Asesina De Creencias 🌟

Capítulo 19

POV Katniss

— Su testigo señor Crane —dijo Peeta, sentándose a mi lado.

Séneca, ni siquiera se levantó está vez y dijo:

— La fiscalía descansa.

Eso me sorprendió. Porque Séneca, ni siquiera le dio una mirada a Alma, después de eso. Peeta, me miró un segundo antes de levantarse y decir dirigiéndose al jurado:

— De este hecho solo queda una testigo que puede darnos la realidad de los hechos. Ninguna mentira estando bajo juramento he de decir. Llamo al estrado a la víctima de este caso: Katniss Everdeen.

El guardia fue hasta mí y me ayudó a levantarme. Ya no llevaba las esposas, pero él se mantenía a mi lado cuidando de cada movimiento que yo hacía, mis piernas fallaron en cuanto me levanté, no estaba consciente de que todo esto fuera a pasar tan rápido. Peeta, me animó con una mirada suave y yo caminé al estrado sintiendo mis pies pesados pues sabía que esto estaba a punto de terminar. Escuché los susurros a mi espalda y Paylor, golpeó el estrado con su mazo llamando orden, pues todos empezaron a señalarme. Tras ella, estaba lo que todos los jueces se sabían de memoria un grabado en oro que decía:

"In God we trust"

En Dios confiamos.

El guardia me miró antes de poner la biblia frente a mí y decir:

— ¿Jura decir la verdad y solamente la verdad, sin quebrantar la ley de Dios y la del hombre?

— Lo juro. — respondí. Luego me senté torpemente.

Peeta, me miró por un segundo antes de comenzar.

—Señorita Everdeen, ¿qué fue lo que sintió cuando le disparó a Gale Hawthorne?, su esposo.

Todos me miraron con atención. Séneca, sonrió desde su asiento y yo miré a Peeta, parado frente a mí, esperando la respuesta a su pregunta. Quise saber si él era mi enemigo o me estaba ayudando pero sus ojos azules no revelaban nada. Nunca pensé verlo de esa manera, como un abogado de verdad, ya que frente a mí él era mi defensor. Mis ojos se llenaron de lágrimas y vi a la juez Paylor, mirarme con atención.

— Quise sentirme poderosa por lo que había hecho. Gale, no era más un problema en mi vida, pero no pude hacerlo. Me di cuenta de que Gale, no solo se había convertido en una amenaza para mi salud física y mental, él era como un demonio que, a pesar de haber muerto por mi mano, él seguiría y sigue aterrándome. Causó más que cicatrices en mi vida, y acepto que disparar esa arma no fue la solución al problema.

— Su testigo señoría. — dijo Peeta, girándose hacia su asiento.

Séneca, me miró desde su asiento sentado en el estrado con aire de odio. Sabía que lo habían mandado como la primera vez porque él era el mejor amigo de Gale, él había conocido su pasado, Sabía que Peeta, muy poco podía hacer en contra de lo que iba a pasar. Ese hombre me conoció cuando yo era una nada que Gale, había dejado luego de que yo le disparara. Cuando Peeta, por fin se sentó, Séneca, se levantó y se arregló su chaqueta mientras miraba, o fingía mirar, algo en su escritorio, luego enfocó sus ojos negros groseros en mí.

—¿Asesinó al señor Hawthorne, señora Hawthorne? —preguntó.

Peeta, se levantó diciendo:

— Objeción. El abogado está tratando mal a mi defendida. Ella fue juzgada por eso hace diez años.

La juez miró a Séneca, y a Peeta, pero Séneca, se adelantó.

— La pregunta tiene un fin señoría.