Luces artificiales de todos los colores creaban parpadeos intermitentes de destellos, que se reflejaban en la maraña de cuerpos de la pista de baile.
Acercó a Daniela a su costado, y deseó poder fusionarla con su piel, para que nadie pudiera verla. Su arché estaba erizado y en tensión, y se esforzó en pensar más allá de la necesidad de la bestia de destripar y desgarrar si se daba la ocasión.
Jax todavía dudaba de que no se diera.
En medio de la pista, un vanir desplegó sus ostentosas alas y las envolvió alrededor de una mujer kasher*, que chocaba su cuerpo contra él al ritmo acelerado de la música. Las pigmentadas alas contrastaban contra la albina piel y se enredaron en su blanco y brillante pelo. Ella rió extasiada.
Y como aquella mujer, había por lo menos otros diez miembros más de los planetas Kirita y Kalua. Junto con media docena de vanirs, y un puñado de aphons.
Era un jodido combo de todas las razas de los Siete juntas restregándose unas con otras. El local estaba lleno a rebosar de ellas.
—¿Qué demonios?—jadeó Nathen.
El syn de Jax trabajaba a plena potencia, dividido entre la exigencia de su parte salvaje de proteger a Daniela y la conmoción de ver algo que había parecido imposible. Cuando el Comandante había dicho que existían cosas que los Guardianes no necesitaban saber, nunca hubiera pensado en aquello. Ni siquiera había sido una opción.
Todavía analizaba a los suntuosos cuerpos, intentando digerir lo que tenía ante sus ojos.
Un ligero estremecimiento invadió a su compañera y Jax reaccionó. Su mente seguía en un extraño silencio que no le era para nada agradable. Si para él estaba resultando difícil de creer aquello, no quería ni pensar en lo que estaría pasando por la cabeza de su leeran.
Envió una riada de seguridad hacia ella. No pasaría por aquello sola. No pasaría por nada más sola, no si Jax seguía respirando sobre este mundo.
Daniela se relajó levemente y dejó caer su peso sobre él. Eso vibró dentro del pecho de Jax. Sabía que su compañera era una mujer fuerte, sólida y valiente, que no se dejaba amedrentar. Por Nierva, le había disparado con un taser. Nadie se había atrevido a atacarle, nunca. Su carácter firme tenía a su fiera encandilada, y dejar que Jax la sostuviera en aquella situación, era un derecho que atesoraría muy cerca de su corazón.
Nathen se llevó una mano a la cabeza y se rascó el pelo.
—Comandante, creo que se me ha roto el syn a mí también.—Murmuró, todos le oyeron perfectamente—¿Dónde está Freyen cuando lo necesitas?
Una mujer vanir pasó por su lado y le guiñó un ojo coquetamente antes de desaparecer por la puerta de salida hacia la calle. La boca de Nathen permaneció totalmente abierta.
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Tu mundo al anochecer. ©
Romance🟢 EDICIÓN TERMINADA 𝗦𝗔𝗚𝗔 𝗚𝗨𝗔𝗥𝗗𝗜𝗔𝗡𝗘𝗦 𝗠𝗔𝗡𝗔 𝗜 Como Inspectora de homicidios de San Francisco, Daniela Antoraz no puede descansar hasta que no atrape al asesino que está matando a su gente de la formar más horrible que se pueda imag...