No sabía en qué momento de mi vida estaba llevando cosas de mi casa a la casa del al lado. Después de insistir a Melissa que no era necesario que me quedara, ya que vivía a dos metros escasos y estaría bien, ella me comentó que siempre había querido tener una chica en casa, y no me dejó mucha opción a negarme.
Además, mi padre definitivamente había perdido el juicio. ¿Tan poco se fiaba de mí que dejaba a su pobre hija adolescente con 3 chicos en la casa de al lado? Seguro que cuando dijo eso, estaba anestesiado.
-De verdad que no es necesario. Además, tengo una amiga a la que seguro que no la importa que me quede con ella unos días, para no estar sola y eso- dije, sacando ya el teléfono del pantalón para llamarla y preguntarla, pero aún así, Melissa me empujó dentro de la casa.
-¡Qué emoción! Hasta podemos hacer cosas de jardinería juntas, cariño, ¿no es genial?
Cuando entré en la casa, unas voces masculinas me dieron la bienvenida.
-¡Te he dicho que no entres en mi habitación, capullo!
-Pues cierra tu puerta, imbécil. Qué pasa, ¿no quieres que vea todas tus cosas de friki pervertido? ¿O es que me escondes algo, querido Travis?
Supuse que ese era Kai molestando a su hermano mayor. Mis dudas quedaron resueltas cuando vi cómo pasaban corriendo por el pasillo de arriba, el mayor persiguiendo al pequeño, bajando la larga escalera de caracol hasta que le alcanzó y le empujó, haciendo que este cayera por las escaleras que le quedaban por bajar.
-¡Au! Eso me ha dolido, idiota. Te vas a enterar, gilipo...
A mi lado, una Melissa no muy contenta se aclaró la garganta. Los dos hermanos miraron con terror a la chica, y se pusieron frente a ella.
-Lo siento, tía, yo no... Un momento, ¡pero si es Maddie!- comentó alegremente Kai, mientras me miraba.- Mi preciosa dama, ¿qué tal has estado esta larga noche sin vernos?
Suspiré y le di una sonrisa.
-¿Qué hace esta aquí?- preguntó una voz mucho menos agradable y entusiasmada por mi visita. Le di mi peor mirada a Kai. ¿Cómo que "esta"? ¡Que tengo un nombre!
-Comportaros, por favor, aunque solo sea una semana. Enserio, no quiero que Maddie salga traumatizada de esta casa. Suficiente aguante he tenido yo.
Los dos chicos pusieron una cara de confusión. Al parecer, Melissa no había comentado ese pequeño detalle al resto de los habitantes de la casa.
-Bueno, como ya sabéis, Matt, el padre de Maddie, sufrió un ataque al corazón bastante grave, así que, como él está en el hospital ¡se queda con nosotros hasta que él salga!
Silencio. Eso fue todo lo que vino después de eso. Ni siquiera Kai, que parecía feliz de verme tan solo unos segundos antes, no parecía muy feliz con esa idea. No les culpaba, yo tampoco lo estaba. La situación se tornó un poco incómoda, y solo pude sonreír tímidamente, a nadie en verdad, porque ninguno me prestaba atención.
-¿Esto es una broma?- se atrevió a preguntar Travis.
-Más bien un castigo. ¿Es por todas las peleas? Juro que nunca más pegaré a Travis si es por eso-. Argumentó Kai. Vaya, que tipo tan agradable.
-No es el momento, ¿vale?- respondió su tía. Cogiéndome del brazo, me llevó escaleras arriba, ante las miradas atónitas de los hermanos. Mierda, y yo que creía que le caía bien al mediano.
-Bueno, te quedarás en la habitación de invitados. Zane está preparándola, espero que estés lo más cómoda posible.
-De verdad que creo que no debería quedarme aquí..- seguí insistiendo, pero Melissa ni se molestó en contestar. Suspiré, derrotada. Así que a estos límites había llegado mi pobre vida.
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Zane.
Teen FictionNueva ciudad. Nuevas amigas. Nuevos chicos. Cuando Maddie llega al pequeño pueblo de Mind Falls, está dispuesta a pasar el mejor último año de instituto, alejada de problemas y de su pasado. Hasta que se encuentra con Zane: misterioso, guapísimo...