Daniela tiró el bolso hacia una esquina y se tumbó en la cama, sin quitarse todavía la ropa. Se sentía como una adolescente quinceañera después de su primera cita. Pero no tenía nada de lo que arrepentirse, se había abierto a Jax y había obtenido mucho más.Su negativa la había enfriado y se le había revuelto el risotto en el estómago. Ya no solo por la vergüenza ante el educado rechazo, si no por la decepción de saber que aquella noche no iba a saciar el furioso deseo que sentía por él. Entonces Jax la había dejado ver una muestra de la ardiente pasión que sentía por ella y el aire le había faltado durante unos interminables segundos. El hambre feroz de un hombre que no era del todo humano, y que compartía alma y corazón con una parte tan salvaje, que podría hacerla pedazos en lo que dura un latido.
Y entre la densidad de aquel atisbo del que Daniela fue testigo, pudo leer entre lineas algo más. Algo que no sabía si él había sido consciente de enseñarle.
Jax la deseaba tan furiosamente, que no podía fiarse de si mismo.
Pero aquello fue una prueba que le aseguró que Jax nunca la haría daño. Si era capaz de reprimir sus más bajos instintos por miedo a herirla de cualquier forma, ella sabía que jamás estaría en peligro a su lado. Ahora solo tenía que convencerle a él.
Oye, Siri. ¿Cómo llevarte a un alienígena a la cama?
Se desnudó lentamente, colgando el mono en una percha para devolvérselo a Esther por la mañana. O tal vez la convencería para que se lo regalara, porque se había enamorado de aquella pieza de muselina verde. Pasara lo que pasara, quería tener un recuerdo de aquella noche, no todos los días una mujer cenaba en presencia de un hombre llegado de otro planeta.
Dejó la ventana abierta de par en par y se deslizó por las suaves sábanas de algodón. No lo reconocería ni ante si misma, pero quería obligarse a dormir lo más rápidamente posible, ahora que tenía la imagen de Jax fresca en su cabeza. Ahora que su piel conservaba el olor a tierra de su cuerpo, y todavía podía sentir la presión de su boca sobre la suya.
Pensando en aquello, las sospechas la inundaron. Aquel beso no le había sabido a novedad. En sus sueños había paladeado los labios del cambiante a placer, pero creía que la onírica inexperiencia de Jax se debía a su egoísta imaginación, que quería saberse la primera en probar aquella indómita boca. Pero tal y como se había desarrollado en sus sueños, Jax no había hecho amago de mover los labios sobre los suyos. Con la respiración áspera y contenida, había presionado su boca sobre la suya y había dejado que Daniela lamiera a conciencia un colmillo, y después el otro.
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Tu mundo al anochecer. ©
Romance🟢 EDICIÓN TERMINADA 𝗦𝗔𝗚𝗔 𝗚𝗨𝗔𝗥𝗗𝗜𝗔𝗡𝗘𝗦 𝗠𝗔𝗡𝗔 𝗜 Como Inspectora de homicidios de San Francisco, Daniela Antoraz no puede descansar hasta que no atrape al asesino que está matando a su gente de la formar más horrible que se pueda imag...