensas realmente que voy a hacer algo con esa información, ¿o sí? —Me giré y me puse de pie para ir directamente hacia él y decirle todo lo que pensaba. En cómo ya no podría ir a ningún lugar porque mi patético error me perseguiría a donde fuera, y que todo el mundo me echaría de sus casas por el simple hecho de no haber podido olvidar a mi hermano mayor. Que terminaría viviendo debajo de un puente o terminaría solo tirándome por la borda de un barco para morir ahogado de la vergüenza.

Me miró con sus manos detrás de su cabeza funcionando como una almohada, su cabello estaba desordenado y sus ojos verdes me analizaban de pies a cabeza. Ya no estaba esa mirada de deseo que tenía cuando estábamos besándonos minutos atrás.

Incómodo, le miré tratando de no soltar lágrimas de coraje, pero cuando abrí la boca para soltar todos mis pensamientos, Takeo se impulsó para sentarse. Tomó mi mano y me obligó a agacharme a su lado. Entre un juego de luchas que me volvía más desesperado por estar perdiendo el tiempo, traté de liberarme de su agarre, pero logró sentarse sobre mi estómago, y  apretó mis mejillas con su mano libre, obligándome a darle un beso como si se tratara de una escena cursi de niños enamorados.

La clara diferencia || Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora