Capítulo 2

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El barón Walter, se estaba comportando algo condescendiente conmigo, me tenía algo de paciencia, en el sentido de que no me regañaba como a los otros chicos. Comencé a creer que tenía cierto interés conmigo, sus ojos, su manera de hablarme y de tratarme, me hacían entender eso, como si él quisiera ocupar un lugar en mi vida que no conozco, sabía perfectamente que el barón, no era del tipo de persona que se encariña con el resto y así que quizás sólo me estaba utilizando, como un conejillo de indias.

Aunque de momento eso no me importaba, lo único que quería era poder salir a las calles y comenzar a ganar algo de dinero, mi madre cada día empeoraba y mi único objetivo era poder pagar su quimioterapia.

Lo vi salir de la casa, custodiado como de costumbre, tenía cierta paranoia y no confiaba en nadie, o eso nos hacía creer, siempre estaba acompañado por un grupo de hombres armados, yo me encontraba junto con otros chicos, en nuestro cotidiano entrenamiento.

--Bueno muchachos finalmente van a tener, la oportunidad de ganar algo de dinero.

Enseguida me sentí muy animado. - ¿Y qué tenemos que hacer?- pregunte.

-Bueno ya te enseñe cómo utilizar un arma y tienes buena puntería, debemos comenzar a sacarle frutos a ese don tuyo.- aparentemente, la tarea estaría comandada por mí, me sentí bastante orgulloso al respecto.

- ¿Tendré que asesinar a alguien?- pregunte nervioso, pero no permití que lo notara.

-No, hoy no tendrás que hacerlo.- eso me relajo. -Pero tarde o temprano lo harás, aunque el día de hoy, sólo tendrás una tarea sencilla, aunque si alguien se pone rebelde tendrás que utilizar tu arma.- asentí. - No para asesinar, pero sí para lastimar, ¿me entiendes?- tomo mi rostro con algo de rudeza y asentí.

-Sí señor.- la verdad es que agradecí por un momento, no tener que asesinar, era algo que verdaderamente no quería hacer pero sí tocaba, lo haría, era mi vida por encima de la de esa otra persona, fuera quién fuera, lo haría.

Salí acompañado por otros cinco chicos, ya que el barón me había explicado lo que tendríamos que hacer y estaba a cargo de esta operación, me sentía bastante orgulloso por haber logrado tener mi propia misión y no sólo eso, estar al mando de otros cinco sujetos era lo que me causaba aún más emoción.

El hecho de que a mis doce años, apunto de ser trece, estaba a cargo de chicos que no pasaban los quince o quizás dieciséis, estos otros no sabían mi edad, debido a que por mi figura grande y robusta, aparentaba tener unos dieciséis años, cosa que me hacía ver algo mayor y en cierto modo me gustaba.

No quería dar desconfianza, pues si estos chicos se enteraban que era quizás el menor, automáticamente se pondrían nerviosos, por el hecho de que un niño los este ¨liderando¨

Salimos de la gran casa, caminando hacia el barrio, la parte céntrica donde estaban todos los negocios. - Vamos.-dije seguro y ellos me siguieron, nos adentramos a las calles del barrio y comenzamos a rondar, asegurándonos de que no hubieran policías cerca.

Afortunadamente no había moros en la costa y esto me relajo un poco, debía advertirle a los demás lo que podría pasar si nos llegaban a ver. - Bueno nadie debe sospechar de chicos como nosotros, así que actúen de la manera más normal que puedan, intenten ser relajados, despreocupados y si se llegan a topar con algún policía, no le den demasiadas explicaciones sólo asegúrese de despistarlos, decirles que van de compras o algo similar, porque sus mamás lo enviaron o alguna mentira, ¿Me entendieron?- todos asintieron y seguimos caminando un poco más. -Ustedes van a cobrar por esta calle, ustedes dos por aquí, el flaco y yo por esta.- los chicos enseguida se fueron y yo comencé a cobrar, negocio por negocio, al ver el primero me acerqué, las mano me sudaban, pero trate de relajarme.

Era una tienda de comida, al entrar enseguida uno de los chicos me fulminó con la mirada. -¿Qué quieres?- preguntó y eso me cabreo- No me hables en ese tono.-le respondí-Vengo por el pago.- enseguida el muchacho agachó la mirada, se fue a la caja y me entregó el dinero, se lo arranque de las manos y salí furioso del lugar ¿Quiénes se creían para hablarme de ese modo? camina un poco más y me adentre en el segundo negocio, este era un salón de belleza, eran sólo mujeres.

Una de las chicas al verme puso mala cara, pero me pregunto por cortesía. -¿Qué deseas?-con algo de fastidio.

-Vengo por el pago mensual.- le dije y ella asintió, no le sorprendió, me entregó el dinero y me marché.

El tercer negocio era una pequeña bodega familiar, de esos sitios donde tienen de todo un poco, al entrar vi a una hermosa chica delgada, aproximadamente de mi edad, tenía el cabello en ondas algo encrespado y largo, era completamente blanca, sus mejillas rosadas y de largas pestañas, al verla sentí que el corazón se me paralizaba por un instante.

Me acerque a ella y al verme de igual manera, que todos los demás, puso mala cara-Vienes por el pago- afirmo seria y por un instante sentí algo de vergüenza, por mí mismo, el hecho de que esta señorita tan linda, no pudiese verme con algo más que desprecio me hirió un poco.

-Sí.- le dije serio y enseguida rodó los ojos.

-Toma.- me lanzó el dinero y quedé en shock, qué osada era.

-Sabes quién soy, ¿Por qué tienes que hablarme así?- le dije enojado.

-Sé perfectamente quién eres y lo que haces, créeme que las personas como tú no merecen más que desprecio, aprovecharse de nosotros los que si trabajamos arduamente, eso no es justo y cuando crezcas, si es que lo haces, pagarás todo lo que estás haciendo con quien más ames.

-¿Que te hace pensar que soy un criminal?- le pregunté.

-Si no lo eres, pronto lo serás, de momento sólo eres el conejillo de indias que mandan a cobrar, para que sus jefes no se ensucien las manos...

-¿Qué quieres decir?- pregunte.

-Que si te agarran niño tonto, te van a dar una paliza, de esas que quizás tu mamá debió darte.

-No te atrevas hablar de mi madre.- le dije molestó.

-Con que ese es tu punto débil, déjame pensar, quizás crees que porque ella está mal de alguna manera, eso te justifica hacer lo que estás haciendo, hay miles de maneras de seguir adelante muchacho...

- Muchacho, en serio me estás hablando como si fueras una adulta, por curiosidad ¿Qué edad tienes?

-Tengo once años y soy lo bastante inteligente, como para saber lo bueno y lo malo de la vida, tú no por lo que veo.

-Pues yo soy mayor que tú y te puedo decir con bastante autoridad, que estás equivocada al creer que porque tu estás en tu tiendita barata, tienes mayores virtudes, o dudar de mi palabra, sea lo que sea no me interesa.

-Sólo vete, ya te pagué y no regreses si es que puedes.- estaba enojada y eso en cierto modo me gustaba.

-Créeme que lo haré.- y de verdad lo haría, necesita volver a verla, cuando estaba por irme, sentí la necesidad de saber algo más -Disculpa, no me has dicho tu nombre.

-No me lo has preguntado y no tienes porqué saberlo.- gruño.

-¡Kathy!- escuché que la llamaban y sonreí, con que ese era su nombre.

-Nos vemos pronto.- le dije, cuando la vi encaminarse hacia donde la estuvieran llamando-Kathy.- le dije y blanqueo los ojos enojada.

Continúe con mi jornada, aunque no podía dejar de pensar en esa linda muchacha, sabía que ella no se fijaría en alguien como yo, en ese mismo instante, me jure no ser siempre un peón más, yo escalaría hasta ser el rey y tener a mi reina. Mientras eso ocurría, iría quincenalmente, en persona a cobrar la vacuna de esa tienda.

...

Al llegar, el barón nos felicitó por todo lo que recogimos y no obstante por el hecho de que no tuvimos ningún percance, cosa que me hizo sentir muy feliz, me había ganado un punto más y me ganaría todos los necesarios para llegar a mi meta.

El Mafioso Marcus HawkinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora