-Bueno, así que tú eres nuestra vecina nueva. He hablado un par de veces con tu padre ya, ¡y tú pareces tan agradable como él!
No sabía en qué momento de mi vida había llegado a esta posición. Yo, una pobre chica que no tenía nada más que curiosidad, atrapada en una casa que más bien parecía una mansión con un el chico más sexy y tenebroso del mundo en su familia. Y yo creía que los lunes no podían ser peores.
-Sí, nos mudamos hace un mes más o menos.
-Y ¿qué talç? Espero que todo genial, con lo guapa que eres no habrás tenido problemas empezando en una ciudad nueva- comentó, mientras me tocaba el pelo. Me caía bien, estaba llena de vida-. No es por ser superficial, sé que lo que importa está dentro, pero yo también fui joven una vez y me dejaba guiar por la apariencia, ¿sabes?
Pese a que estaba sonriendo, había algo extraño en su tono de voz que me llamó la atención. No supe distinguirlo exactamente, pero me pareció a que había sonado a un consejo, quizá una advertencia.
-Bueno, no me ha ido tan mal.
-¡Ay dios, pero qué tonta! No me he presentado, pensarás que soy una maleducada, perdona- Ni en un millón de años pensaría eso. No entendía como esta mujer tan encantadora podía haber criado a Zane-. Soy Melissa Claxton, la tía de Zane.
Ahora que me daba cuenta, no sabía cuál era el apellido de Zane. Definitivamente tenía que investigarle.
-Encantada de conocerla. Yo soy...
Iba a presentarme cuando una vocecilla me interrumpió.
-¿Eres Maddie?
Miré hacia donde venía la voz. En las escaleras blancas y enormes que daban al piso donde estábamos, había un niño de unos ocho años con un pijama de Bob Esponja puesto. Era adorable, juro que nunca había visto algo tan cute en toda mi existencia.
-Sí, soy yo.
-Yo soy Blake. Es que Zane me ha hablado de ti, creo que hasta dijo que te espiaba por la ventana. A lo mejor eres frutera, porque creo que dijo que le gustaban tus melones, pero no pareces vendedora de fruta.
Vale, si alguna vez en toda mi vida me había puesto roja, no creo que nada se comparara a como estaba en ese momento. Cómo. Se. Atrevía. Dirigí la mirada más terrible hacia Zane, que me miraba con su sonrisa de lado, como diciéndome "mírame que guay soy, te espío como el jodido pervertido en el que me he convertido". Ni siquiera me atrevía a mirar a Melissa, que debía imaginarse que yo era lo peor en este mundo.
-Bueno, ¡ya está bien Blake! Deja de ser tan travieso. Perdona Maddie... a los dos- dijo, regañanado a Zane con la mirada. Cogió a Blake en brazos y le dio un estrujón, como diciendo "estoy enfadada, pero eres irresistiblemente mono y no puedo ponerme seria", y se dirigió hacia la cocina-. Mejor os dejamos solos. ¿Te quedas a cenar, ¿no?
Otra vez, abrí la boca para contestar pero Zane se me adelantó.
-Sí, ahora en un rato bajamos a ayudar.
Vaya, así que también ayudaba a su tía. Por qué tenía que darme mala espina, por qué. ¡Si era perfecto!
Una vez solos, examiné el salón. Era increíble que algo tan cercano a mi casa no se pareciera en nada. Todo era enorme, el salón era precioso, blanco pero con estanterías y cuadros de colores, y unas escaleras como las de las películas cuando bajan las princesas estaban en el centro del salón. Parecía una casa recién sacada de Pinterest, donde viviría un chico Tumblr.
-Mi tía está obsesionada con la decoración- dijo Zane, observándome. Me cogió de la mano y me llevó de recorrido por la casa. Sin embargo, antes de ir a ningún lado, me paré, sin soltarle de la mano. Su tacto era cálido, me gustaba el agarre porque me daba seguridad, y ante esos sentimientos, aparté mi mano. Me miró, confundido.
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Zane.
Teen FictionNueva ciudad. Nuevas amigas. Nuevos chicos. Cuando Maddie llega al pequeño pueblo de Mind Falls, está dispuesta a pasar el mejor último año de instituto, alejada de problemas y de su pasado. Hasta que se encuentra con Zane: misterioso, guapísimo...