capitulo 24

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Seis meses después.

La imagen de Kathy desangrada y de mis hijos muertos a mis pies, me torturaban cada instante, me sentía vulnerable e inestable emocionalmente. Había experimentado diferentes tipos de dolor, en toda mi vida, pero este esté puto dolor no tenía comparación, sentía como la vida se me escapaba de las manos, quería morirme con ellos, pero era demasiado cobarde para suicidarme, nada me importaba más que la venganza.

Apenas enterré a mi esposa y a mis hijos, comencé la búsqueda de los malnacidos que le habían hecho esto, el día de su muerte logramos capturar al responsable y lo torture de la manera más lenta que pude. Para ser más específico, corte cada uno de sus dedos, primero los de las manos y los pies, mientras suplicaba que lo dejara ir y lloriqueaba como niña.

Jamás en mi vida había hecho algo tan sangriento, como lo que le hice a ese hombre y no me arrepentía en lo absoluto, él me confesó que le habían pagado “los rojos" y comprendí quién había dado la orden de semejante acto tan atroz.

Uno de los narcos que conocía, me comentó que Frédéric había dado la orden de muerte de mi esposa, pero qué el jamás imagino, que el hombre encargado, era un enfermo psicópata que descuartizaba mujeres. Y esto no le restaba importancia, sabía que lo decía para que no fuera tan cruel con mi venganza, pero lo esté miserable me había hecho, se lo haría pagar con la misma moneda.

Monte una cacería y di con todos los datos de los familiares vivos que él tenía, el de sus hombres, comencé a asesinar a toda su familia, también a sus hombres, matando a cualquiera de los que se me cruzaba por el camino.

Estaba en la oscuridad, mantenía drogado y mis hombres obedecían cada una de mis órdenes, pues me había vuelto un hombre frío y no me importaba llevarme a quien fuera por delante.

Tenía aproximadamente 28 miembros de la familia de ese desgraciado asesinados, estaba más que advertido, de que yo estaba iniciando una cacería en su contra, el intento hacerme una serie de ataques. Pero fue en vano, no me permitía ser condescendiente con nadie, pagaba cantidades multimillonarias con tal de destruirlos a todos y me encargaría de destruir a cualquier persona que se cruzará en mi venganza e intentará persuadirme.

Mi nana no me había dejado solo en el proceso, ella intentaba decirme una y otra vez que dejara la rabia, la ira, pero yo no era capaz de dejar esto así aún estaba sediento de venganza, mis negocios en Rusia seguían viento en popa, no descuide nada y me gané el nombre del mafioso más temido, en toda Rusia y Latinoamérica.

Mi foto estaba en todos los periódicos y en los carteles del más buscado, no me importó en lo absoluto, salía a la hora que se me antojara y cada policía que se me cruzará por el camino lo asesinaba.

Llegó un momento en el que logre comprar grandes cabezas y logré desaparecer mi fotografía, para que me dejaran con mi masacre tranquilo, conseguí un dato de que Frédéric se había intentado esconder en casa de algunos familiares en Rusia, el muy idiota se fue a meter en mi lugar, en el lugar donde más gente comprada tenía.

Así que hice un viaje directo a Moscú, el frío era terriblemente insoportable, al punto de que hacía que me dolieran los huesos, pero no me importó. Leí el informe de algún familiar que este hombre tenía aquí y fui directo a su casa, dispuesto a acabar con el de una puta vez, al llegar vi a un hombre y a una mujer conversando dentro de la casa muy tranquilos.

—Mi señor, ¿está seguro de esto?— volvió a preguntar uno de mis hombres y lo fulminé con la mirada.

—No preguntes idioteces y vamos, a lo que vimos, verifiquen que estas son las personas a las que ando buscando. No quiero llevarme inocentes en mi venganza.

—Si efectivamente el hombre que está sentado con la mujer es el hermano de la esposa y la mujer que está enfrente Aparentemente es su novia.

— La mujer de Frédéric está embarazada, vaya que la vida es justa para mí, tendré que hacer lo mismo que él hizo con la mía.

—Pero señor eso es descabellado.— intento persuadirme Yeremaya y le di un fuerte empujón haciéndolo caer al suelo, mientras lo apuntaba con mi arma.

—No, no te atrevas a cuestionarme.

—Yo no lo estoy haciendo, solo le digo, que su esposa, donde quiera que esté no le gustaría que usted le hiciera daño a algún inocente.

—¡Cállate la puta boca!— inhale un último polvo y me adentre a la casa, acompañado de mis hombres, no se nos hizo difícil acabar con los de seguridad, resguardaban la casa, mucho menos con el hombre y la mujer que cenaban en la mesa.

Escuché un ruido en la parte de arriba, como un golpe seco y al subir, rápidamente patee la puerta de una habituación, encontré con el cuerpo inerte de una mujer castaña, enseguida la reconocí, era la esposa del hombre a quién más odiaba en este mundo, le tomé el pulso y estaba muerta.

Observe sobre el tocador y me percaté de qué había una carta, la tomé en mis manos y la leí rápidamente, en la carta básicamente la mujer confesaba que estaba asustada, de que yo la fuese asesinar, mencionaba a una hija que no conocía y tampoco tenía idea de que existía.

La mujer hablaba de una manera bastante hermosa, a pesar de que me encontraba drogado, logró tocar mi corazón observe mis manos ensangrentadas y entendí que lo que estaba haciendo era algo horrible. Pero debía poner un punto final a esto, así que me cercioré de que la mujer estuviera muerta y efectivamente sí estaba.

Le di un par de disparos, le abrí el vientre mientras lo hacía, no pude evitar venirme en vómito. Salí corriendo al baño, a expulsar todo lo que había en mi estómago, me sostuve del lavado, observe la imagen aterradora que tenía a mi lado y entendí que lo que estaba haciendo era algo terrible y espantoso.

No comprendí como alguien se lo puedo hacer a mi esposa, estando viva, mientras que yo haciéndoselo a una muerta me sentía miserable, vacíe el inodoro y bajé a toda prisa.

Salí a toda prisa de esa casa, dejando un mensaje con sangre en la pared para que el desgraciado de Frédéric supiera que "yo fui el responsable", aunque jamás nadie sabría la verdad, no de mi boca. Pues fui el único que vio lo que había ocurrido en esa habitación, Yeremaya estaba en shock, al ver lo que “yo había hecho" él era un matón también, pero jamás habíamos hecho algo tan horrible, como lo que provocamos en esa casa, todos mis hombres y yo decidimos salir directo a nuestra guarida y allí nos encerramos, dispuestos a superar toda la desgracia que habíamos causado, para continuar con nuestros negocios y con nuestras vidas.

El Mafioso Marcus HawkinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora