Capítulo 5.

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-Maddie por favor, no tengas sexo con él- susurró Beth, mientras Zane la llevaba a su casa. Me puse roja ante su comentario y di gracias a los dioses porque ella y yo fuéramos sentadas en la parte de atrás del coche, quizás así no hubiera logrado escucharlo.-Bueno, es decir, sí, tenlo, verás que bien te lo pasas, pero con protección.

-Vale, vale Beth, entendido.

Cuando la dejamos en su casa, Zane me obligó a sentarme en el asiento del copiloto porque sino "se sentía como mi chofer", y eso en una cita no podía ocurrir. Íbamos sentados en silencio, escuchando alguna canción que ponían en la radio mientras yo me replanteaba en qué momento había accedido a ir a las 2 de la mañana a donde fuera con él. ¡Si apenas le conocía!

-No eres muy habladora- dijo Zane mientras me sacaba de mis pensamientos. 

-Vaya, que observador- contesté sarcástica-. Y para tu información, sí que hablo, solo que con gente que al menos me guste.

Me cogió de la barbilla con una mano, obligándome a mirarle la cara y, guiñándome un ojo, comentó:

-Qué mal que yo solo te encanto.

Menos mal que todo estaba oscuro y no se podía ver lo roja que me había puesto. Pasamos el resto del viaje en silencio y, al contrario de lo que esperaba, no se me hizo muy largo. Cuando llegamos, bajamos del coche y abrió su maletero mientras me miraba. Le aguanté la mirada unos segundos, demostrando que no me ponía nada nerviosa, pero cedí a la tentación y dirigí mis ojos al maletero. Un escalofrío de terror me recorrió el cuerpo.

-Ay por favor, no me secuestres, que te juro que he venido aquí porque he querido, si quieres sonrío y todo...- dije de manera suplicante.

-¿Estás loca o qué?- dijo entre risas. Yo estaba todavía aterrada y no sabía qué mierda le hacía tanta gracia, si es que era un fetiche raro secuestrar a chicas sin piedad y, en un momento de duda mientras se secaba las lágrimas de la risa, yo me di la vuelta y eché a correr. No sabía ni a dónde ni si tendría que cambiarme el nombre para que nunca me encontrara, pero corrí tan rápido que me sorprendí. 

De todas formas, no llegué muy lejos porque unos brazos fuertes me rodearon la cintura por atrás. No tuve que darme la vuelta para saber que eran de Zane. Me acercó a él sin soltarme, y pegó su boca a mi oreja. Aunque no lo veía, sabía que estaba sonriendo. Inspirando, pude oler su perfume, y madre mía... ¿es que no tenía nada malo, salvo el ser un psicópata secuestrador?

-Bombón, no corras tan rápido- susurró contra mi oreja. Su aliento era cálido y me gustaba cómo se sentía-. Solo te estaba abriendo el maletero para que cogieras una de mis sudaderas, estás mojada y no quiero que te resfríes y me acabes culpando a mí.

Me pegué a mí misma mentalmente. ¿Cómo se me había ocurrido que quisiera hacer eso? Soltándome del agarre de Zane, me dirigí a su coche, intentando hacerlo de la manera más digna, y cogí algo de ropa para cubrirme. Zane todavía se seguía riendo, y ahora que no tenía miedo de acabar muerta, me di cuenta de la sonrisa tan bonita que tenía. No su sonrisa sexy de medio lado, sino su sonrisa real, que sorprendentemente, me hizo reír a mí también. Se debió de dar cuenta, porque dejó de reírse y se recompuso.

-Sabes, si quieres, puedo hacerte cosas muy muy malas...- habló, volviendo a su estado normal-idiota y suspiré, negando con la cabeza. Me puse una de sus sudaderas, una totalmente negra que no pegaba nada con mi falda, y no pude evitar soprenderme ante el olor que desprendía, olía tan bien... Me quedaba enorme, porque yo era más bien bajita y él muy alto, pero me hizo sentir bastante cómoda.

Entramos en The Waffle House, y, después de pedir algo que me había recomendado Zane porque nunca había venido a uno de estos, me puse muy nerviosa.

Zane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora