Capítulo 4.

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-Bueno, vamos a sacar toda tu ropa del armario y así vemos qué te puede quedar mejor- exclamó Beth.

-No, no y no, me niego a sacarlo todo, ¡luego me toca a mí meterlo!

-Es que no me fío de ti. Seguro que sacas la cosa más horrible del mundo y me dices que es lo único que tienes.

-Vale, pero que sepas que no me importa llegar tarde a la fiesta, tú me ayudas a colocarlo- resoplé, mientras sonreía y empezábamos a sacar mi ropa del armario.

-Mejor, si llegamos tarde haremos una entrada triunfal y todo el mundo nos estará admirando. Incluyendo a Kenzie, Karla y Kris. 

-Que fuerte que sus el nombre de sus dos amigas empiece por K. Me recuerda a las Kardashians. Tú quién eras, ¿Kylie? ¿Kourtney?

-¿Sabes el nombre de alguno que estuviera sujetando las cámaras? Porque esa sería yo entonces. Sabes, nunca me sentí del todo a gusto con ellas, eran más bien... malas-dijo con una voz de preocupación-. Sé que lo único por lo que seguía en su grupo es porque Kenzie y yo discutíamos. A todas horas. Pero teniéndome en su grupo... bueno, no me podía rebelar contra ella. 

-Y pensar que cuando la vi quise ser su amiga. Me alegro de que vinieras detrás de mí en clase.

-Créeme, nadie se alegra más que yo, es por tu bien.- murmuró. 

-¿Qué quieres...- empecé a preguntar, no muy segura de qué había querido decir.

-¡Genial! Ya hemos sacado todo. Veo que por aquí, hace más frío que en Los Ángeles- repuso, cogiendo unos shorts vaqueros con una banda negra-. Como no quiero matarte de frío, tendremos que coger algo que tape más.

Después de 20 minutos que fueron como 20 semanas, por fin Beth encontró algo que podía servir. No muy convencida, me lo puse.

-Creo que no tenía que haber escogido eso- dijo Beth, cruzándose de brazos y poniéndose seria, disimulando una sonrisa- ¡Vas a estar más buena que yo!

Me miré al espejo que había colgado en mi habitación. ¿Esto me tapaba más? Llevaba una mini falda negra ajustada y un top granate sin tirantes, que dejaba al aire mi ombligo. Jason odiaba que me pusiera este conjunto, decía que era demasiado. Dolida, intenté no pensar en él y no recordar nuestra historia, y me centré en mi nueva vida. Mientras me sumía en esos pensamientos, Beth me terminó de maquillar.

-Bueno, estamos listas. Vamos, si salimos ahora todavía llegaremos a tiempo para que todos se mueran de envidia- dijo, cogiéndome de los hombros y sacándome de la habitación.

***

-Pero, ¿a dónde me has traído?- exclamé, asombrada, mirando a mi alrededor. 

-Pues a la fiesta, a dónde sino.

-No sé, me imaginé que sería en alguna casa, como suele ser, o incluso en algún tipo de local. Pero ¡estamos en medio del campo!

-¿Y qué? Seguro que tus fiestas eran en la playa, es  vegetación y naturaleza aún así.

Touchè.

Sabía que el pueblo de Mind Falls estaba rodeada por un bosque, pero nunca pensé que las fiestas que veía en las películas existían de verdad. En una explanada enorme rodeada de árboles, casi todo el instituto se reunía en torno a una hoguera. Había mesas con comida (que definitivamente no iba a comer) y bebida,  además de unos altavoces. 

-Venga, vamos a dar una vuelta- Beth me cogió del brazo y me llevó hacia las mesas. Se empezó a servir un vaso y me lo ofreció. No muy segura, dudé y lo cogí. Cuando mi hermana y mi madre murieron, salir de fiesta y beber fue mi refugio, hasta que me di cuenta de lo malo que era eso para mí y dejé todo ese mundo atrás. Le di un pequeño sorbo, prometiéndome a mí misma que no me iba a pasar.

Zane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora