Noche del jueves. Doce de la noche.
El Ford Mustang está bajo el edificio más grande de todo Los Ángeles. Y en ese edificio, Raymond Tuan ha regresado de Hawái por fin y está apunto de contestar una llamada telefónica.
- Raymond... - susurró Yoongi. En la otra línea.
- Por fin llamas. — renegó Raymond. Se sirvió un poco de champagne para bajar las tensiones. - ¿Cómo va... –
- Necesito que hagas todo lo que te voy a decir. — prosiguió Yoongi. El miedo de su voz lo decía todo, cerró los ojos con fuerza.
- ¿Por qué? — preguntó el padre de Mark, sin entender nada.
- Porque van a matarme. — confesó Yoongi. Apretó los labios, estaba horrorizado, completamente acobardado. El arma le rozó la sien, haciéndolo temblar. — Y van a matarte a ti también... - Raymond tragó saliva. ¿Qué demonios estaba sucediendo? se puso de pie de inmediato y observó las puertas de su oficina. Están cerradas. Completamente. Sintió un alivio en el corazón. ¿Qué coño estaba diciendo Yoongi?
- Deja de jugar, Yoongi.
- Van a matarnos si no haces lo que te voy a pedir. — dijo esta vez entre lágrimas. Tenía a YuGyeom, YoungJae, Jinyoung y JB apuntándole todo el cuerpo dentro del auto de Jackson. Secuestrado y apunto de cagarse en sus mismos pantalones. Una fría oleada de terror se pasó por el cuerpo de Raymond. Joder, él no le temía a nada. A nada nunca. Siempre era él el que debía ser temido por todo y por todos. Apretó los dientes. ¿Querían matarlo? No era la primera vez. Así que abrió uno de los cajones de su inmenso escritorio y desenvolvió su arma de entre un pañuelo rojo. - Raymond... - continuó Yoongi. — si cortas esta putísima llamada harán estallar este edificio, te lo juro... –
- ¿Qué tengo que hacer? — preguntó Raymond, completamente decidido. Quitó la seguridad de su arma.
- Pídeles a todos los hombres de seguridad que se vayan... - dijo temblando. YuGyeom había preparado el arma para disparar, solo jugando y probando los nervios de Yoongi. Raymond cerró los ojos con fuerza y enmudeció por un momento... nunca le habían hecho algo parecido, algo tan bien planeado... joder. Necesitaba salir de ese edificio cuanto antes. Como sea. Y no podía cortar aquella llamada telefónica que Yoongi le había hecho. Poco le importaba la vida de ese imbécil. Pero sí la suya. Debía idear algo y salir de ahí. Apretó el intercomunicador.
- John, quiero que todo tu equipo se tome la noche hoy. — le indicó Raymond. — que no se quede ningún guardia de seguridad ¿vale? Nadie, que se vayan todos.
- Entendido señor. — afirmó John. Raymond cerró la comunicación y colocó otra vez el teléfono sobre su
oído.- Listo. — dijo, otra vez hablando con Yoongi. Y esperó varios segundos a que este contestara. Pero no lo hacía. Y eso solo aumentaba sus nervios. ¿Y si lo habían matado ya? Y... ¿y si seguía él? miró a su alrededor, esta vez sí estaba solo en aquel edificio a media noche. Las gotas de sudor bajaron por su frente. No había seguridad ni nadie que lo escuchara gritar mientras lo intentaban matar. Estaba hundido. - ¿Yoongi? –
- Yoongi está bien, Raymond. — le contestó la voz ronca de YuG. — Solo hemos probado algunas balas con él para ver si el arma funcionaba... - mintió. Mientras, JB tapaba la boca de Yoongi para que no se le escapara uno que otro grito. Joder... - Solo quedas tú. — le amenazó. - Pero antes... alguien te está esperando fuera de tu apestosa oficina... - Raymond corrió hasta las puertas aún cerradas. Escondió el arma entre los bolsillos interiores de su saco de cuero. Y entonces, YuG cortó la llamada. Raymond tiró el teléfono al suelo. La respiración se le hizo más rápida. Apretó los dientes. Nadie podía con él...nadie... era ahora donde debía demostrarlo. Abrió las puertas de su oficina... un hombre estaba acostado sobre una de las paredes del pasillo, esperándolo...levantó la mirada.