Outtake Séneca

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Podrías pensar que lo tengo todo en la vida. La vida deja entrever estupideces. Esto empezó como una broma. Encontré a Gale Hawthorne fumando marihuana tras las paredes de la iglesia de su padre y solo me senté a su lado y le pedí una calada. Independientemente de lo que creerías me la dio. Aprendí mucho de drogas con él.

Me volví su amigo. Aunque él no los tenía. Me volví su protector, aunque él no necesitaba de uno. Era una maldita máquina, el muy bastardo. La verdad, dudaba que tuviera un corazón. Aunque fue estúpido, estaba seguro de que podía hacer que te cagaras en tus pantalones con solo mirar en tu dirección.

Borró sus tatuajes. Esos que se hizo en la universidad cuando en una noche loca nos emborrachamos y tuvimos sexo con cuántas chicas pudimos. Creo que mi miembro dolió todo un día después de eso.

Borró sus tatuajes con láser y se convirtió en lo que su padre quería.

Yo lo habría hecho por su herencia.

Yo lo hice por la mía.

Fingimos cambiar nuestra vida. Todo era una maldita mentira. Aunque mi intención nunca fue convertirme en lo que el estúpido de mi viejo quería, me convertí en un maldito abogado. Cómo mi padre. Redundancia.

Podrías creer que él no caería en el juego. El bastardo era demasiado inteligente para hacerlo. Pero un día mientras tomábamos café en la vieja y destartalada cafetería de su madre vio a Katniss Everdeen pasar junto a su familia.

— Nunca he tenido un coño virgen.

Y sus ojos brillaron como malditas estrellas en un día nevado de Alaska, después se levantó y fingió chocar con ella. La chica era solo una niña estúpida a la que sus padres cuidaban como halcones, porque era una mujercita, y en este pueblo ellas tenían que casarse antes de tener sexo o conocer la palabra sexo si quiera.

Me dio asco.

Ella no sabía nada de la vida. Nosotros sabíamos de depravación y conocíamos lo más oscuro del mundo. Podrían preguntarme cuántas cosas estúpidas había hecho, cuando había huido a estudiar a la universidad lejos de este maldito pueblo y yo podría sonreír como un maldito asesino en serie y recordar cada una.

Tienes parte de la vida que quieres si sabes dónde buscar y cual parte te conviene más escoger. Gale Hawthorne sabía qué hacer. Él sabía de eso y no era ningún estúpido en ningún aspecto.

— El matrimonio es una pendejada Gale. Deja de hacer pendejadas.

Le dije cuando me llevo a comprar el maldito anillo. Sonrió como si estuviera drogado antes de decirme:

— No lo entenderías. Te golpeará un día y tendrás que responder.

Quise matarlo por su respuesta.

Ambos éramos así. Había cosas que no podíamos cambiar de nosotros. La violenta vena de querer ser unos monstruos aún estaba allí, a mí me susurraba diario al oído.

Podrías creer que los asesinos en serie son creados por malos padres. No era así, la mayoría de las veces. No éramos asesinos, pero es el mejor ejemplo que puedo darles. Con él todo era posible.

Gale fue criado en una casa en donde no había amor pero sí atención suficiente. Fuimos dignos hijos de nuestros padres. Incluso llegue a creer que iba a vivir su vida algún día, con la maldita mansión y una esposa incluida.

No quería hacerlo.

Había un mundo de posibilidades. Posibilidades que esperaban a ser encontradas.

Gale, las tomó todas, Katniss, incluida. Sacando la mierda de demonios que llevaba encima usándola como saco de boxeo.

La mirada de estúpida niña inocente desapareció y en su lugar la de una mujer perdida apareció. Gale, la desarmó como un niño con un nuevo rompecabezas y quebró la piezas para hacer con ellas cuántas estúpidas cosas quiso.

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