Despertarme por la mañana fue todo un horror. El sol se filtraba por la ventana y chocaba contra mis ojos, por lo que me moví hacia el otro lado de la cama, todavía demasiado afectada por el sueño y el cansancio, para que no quedarme ciega, lo que significaría no volver a ver la indescriptiblemente sexy cara de Zane.
Zane.
Memorias de lo que había ocurrido a noche me despejaron la mente rápidamente. Ay Dios. Nos habíamos besado. Había sido genial. ¿Pensaría él lo mismo que yo? Mis pensamientos y mi conciencia me lo negaron, ya que casi huir de mí después del beso no es signo de que le haya gustado. Suspirando, muy avergonzada por la situación y preguntándome cómo iba a mirarle a la cara a partir de ahora, cogí mi teléfono que estaba en la mesilla de noche. El reloj marcaba las 7:30. Debía ser un milagro, pues era la primera vez en mi vida que me levantaba con tiempo y antes de la alarma. Definitivamente, el beso de aquella noche había desequilibrado el universo.
Casi iba a dejar en teléfono para comenzar a vestirme cuando algo me llamó la atención. El mensaje del desconocido que me había llegado esa noche, antes de salir de la habitación para encontrarme a un muy siniestro Blake, asomaba la pantalla. Preocupada, me reproché a mí misma que se me hubiera olvidado algo tan importante. Ese mensaje era la clave de muchas cosas, ya que significaba que alguien me estaba espiando y quería que no me enterara de algo que estaba pasando, lo que me ponía los pelos de punta y juré que tenía que tener más cuidado de aquel momento en adelante.
Unos golpes en mi puerta, como si alguien estuviera llamando, me sacaron de mis teorías locas conspirativas.
Terminando de ponerme unos vaqueros, abrí la puerta. Esperanzada de que fuera Zane, creo que hasta puse mi mejor sonrisa.
-Hola, monada.
Desde luego que ese no era Zane. La perfecta y blanca sonrisa de Kai dieron la bienvenida a mi día.
-¿Kai? ¿Qué haces aquí?
-Pues vivo aquí, boba. Qué mal despertar tienen algunas, aunque tu estás preciosa desde por la mañana- apuntó con voz sensual.
-Lo que sea- dije, cansada de que en esta casa, las hormonas de los hermanos estuvieran tan revolucionadas-¿necesitas algo?
-Ver a mi bella durmiente- reí un poco ante su comentario.- En verdad Melissa ya ha hecho el desayuno, así que baja cuando estés lista. Creo que Zane te llevará a clase, pero no estoy seguro.
Unas mariposas pequeñitas aparecieron en mi estómago. ¿Cómo se supone que tenía que actuar ante eso? Seguro que iba a hacer el ridículo. Al fin y al cabo, era lo que mejor se me daba hacer.
-Ah, mm, bueno vale. En verdad ya estoy lista, así que bajo contigo.
-¿Ves? Ya me has alegrado la mañana, Maddie de mi corazón.
-¿Así es como ligas?- ante su asentimiento de cabeza, la incredulidad se posó en mis ojos.- Pero, ¡si es horrible! Parece que estás sacado de una obra de teatro.
-Bueno, supongo que mi cara hace el trabajo restante. ¿Quién le dice que no a esto, eh?- riéndonos ante su comentario, entramos en la cocina, ante la mirada asesina de Travis y un Blake que desayunaba felizmente, jugando con unos dinosaurios de juguete. Normalmente, hubiera muerto de amor al ver una escena tan adorable, pero ahora me daba mala espina. Tenía que estar atenta a todo lo que ocurriera.
Irónicamente, cuando mis ojos vagaron del pequeño hacia la mesa de la cocina, toda mi concentración en el tema "quién me quiere matar o de verdad o del susto" se esfumó. En las películas, la madre siempre hace un desayuno digno de cualquier hotel de cinco estrellas, y la chica solo coge una fresa. Bueno, pues este majar no se quedaba atrás: crepes, chocolate, cereales, tartas y un millón de cosas más llenaban la mesa. Me senté, más feliz que cuando el chico que te gusta acepta salir contigo (mal ejemplo en mi caso) y me serví de todo en el plato.
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Zane.
Teen FictionNueva ciudad. Nuevas amigas. Nuevos chicos. Cuando Maddie llega al pequeño pueblo de Mind Falls, está dispuesta a pasar el mejor último año de instituto, alejada de problemas y de su pasado. Hasta que se encuentra con Zane: misterioso, guapísimo...