El día se me hizo eterno. Vale, no era la mejor estudiante e ir a clase suponía una tortura para mí, pero los minutos pasaban tan lentamente que pensaba que me había quedado atrapada en el tiempo o algo así. No podía dejar de pensar en el chico que había visto antes en matemáticas. Se sentó justo delante de mí y me pasé toda la hora mirándole la coronilla, esperando que no tuviera ojos ahí detrás. Aunque bueno, sus ojos no estaban nada mal...
A la hora de la comida, Beth se sentó conmigo en una mesa, aunque sus amigas la taladraran con la mirada.
-Oye, si quieres sentarte con ellas está bien... no quiero que tengan peleas por mi culpa- dije mientras se sentaba en la mesa.
-Bah, no te preocupes- señaló, quitándole importancia. - Siempre se portan fatal con todo el mundo y la verdad es que este año tenía ganas de conocer a gente nueva, ¿sabes? Por aquí los grupos son muy cerrados, y mi amistad con Kenzie hace todo mucho más difícil.
- ¿Son como las populares por aquí?
-Bueno, algo así. Kenzie tiene muchísimo dinero y solo se junta con las que a ella le parecen "dignas de su compañía", cosas raras que hace. Es una hipócrita en verdad, así que me alegro de haberte conocido- me contestó, sonriendo. La verdad es que no me extrañaba nada que sonriera tanto, tenía una sonrisa preciosa.
Mientras comíamos, me estuvo contando un millón de cosas sobre su vida, y yo no podía estar más feliz de haber conocido a alguien tan graciosa y alegre. En un momento mientras hablaba, noté algo raro. Miré a mi alrededor y se me cortó la respiración: en una de las mesas que había al fondo del comedor, el chico de esta mañana me miraba fijamente. Cuando mis ojos se encontraron con los suyos, me miró con más intensidad, mientras sonreía de lado y...madre mía, era cosa mía o ¿ahora estaba incluso más atractivo? Me empezó a poner nerviosa y desvié la mirada, no sin antes ver como se asomaba una expresión de satisfacción en su cara por haberme incomodado. Beth debió notar que algo pasaba, porque añadió, con una sonrisa traviesa:
-Ah, veo que ya has echado el ojo a alguno eh...Se llama Zane, y, si no quieres problemas, intentaría apartarme de él.
La miré con cara de confusión.
-Bueno, ser amiga de Kenzie me da muchas ventajas, ya que lo sabemos todo sobre todos los alumnos de este instituto, menos de Zane. Es como un misterio: no tiene pasado y al parecer, tampoco presente, porque nadie sabe nada de él.
-Vaya, que raro. La verdad es que me fijé en él esta mañana porque me quitó el sitio en el aparcamiento y me pareció bastante...
-¿Sexy? ¿Caliente? ¿El tío más bueno que tus ojos han visto?
-Idiota, diría yo.
Solté una carcajada (más bien de vergüenza y no de risa).
-Es como una tortura, ¿verdad? Que sea tan guapo pero tan desesperante - siguió Beth- cientos de chicas le han pedido salir o se le han insinuado y, siempre sale con ellas y las deja tiradas al día siguiente. Kenzie se propuso dejarlo pillado de ella y enamorarlo para luego dejarlo tirado ella, pero como si la leyera la mente, la rechazó en público- suspiró, con cierta gracia y nostalgia.
-Bueno, tampoco es como si quisiera salir con él, es solo que me parece atractivo.
Beth asintió con la cabeza, no muy convencida.
-Es solo una recomendación, si sales con él tendrás el mejor sexo de tu vida, pero... si te enamoras de él, sufrirás, porque créeme que es un idiota que solo quiere divertirse.
Después de esa conversación, me pasé el resto del día pensando en el tal Zane. No sabía por qué, pero tenía algo que me impedía ignorarlo. No era que quisiera salir con él, o bueno, tal vez sí, pero me dije a mí misma que le ignoraría: mi objetivo de mudarme de ciudad era no meterme en más problemas, y tenía la sensación de que ese chico solo me traería desgracias.
Aunque bueno, pensándolo bien, el chico solo me había mirado y yo me estaba montando toda esta película en mi cabeza. Pero, ¿qué me pasaba?
***
Cuando por fin llegué a mi casa, pasé la tarde viendo la tele y comiendo (sí, no era la chica más sana del mundo) hasta que me quedé dormida en el sillón, viendo alguna película.
De repente, estaba en un campo verde entero, yo sola. Llevaba un vestido rojo bastante elegante, y era de noche. No sabía por qué, pero estaba muy triste. A lo lejos, la silueta de una chica me observaba, muy seriamente. La reconocí al instante: era Brittany, mi hermana. Con lágrimas en los ojos, corrí velozmente hacia ella. De repente, sentí como si el campo se abriera por la mitad y cayera en picado, era una sensación desagradable, como cuando te estás quedando dormida y sientes que caes al vacío y te despiertas con un espasmo, con un vacío en el estómago.
Me desperté nerviosa, me incorporé y me senté, dando grandes bocanadas de aire para calmarme, intentando recuperarme. Miré a mi alrededor, y asustada, apagué la tele. Extrañada por lo que había pasado, cogí mi móvil. Solo tenía una notificación: mi padre no dormiría hoy en casa, trabajaría toda la noche. Cansada, tiré el móvil y me dispuse a subir a mi habitación cuando de repente escuche otro ruido fuera de la casa.
Enciende las luces, no seas suicida.
Ignorando mis razonables pensamientos, me acerqué hacia el ventanal que había en mi salón, que daba directamente a la calle. Asustada, me asomé con miedo y vi una figura oscura, negra y alta en la calle, mirando hacia mi ventana. Rápidamente y con una velocidad impresionante, subí a mi habitación y ahora sí, encendí todas las luces, quedándome acurrucada en mi cama. Los pensamientos se arremolinaban en mi cabeza sobre mi sueño extraño, pero uno sobresalía: ¿ese chico de la ventana era... Zane?
ESTÁS LEYENDO
Zane.
Teen FictionNueva ciudad. Nuevas amigas. Nuevos chicos. Cuando Maddie llega al pequeño pueblo de Mind Falls, está dispuesta a pasar el mejor último año de instituto, alejada de problemas y de su pasado. Hasta que se encuentra con Zane: misterioso, guapísimo...