200 años atrás, más o menos.
Planeta Nyx. Galaxia Mana.Fue en una de sus eternas noches cuando los Nyx descubrieron que podían infectar con la ponzoña de sus colmillos a todo aquel al que mordiesen.
Nimén, el rey de los Nyx, miró al conjunto de soldados que se aglutinaba en su salón del trono. Como parte de la Galaxia Mana, los nyx habían aceptado enviar representantes a las incursiones programadas, a sabiendas de que sus planetas vecinos eran reticentes a incluirlos en cualquier acto oficial de los Siete planetas.
Los nyx no eran gente muy querida, ellos lo sabían. Y les encantaba.
Cargaron sus propias naves y partieron hacia el nuevo sistema solar descubierto, al que habían nombrado como Penthil. Visitaron todos los planetas allí situados en completo anonimato, como había sido pactado. No pretendían hacerse notar por los nativos, evitando así que pudieran pensar que estaban siendo invadidos.
Los Siete eran una galaxia de paz.
Aun así, saltándose alegremente la norma de no contactar con ninguno de los habitantes de aquellos planetas, los nyx habían encarcelado a una extraña especie de animal con infinidad de plumas, escamas y pieles de muy diversos colores. Era una delicia para la vista de los nyx, que crecían y morían divisando los colores pocas veces en sus vidas. El planeta Nyx era el más alejado de los soles que daban luz a los Siete, quedando en penumbras la mayor parte de su ciclo anual.
Iluminaron tanto como pudieron la sala del trono del rey Nimén. Querían que su rey admirara al animal en todo su esplendor, para que pudiera estar orgulloso de lo que sus soldados habían conseguido.
La sala del trono bullía de excitación.
Sacaron de su prisión al hermoso y sumiso ser, lo condujeron bajo grandes vítores hacia el rey. Casi todos los nyx de la región se encontraban en los alrededores del palacio, intentando divisar aquello que había perturbado la quietud de su planeta. Faltaba poco menos de diez metros para llegar hasta el trono, y el animal seguía tranquilo, con los ojos cerrados y la respiración acompasada.
Nimén miró cómo sus soldados más destacados se abrían camino hacia la puerta de la entrada. Sus manos se clavaban en los rocosos ángulos de su trono de piedra y metal. Todo en el planeta Nyx estaba construido con los mismos materiales. Tenía que reconocer, que si los demás planetas vecinos no hubieran llegado a enseñarles la avanzada tecnología que habían descubierto, posiblemente los nyx estarían mucho más cerca de una vida animal.
Aun así, Nimén no iba a agradecerles nada. Y mucho menos sería el apacible miembro del consejo de los Siete que todos pretendían que fuera. Los nyx habían sido dados de lado en demasiadas ocasiones como para pretender que eran un miembro activo dentro de la ejemplar sociedad que pretendía ser la Galaxia Mana.
Varios soldados hacían pantalla frente a su rey para impedir que la sorpresa fuera descubierta demasiado pronto. Los nyx merodeaban de aquí para allá para ajustar las luces, de manera que el rey pudiera admirar a la criatura por todos los ángulos posibles.
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Tu mundo al anochecer. ©
Romance🟢 EDICIÓN TERMINADA 𝗦𝗔𝗚𝗔 𝗚𝗨𝗔𝗥𝗗𝗜𝗔𝗡𝗘𝗦 𝗠𝗔𝗡𝗔 𝗜 Como Inspectora de homicidios de San Francisco, Daniela Antoraz no puede descansar hasta que no atrape al asesino que está matando a su gente de la formar más horrible que se pueda imag...