☄️ Capitulo 26

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A pesar de que era consciente de estar rodeada por un puñado de nyx mentalmente equipados para reducir su cerebro a una masa sanguinolenta, Daniela se impulsó hacia delante, más cerca de la proyección de su padre

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A pesar de que era consciente de estar rodeada por un puñado de nyx mentalmente equipados para reducir su cerebro a una masa sanguinolenta, Daniela se impulsó hacia delante, más cerca de la proyección de su padre. Tenía un agudo sollozo atorado en la garganta.

—¿Papá?—repitió con voz quebrada.

Los verdosos ojos aleonados barrieron la cueva, sin prestarle atención. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo el Sir se tapaba la boca en un teatral gesto para contener una sardónica risa.

—¿No es tierno? Siento ser yo quien te informe: no puede escucharte, Inspectora.

Se acercó un poco más y el dolor en su cabeza volvió. Otro nyx moriría en cuestión de cinco minutos, pero no parecía importarle. Su mente, mucho más aguda que antes de conocer a Jax, supo canalizar una milésima del dolor para poder volver a mirar a la proyección de su padre. Él se había vuelto a hablar con alguien que no aparecía en el holograma, su colgante dorado rebotando con brusquedad con cada silencioso grito. 

"Papá, estoy aquí".

El dolor remitió, el sonido hueco del cuerpo de nyx cayendo sin vida hacia el suelo rebotó en las paredes. Uno menos.

—Voy a suponer que tu ejército personal de aphons Guardianes te ha puesto al día sobre qué cargos ostenta tu familia en Aphonis—un escalofrío de repugnancia la recorrió cuando el Sir apartó un mechón de pelo de su mejilla—. Eres importante, Daniela. Allí protegen muy bien a los suyos. Lazos de lealtad y jerarquía, clanes y manadas. No lo comparto, pero lo respeto, y apelo a ello para conseguir lo que llevo tanto tiempo esperando. ¿Me ayudarás?

Daniela ni siquiera tuvo fuerzas para mandarle a la mierda. No podía apartar la mirada de moreno aphon que parecía apunto de perder la paciencia, y se dio cuenta de que en realidad él no podía ver nada de lo que había dentro de aquella rocosa habitación. No podía verla a ella. Oh por Dios, no sabía si primero le fallaría la cabeza o el corazón. El recuerdo de su padre siempre había sido como un sueño que se olvidaba al despertar. Algo que había sido efímero, pero que echaría de menos eternamente. 

Su mente trabajaba para calcular si el Sir sería capaz de alcanzarla si saltaba hacia la figura del alto aphon. Quería abrazarle con tantas fuerzas.

Y con ese último deseo, llegó también la incertidumbre, el sentimiento de traición. ¿Pudo su padre fingir su muerte para abandonarlas a ella y a su madre? Para huir de sus responsabilidades. Huir de Zorth.

No, algo no encajaba. El dolor frío del Comandante había sido demasiado asfixiante como para resultar ser un error, él habría comprobado hasta el último minuto que su padre de verdad había muerto. ¿No era así? El érebo se había dedicado a mirarla mientras estaba analizando la actual situación, con sus ojos negros anegados de una brillante excitación que le daban un deje de locura añadida.

Ella apretó los puños y enseño los dientes.

—Es una grabación, ¿verdad? ¡Hijo de puta!—cuando se abalanzó hacia él, una nueva fuerza invisible la paró sobre sus pies. Tic, tac. Su cerebro se resintió—¿Matas mujeres pero no te atreves a enfrentarte a una, desgraciado?

Tu mundo al anochecer. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora