"Encerrada"

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2018Tercer día, madrugada

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2018
Tercer día, madrugada.

El abrir los ojos hizo que sólo viera un poco se oscuridad, al ya estar acostumbrada a ello, pudo ver mejor el lugar, estaba en aquella habitación, en la cual encontró a Brahms, la había dejado ahí; entonces se dio cuenta de algo, Brahms estaba ahí, estaba leyendo un libro, levantó la mirada para verla a ella, se levantó de su asiento, al igual que ella, qué se levantó de un salto de la cama e intentó correr hacia por el túnel, no llegó lejos, pues había caído al suelo con dolor en su pie, bajo la mirada y observo la larga cadena que estaba ahí, con un candado.

Lágrimas comenzaron a caer, y un sabor metálico llegó a su boca, Brahms se acercó a ella, llevaba aquella máscara que provocaba un miedo intenso en Wanda.

—Eva, por favor, no me dejes —dijo él, Wanda sintió más escalofríos y miedo, él con la máscara y con su voz de niño pequeño, una voz que le salía a la perfección—. Por favor, Eva...

—¿Cómo sabes mi segundo nombre? —gritó Wanda asustada.

—Eva, no me dejes, por favor —siguió pidiendo, agachandose para estar en el suelo enfrente de ella, quien estaba en el suelo, sangrando su labio y nariz, con un golpe en la frente, y marcas morada en el cuello, con lágrimas cayendo.

—¡No voy a dejarte! —gritó ella con la voz quebrada—. Esta es mi casa, nunca dejaría mi casa. ¡Dejame en paz! ¡Dejame libre! ¡Dejame ir! —exclamó intentado patearlo en el rostro, pero él la detuvo, agarrando su pie, la jalo, haciendo que se golpeara de nuevo, pero en la cabeza.

—¡Quiero que me quieras! —gritó esta vez Brahms, sacando su voz verdadera, Wanda lo miro asustada, observándolo fijamente.

Brahms la miró fijamente, la jalo un poco más, dejándola abajo de él, acercó su mano al rostro de ella, y con su dedo pulgar, limpio las lágrimas que tenía en el rostro, Wanda lo observo fijamente, no quería que la tocará, para nada. Brahms comenzó a bajar su mano hacia el cuello de ella, donde estaba el collar eléctrico, Wanda entonces se dio cuenta en ese momento que tenía un collar en el cuello.

—¿Qué me pusiste? —gritó Wanda desesperada, pero entonces calló al ve como Brahms se le había acercado a su cuello, posando sus labios en el—. ¡No, dejame!

—No me dejes, Eva, por favor, no me dejes —pidió comentó cuando separaba sus labios del cuello de ella, bajo su mano hacia el cuerpo de ella.

Wanda sin pensarlo dos veces, levantó su rodilla, golpeandolo donde tenía la herida, y de paso, lo golpeó en los bajos, haciendo que Brahms quedará dolorido, Wanda lo empujó para poder levantarse, al ponerse de pie, comenzó a buscar la llave del candado, entonces lo encontró a lado de Brahms, quien seguía quejándose, se acercó a él rápidamente y le quito la llave, comenzó a abrir el candado para comenzar a correr, pero él la volvió agarrar del pie, ella volvió hacerlo sin pensar, golpeó la herida.

Corrió lo más rápido posible, hasta que salió por fin de las paredes, encontrándose el baño, mismo baño en el que ella se baño, estática escucho los pasos de Brahms, volteo atras de ella para seguir corriendo, esta vez, corriendo hacia las escaleras, donde al estar bajando cayó al suelo al sentir dolor y ardor en el cuello. Adolorida intentó levantarse del suelo, pero volvió aquel ardor, comenzó a retorcerse en el suelo por el dolor, cuando de repente dejó de sentirlo, Brahms bajo las escaleras con cuidado y la cargo.

—Eva, por favor... —acarició el rostro de ella con delicadeza, mientras ella lo miraba inmóvil, con lágrimas en los ojos cayendo todavía—. Yo te quiero, quiero estar contigo. No me dejes, Eva. Por favor, estemos juntos... —pidió tomándola como si fuera una muñeca de porcelana ahora.

—Brahms, por favor, déjame ir —pidió en un susurro Wanda, dejando su brazo caer.

—Yo te cuidaré, como tu me cuidaste —comentó, empezando a caminar otra vez hacia las escaleras, comenzó a subirlas mientras observaba deseoso su rostro—. Estaremos juntos...

—Brahms, por favor —pidió una vez más ella tratando de ser fuerte.

Brahms no la escucho, volvieron a la habitación, donde la recordó y volvió a encadenarla del pie, de la mesa que estaba a lado de la cama, sacó un jeringa, en la cual, Wanda se asustó por un momento, era el tranquilizante, y estaba poniendo la dosis incorrecta, intentó alejarse, pero no funcionó, Brahms tomó el brazo de ella con fuerza e inyectó la jeringa en el brazo de ella, provocando que chillara Wanda.

—Tranquila, estarás bien —dijo con su voz de niño, sacando la jeringa de la piel de ella, la dejó en la mesa y acarició el rostro de ella, Wanda parpadeo pesadamente, observando el rostro de porcelana de él, quien se quito la máscara para dejarla en la mesa—. Ahora no me dejarás, no quiero estar solo, Eva... —susurró acoatndose a su lado, abrazándola por la cintura, de forma de cuchara.

Wanda cerró los ojos, no tenía fuerzas ahora, estaba demasiado débil. Mientras Brahms se sentía victorioso, tenía ahora a su muñeca de porcelana, tenía a su chica, Wanda estaba a su lado, tranquila, sin moverse, mientras Brahms solo acariciaba su rostro, su cabello, acercó su rostro al cabello de ella y lo olio con deseo.

Estaba ya deseando el momento perfecto en donde ambos unirían sus cuerpos y almas, eso quería, unirse a ella, entonces el teléfono sonó. Se levantó de la cama poniéndose la máscara para caminar hacia donde estaba el teléfono, al descolgarlo pudo escuchar perfectamente aquella voz.

¿Se encuentra la señorita Black? –la voz era la misma de hace dos años, era ella, y quería vengarce, había pedido ayuda, y él la había ayudado, pero a ella no le importo, lo hirió, lo lastimó, casi lo mata, y si no fuera por Wanda, él estaría muerto.

—¿Greta? —habló con su voz de niño, quería hacer que ella volviera a la casa, para vengarce, para matarla—. ¿Por qué me dejaste?

¿Dónde está ella, Brahms? –habló con tono duro, estaba enojada–. ¡¿Dónde mierda esta ella, Brahms?! ¿Qué le hiciste?

—Nada, ella, ella está dormida —habló Brahms, al mismo tiempo que escuchaba un golpe al otro lado de la línea.

¡Dejala en paz, Brahms! –gritó Greta furiosa–. Voy a volver y voy a llevar a la policía, lo prometo. No dejaré que le hagas lo mismo que le hiciste a Cole o a mí.

La línea corto, Greta había colgado. Brahms dejó el teléfono en su lugar para volver con ella, al llegar, la encontró dormida, parecía estar muerta, y eso lo hizo sobresaltar. Corrió hacía ella y acercó su oído al rostro de ella, y pudo escucharla, pudo escuchar su respiración a la perfección.

Estaba viva. Sonrió. Volvió acostarse a lado de ella, volviendo abrazarla por la espalda, y volvió a oler su cabello.

Brahms la amaba, o mejor dicho, estaba obsesionado con ella. Ella es dulce, y eso amaba él, su dulzura, y solo para que nadie se la quitará, la iba tener ahí para siempre.




















































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Estaba escribiendo el capítulo bien agustín, y de repente, en la televisión, comienza la película de "¿Donde están las rubias?" y qué ya no puedo escribir porque me desconcentra la película.

Chingada madre. Ando emperrada.

En fin, espero les haya gustado el capitulo, no olviden votar y comentar, eso me ayuda mucho en seguir con la historia.

Si tiene tienen dudas o ideas para la historia, no olviden preguntar y compartirlos.

𝐏𝐢𝐞𝐫𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐌𝐢𝐞𝐝𝐨 || ʙʀᴀʜᴍꜱ ʜᴇᴇʟꜱʜɪʀᴇ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora