Un verano con 5 idiotas [Fanfic Castiel CDM]

Capítulo 15 ❝¿Qué me pasa?❞

 —Dios, por fin —susurro al entrar al lobby del hotel.

—Creí que jamás llegaríamos —dice Castiel sonriendo de lado.

—Pues ya somos dos —le respondo sonriendo igual.

Armin se va sin decir nada, quedando solamente el pelirrojo, Nathaniel y yo.

—Bien Aby —dice rompiendo el silencio—. Rob esta vez dejó una habitación para ti, ya no tendrás que compartir con nosotros.

Suelto un suspiro aliviado sin quererlo.

—No es justo —reclama Castiel—. ¿Por qué ella tiene una habitación para ella sola y yo tengo que compartirla contigo?

—La vida no es justa Castiel —le digo, sin evitar sonreír—. ¿Qué habitación es?

Una vez que me sé hacia que habitación dirigirme y tengo la llave, me despido de los chicos y me preparo para irme.

—Aby, casi se me olvida —la voz del rubio me detiene y me obliga a voltear—. Mañana tendremos una entrevista y Rob quiere que estés ahí. Es a las once, aquí en el lobby.

—De acuerdo, hasta mañana.

Subo por el ascensor hasta llegar a la habitación que tiene en la puerta el mismo número que mi llave. Al entrar, noto que estoy realmente cansada, pues siento el peso de los hechos ocurridos en las últimas horas caer sobre mí.

Tiro la maleta en algún lugar de la habitación y me lanzo a la cama que hay en el lugar. me recuesto boca arriba, mirando al techo, mientras analizo lo que ocurrió hoy en todo el día.

Por más esfuerzo que pongo mente no deja en paz el recuerdo de todas las sensaciones que pasé hoy. ¿Qué mierda me había pasado hoy? 

Me molesté con una chica que nos estaba ayudando solamente porque le estaba coqueteando a Castiel, e inevitablemente me alegré cuando me di cuenta de que él no había podido entenderlo.

Me había sentido confundida cuando Castiel tomó mi mano, pero al mismo tiempo reconfortada.

Me sentí apenada cuando Armin había notado que nuestras manos unidas, y una sensación que aún no logro definir llenó mi pecho. Incluso, el recuerdo me hace sonreír, ¿qué mierda?

Tomo mi teléfono y sin pensarlo mucho, llamo a la primera persona que viene a mi mente cuando necesito hablar.

—¿Diga? —Jade responde unos segundos después,  con la voz ronca.

—Hola Jade —le digo—. ¿Estás bien? Tu voz se escucha extraña.

—¿Cómo esperas que se escuche mi voz si son las 4 de la mañana? —pregunta un poco molesto.

Miro la hora en mi teléfono, son las 6 de la tarde, aunque por las diferencias de horario, en Los Ángeles es de madrugada.

—Lo siento, lo siento. No había pensado en los horarios —suelto un suspiro—. Pero necesitaba hablar con alguien.

—¿Todo bien, nena? —sonrío al escuchar aquel apodo con el que no me llamaba hace tiempo.

—Hoy fue un día bastante raro, voy a intentar explicarlo todo —suelto una pequeña risa, por lo siguiente que voy a preguntar—, ¿estás dispuesto a escuchar mis problemas a las 4 de la mañana?

El ríe en una sonora carcajada.

—Ya me despertaste, ¿qué otra opción tengo? 

—Bueno, ¿por dónde empiezo? —suelto un suspiró frustrado a la vez que paso una mano por mi cabello, desordenándolo en el acto—. ¿Recuerdas las fotos que tomaron de mí y de Castiel?