-Maddie, ¿por qué me dejaste morir?
No podía dejar de escuchar esas palabras. Retumbaban en mi cabeza y pensaba que me iba a explotar. La voz de Brittany, mi hermana, me perseguía a donde fuera.
Estaba en una gran pradera verde, donde no había nada ni nadie más que yo. Corría desesperada, con lágrimas cayendo por la cara, intentando alcanzar la voz de mi hermana. De repente, parpadeé y toda la explanada verde ahora era un edificio antiguo donde nunca había estado. Era como un laberinto, todo lleno de pasillos oscuros y antiguos donde había manchas rojas oscuras en la pared. Entrando en pánico, corrí, sin saber muy bien hacia dónde iba, hasta que alcancé una puerta al final del pasillo. La abrí, y una brisa fría me llegó a la cara. Mirando a mi alrededor, me di cuenta de que estábamos en una especie de terraza que había en el tejado. Estaba todo rodeado de niebla espesa que no me dejaba ver claramente, y unas nubes oscuras se posaban en el cielo, una imagen que parecía irreal.
Allí, vi a un chico sin camiseta dado la vuelta, mirando hacia delante y con unos pantalones negros. Era alto y musculoso y tenía un tatuaje negro que le cubría toda la espalda, una especie de cetro con dos alas enormes y dos serpientes enroscadas en el cetro. En frente de él, estaba una chica subida en el muro donde terminaba la terraza. Su cara me sonaba, creía haberla visto en la fiesta de aquella noche, morena y bajita, había sido muy agradable conmigo. Estaba sonriendo, pero lágrimas caían por su cara. El chico levantó la mano, dijo unas palabras que no logré entender y la chica se echó para atrás, mientras se dejaba caer por el tejado. De ella, salió el grito más horrible que mis oídos habían escuchado jamás acompañado de un hilo blanco que salió de su garganta.
Preocupada y gritando, corrí para intentar cogerla, pero ya era tarde: no había rastro de la chica. Dispuesta a saber quién estaba en frente de ella, me di la vuelta y solo me encontré ante unos ojos rojos, inyectados en sangre. No podía distinguir bien su rostro por la niebla, pero me sonaba.
-¿Qué haces aquí?- dijo, con tono desafiante pero con sorpresa.
Su voz, incluso sus ojos y ese aroma... yo lo conocía. Era Zane. Asustada, me volví al edificio y corriendo por los pasillos, perdida, rezaba porque todo esto pasara rápido, mientras los gritos de mi hermana me resonaban en los oídos.
Me desperté dando un salto, nerviosa y con lágrimas en mis ojos. ¿Qué había pasado? Mis sueños en esta casa se estaban volviendo demasiado extraños. Y lo peor de todo, ¿por qué estaba soñando con un Zane tan horrible, cuando el Zane que yo conocía era borde, pero agradable? O más bien, ¿por qué estaba soñando con Zane?
Todavía nerviosa y cansada, estiré el brazo para coger mi móvil, y me di cuenta de que había dormido con la sudadera de Zane, que todavía parecía tener su olor impregnado. Un problema más. Tenía un mensaje de Beth preguntándome que qué tal estaba, y nada más. De mal humor, tiré el móvil a la cama. Cuando me fui de Los Ángeles, las que se hacían llamar mis amigas me habían jurado amistad eterna, pero tan solo una semana después de marcharme, no me contestaban a ningún mensaje. Y por no hablar de Jason, mi supuesto "novio", que dejó de hablarme y nunca supe nada más de él. Habíamos estado juntos durante un año, y lo pasé fatal, sobre todo porque él me había ayudado cuando yo creía no poder seguir adelante.
Me levanté con desgana y me dirigí al salón, donde me encontré a mi padre, desayunando mientras veía la televisión.
-Hombre, desaparecida, veo que te estás adaptando bien- comentó, sonriéndome. Mi padre era muy apuesto, pero como casi no le veía, a veces hasta se me olvidaba su cara.
-Hola papá- contesté-. Sí bueno, ayer estuve en una fiesta que había para empezar el curso. He conocido a una amiga, se llama Beth.
-¡Ah! Eso es genial. Ya me la presentarás.
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Zane.
Teen FictionNueva ciudad. Nuevas amigas. Nuevos chicos. Cuando Maddie llega al pequeño pueblo de Mind Falls, está dispuesta a pasar el mejor último año de instituto, alejada de problemas y de su pasado. Hasta que se encuentra con Zane: misterioso, guapísimo...