☄️ Capitulo 18

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Las manos de Daniela se clavaron en su espalda cuando Jax bajo la guardia, y dejó libres sus muñecas

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Las manos de Daniela se clavaron en su espalda cuando Jax bajo la guardia, y dejó libres sus muñecas.

—Acércate más,— Daniela se impulsó hacia arriba, pero la parte baja de Jax la tenía encastrada contra la mesa y no podía moverse—quiero besarte.

Aquella ardiente petición le sacó del entumecimiento, mientras todavía tenía los ojos clavados en aquel dorado colgante. La luz que le proporcionaban las luces del techo, creaba un sinfín de destellos en las piedras de colores. Cada brillo se burlaba más y más de él. La garganta se le había cerrado, y tuvo que tragar saliva para poder hablar.

—¿De dónde has sacado ese collar?—preguntó con voz trémula.

Daniela soltó un bufido a la vez que se dejaba caer sobre la mesa, visiblemente frustrada.

—Era de mi madre, ¿porqué?—preguntó a la vez que metía las manos por debajo de la camiseta de Jax, acercándole a ella—No creo que sea un tema de conversación muy acorde con la situación actual. Aquí o en cualquier planeta.

Jax se tragó el ronroneo que tenía en el fondo de la garganta, al sentir las palmas de las manos de su compañera amoldarse a los músculos de su espalda. Candentes y suaves, un recordatorio de la profunda satisfacción que sintió al tenerlas apretadas a su alrededor en sueños.

Y en ese momento, eran mucho más reales.

Su arché estaba ebrio por el olor de Daniela, a mujer exuberante y comestible, y arañó su psique para obligarle obviar su reciente descubrimiento. Quería seguir bebiendo de su leeran, y destelló una imagen de ella desnuda bajo él, con la frescura de sus pechos frotándose contra sus ásperas mejillas. Era un maldito hijo de puta.

Tenía el cuerpo tan inflamado, que le dolió como la mierda no dejarse llevar por las adictivas caricias de su compañera, y se apartó de ella con un sonoro gruñido.

—Espera un momento, kathya.—No podía pensar con claridad si ella seguía tocándole así.

No con el terrenal sabor de su excitación impregnado en el aire.

—No quiero,—acarició su costado envolviendo la rodilla sobre la cintura de sus pantalones y se acercó a su oído—¿Así que kathya, eh?—sacó la lengua y lamió con languidez el contorno de su oreja, Jax se estremeció—¿Qué ocurre?¿Puedes follarme en sueños, pero en la vida real no?¿Una humana no es digna?

El meloso tono de su voz no concordaba con las afiladas palabras. Jax frunció el ceño, y notó un ramalazo de frialdad a través de su enlace mental. Su animal gruñó en desacuerdo.

Daniela estaba excitada y molesta a partes iguales.

—¿De qué estás hablando?

—No te hagas el tonto, Jax. Empecé a sospechar cuando me desperté el otro día con un enorme mordisco en el cuello.—Daniela enfatizó sus palabras apretando el agarre de sus dedos en las costillas de Jax, clavando las uñas en su piel. El fuego de la traición chispeando en sus ojos—Y colega, déjame decirte, que has sido el único en asomarte por esa zona en bastante tiempo. Los sueños han sido reales, ¿verdad?

Tu mundo al anochecer. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora