Había dormido muy mal, por no decir nada. Su cabeza divagaba sobre las muertes de sus padres, aunque la de su madre la dejó más tocada; ¿por qué se habría de suicidar?. Se suponía que los padres estaban allí para siempre, que nunca te abandonaban.
Se levantó de la cama pesadamente. Las posturas que realizó para coger sueño le habían dejado cardenales. Por primera vez, sentía que en la casa había una soledad abrumadora.
Salió de su habitación y fue a la de su madre. Miró debajo de la cama y divisó la maleta marrón que guardaba para "emergencias"; la tomó y la abrió. Cogió casi todas las prendas de su armario y las dobló con cuidado, para que todo encajase a la perfección. Metió también sus útiles de aseo y se vistió con una sudadera gris y unos pantalones demasiado cortos pero cómodos y sus botas de flores inseparables.
Desde las escaleras, observó la casa detalladamente y vio el inminente desorden. Decidió recogerla, colocando cada plato, barriendo cada esquina y limpiando cada cristal. Ahora parecía decente; pero aún le quedaba una cosa por hacer, quizás la más importante.
Tomó un papel manchado de restos de pintura verde, y un lápiz que había guardado para la vuelta a clase. Con la letra más bonita que era capaz de hacer, escribió :
"Hola chicos, supongo que os preguntaréis dónde diablos me he metido. Bueno, es una larga historia que no merece la pena contar; pero lo importante es lo que os quiero decir. Muchas gracias por pasar lo que quedaba de verano conmigo, simplemente me quería despedir. Ah, y por si alguna vez lo dudabais, siempre seré una perdedora."
Salió afuera y echó la carta en el buzón, levantando la banderilla. Conocía a sus amigos, y sabría que pasados unos días de llamadas sin contestación, irían a su casa y repararían en el buzón. Y si no lo hacían... bueno, pues Peggy se convertiría simplemente en un recuerdo.
Era la hora de comer, pero ella apenas tenía hambre. Temía comer algo y vomitarlo por los nervios, así que prefería no arriesgarse.
Ahora sólo quedaba esperar pacientemente.
🔥
Eras las tres, ya no podía esperar más, ya no podía aguardar más en esa casa. Cogió la maleta y tomó las llaves de su casa, cerró la puerta y tiró las llaves en la rendija de una alcantarilla cercana.
Podría haber caminado en dirección a Derry, pero en lugar de eso, se fue por las afueras que rodeaban la ciudad, para evitar ser vista; a medida que avanzaba, una sonrisa se iba dibujando en su cara, al pensar en lo gratificante que sería empezar de nuevo.
Después de quince minutos y unos cuantos arañazos de hojarascas secas, llegó a su destino. El Puente de los Besos.
Lo primero que vio fue un coche blanco, con la pintura un poco rascada y una matrícula bastante peculiar, parecía extranjera. Y sentado sobre el capó del coche estaba Patrick, jugando con su mechero. Ella silbó, para captar su atención :
- Llegas pronto, pensé que te ibas a rajar.- la miró de arriba abajo.- Hasta llevas una maleta.
- ¿Tú no?.- Peggy se colocó frente a él.
- Llevo algo de ropa y una par de zapatos, pero tú llevas un jodido armario.- ella rió, Patrick sabía como levantarle el humor.
- Anda, ayúdame a poner esto en el maletero, pesa como si llevara un cadáver.
- Oh, es que acaso lo llevas.- él la miró pícaro mientras cogía su equipaje y lo guardaba.- Le he colocado una matrícula extranjera al antiguo coche de mi padre, no nos van a encontrar aunque nos busquen.
- Interesante...Ya he encontrado a mi madre.- Patrick le abrió la puerta del coche mientras la escuchaba.
- ¿Y bien?.
- Se ha s-suicidado.- una lagrimilla se escapó de su ojo, pero el joven se la limpió.
- Lo siento, oye, si quieres podemos quedarnos hasta mañana... ya sabes, para que te tranquilices.
- Arranca, quiero salir de aquí lo antes posible.- él le obedeció.
Al oír el rugido del motor Peggy sintió como una aventura comenzaba aquí, volvía a sentir esa adrenalina de cuando se besaron por primera vez. Parecía que el mero hecho de estar con Patrick le descubría sensaciones que parecían estar muertas. Lo de su madre aún le pesaba, al igual que lo de su padre, pero al estar con el muchacho estaba más calmada.
Llevaban casi una hora en la carretera, y ya habían salido de Derry. Aunque se oía la radio, ellos estaban en silencio, un silencio que Peggy se encargó de romper :
- Patrick.
- ¿Sí?.- sin despegar los ojos de la carretera, él le prestó atención.
- Gracias por...ser tú.- por sorpresa, él la agarró de la mano mientras conducía.
- Te quiero Peggy.- vaya, se había puesto roja como un tomate.
- Y yo Patrick.
Y siguieron conduciendo, su aventura empezaba aquí. Y entre los dos, pensaban crear el ambiente de cariño que no siempre habían tenido.
𝐅𝐢𝐧
Gracias a todos y a todas por haber leído mi historia, siento que se haya acabado, pero puede que haga otra. Os quiero 💕
ESTÁS LEYENDO
0:00 | Patrick Hockstetter.
FanfictionA esa hora estará en el bosque, con ella. Nadie podrá oír los gritos, nadie podrá salvarla. Todo el mundo duerme a las 0:00. Todo el mundo excepto él.