Capítulo 10.

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Era incapaz de centrarme y ordenar mis ideas. Los pensamientos se amontonaban en mi cabeza, y no podía tranquilizarme. Desesperada, me tapé la cara con la almohada, esperando que todo se solucionara.

 Al rato, escuché el chirrido de la puerta de la entrada y la voz de mi padre como si estuviera hablando con alguien. Como la cotilla que era, pese a no estar teniendo el mejor momento, decidí acercarme hasta la cima de las escaleras, escondida, para descubrir quién era la persona misteriosa que hablaba con mi padre. 

Mis esperanzas estaban puestas en Melissa, hasta que escuché más claramente la voz.

-... es encantadora, ya sé de dónde ha heredado esa cualidad. -la voz del chico de ojos y pelos oscuros retumbó en mis oídos.

Ante eso, mi padre respondió con una sonora carcajada, y yo sonreí irónicamente. Sí, seguro que pensaba eso. Sin embargo, muy a mi pesar y contra mi voluntad, me sonrojé ligeramente, no muy segura sobre si era por el cumplido o por la rabia que sentía.

Espera un momento.

¿Qué hacía Zane hablando con mi padre, y qué quería ahora? 

-¿Seguro que no quieres pasar a ver a Maddie? Estoy seguro de que se alegrará de verte.

Madre mía. Zane sí que le tenía hechizado. Mi padre, dejando entrar a un chico después de la hora de cenar. Un milagro que no había conseguido ni en años pasados.

-No, estoy seguro de que ya está en la cama, durmiendo. Mañana es día de clase.

-Vaya, qué responsable eres. 

Sí, claro. Apostaba el cuello a que ni siquiera iba a tocar un libro en todo el año. Además, por lo que había visto en clase, no es que le fuera muy bien.

-De todas formas, puedes pasarte por aquí cuando quieras, eres más que bienvenido. Me siento más seguro dejando a Maddie sola en casa sabiendo que los vecinos son tan agradables. 

-Ah, ¿está muchas noches sola Maddie en casa?

El corazón me dio un vuelco. ¿Por qué le interesaría algo así?

Cálmate, es una pregunta inocente.

-Sí, trabajo demasiado por el día. No sé si se sentirá sola...

-Bueno, no se preocupe y esté seguro de que tanto mi familia como yo vamos a hacerla sentir mucho más acompañada. Entonces, ¿quedamos en eso?

Seguro que mi el imbécil de Zane estaba regalando a mi padre una de esas estúpidas sonrisas que cautivaban a cualquiera. Y, ¿en qué habían quedado?

-Por supuesto, y gracias.

-Bueno, señor Brown, dé un beso a Maddie de mi parte- Mi nombre en sus labios sonaba extraño, pero sonaba demasiado bonito.

-Un placer conocerte, muchacho. Ya nos veremos.

Escuché a mi padre cerrar la puerta y me escabullí hacia mi habitación. Necesitaba respirar.

¿Qué acababa de pasar?

Sentí que llamaban a mi puerta, y la cabeza de mi padre se asomó, como una cabeza flotante. Eso me sacó una sonrisa.

-¿Qué tal el día, hija?

-Bien. Fui a cenar a la casa de los Claxton, los vecinos de al lado.- Así comenzaba mi plan de sacar información a todo el mundo que se pusiera en mi camino. Me estaba convirtiendo en una detective fantástica, más o menos.-¿Tú qué tal?

-Bien, bien. Maddie, he conocido al chico que vive al lado, ese tal Zane del que me hablaste el otro día, y creo que es un chico maravilloso. De verdad que me alegro de que seáis... amigos.

Zane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora