CHARLIE HANS DILLAR
El año nuevo ha llegado a Austin, Texas. Eso quiere decir nevadas, chocolate caliente, pijamas afelpadas, pintar y leer bajo el calor del hogar. El invierno no es tan malo cuando lo pasas bajo un techo, dentro de un auto con calefacción
Digo esto porque justo ahora estoy caminando dos cuadras hacia la escuela, solo llevo un gorro que hace que me piquen las orejas, jeans calentitos con el interior forrado, botas y mi chamarra roja para soportar el frío. Tal vez podría haber tomado el autobús y evitar caminar, pero me he levantado tarde y mi madre no ha tenido ni ganas de hacerme desayuno, y mucho menos de llevarme a la escuela con semejante frío. Tal vez la culpa de todo la tengo yo por levantarme tarde.
Tengo tanto frío que ya no sé si tengo mocos o si mi nariz está congelada.
Mientras camino hacia la escuela tarareo una canción que tal vez vi en alguna serie de la televisión, para perder el tiempo y dejar de pensar en cómo me duelen los huesos.
Cuando tenga hijos, definitivamente los llevaré a la escuela pase lo que pase. No quiero repetir patrones.
He tardado la vida en dar cada paso, pero finalmente he llegado a la preparatoria, la acogedora y caliente escuela. Entro con prisa para dejar de sentir mis pies helados; sin detenerme voy hasta mi casillero y saco los libros de las primeras clases. Matemáticas, Física y Español. Para ser sincera, no son mis favoritas, yo soy más de arte. Guardo los libros en la mochila y me doy la vuelta para dirigirme hacia la clase de Matemáticas, para comenzar con la tortura. Al llegar, los pupitres están medio vacíos, al final ni siquiera he llegado tarde, faltan ocho minutos para que suene el timbre. Lo justo para evitarme la mirada de mi profesor y la típica pregunta de mis compañeros: "¿Por qué has llegado tarde?".
El timbre de entrada a clases resuena por toda la escuela. La gente entra a clase y ocupa las sillas a mi alrededor mientras platican con sus amigos, escuchan música con sus audífonos o vienen con la vista perdida en algún libro. El profesor entra y cierra la puerta cuando llega la última persona, Daphne.
Daphne Jensen era mi mejor amiga, al menos hasta hace unos años. Desde que nos conocimos en el jardín de niños hasta que entramos a la secundaria, nadie nos podía separar. Nos pasábamos las tardes después de la escuela juntas hablando de absolutamente todo: de moda, de chicos, de Hannah Montana, incluso recuerdo que hacíamos listas de los chicos más guapos, creo que aún conservo una de ellas. Pero no todo lo bueno dura para siempre. Nos separamos por mi culpa, porque dejé de hablarle. Ni siquiera le di una explicación, solamente hui. Y no fue solo de ella, también de
La puerta suena. El profesor suspira, tal vez imaginando ya quién está detrás. Se acerca, la abre y mira con desgana a las personas que están afuera.
—La clase ha empezado, jóvenes. ¿Por qué la tardanza?
Todos miran hacia la puerta. Por eso no me gusta llegar tarde.
—No encontrábamos estacionamiento.
—Hay que salir más temprano de casa. Pasen rápido Jace, Kenneth y Leonardo.
Los tres chicos entran a toda prisa, pasan por mi lado y se dirigen al final del salón para sentarse al lado de Daphne.
Jace, Ken y Leo también eran mis amigos, pero a ellos los conocí cuando entré a la secundaria. Chicos diferentes con una misma característica: son un amor de personas, lo que yo llamo chicos golden retriever, cariñosos, amables, simpáticos, sonrientes. Todo lo que un sueño tiene para hacerte suspirar. Así han sido desde que los conocí, aunque ya no sé cómo son ahora; solo tengo ese recuerdo de ellos. A ellos también les dejé de hablar. A todos, realmente, me alejé del mundo.
Jace, Daphne, Ken, Leo y yo nos hacíamos llamar «Los cinco inseparables», pasábamos nuestras tardes de escuela juntos. Luego, yo me fui y ellos siguieron siendo amigos hasta hoy.
Pude haber sido parte del grupo, pero mi cabeza no me lo permitió.
—Jace Grey, ponga atención y deje de mirar a, usted sabe a quién.
La clase comienza sin prisa con algunos ejercicios matemáticos. Mal comienzo de regreso de vacaciones de invierno. Quiero que termine la clase ya y que llegue la hora de descanso para poder leer algún libro, escuchar música, o que acabe el día escolar para comenzar con las extracurriculares. Ya me quiero ir.
Bueno, me presento para hacer tiempo.
Soy Charlie Hans, tengo casi dieciocho años, me gusta el arte, en especial la pintura, Niall Horan, los Cowboys, el color rojo y el amarillo. No soy muy sociable, pero hago lo que puedo.
JACE GREY EDWARDS
—Joven Grey —me llama el profesor de nuevo—, ponga atención, no querrá que diga el nombre de su compañera en voz alta, ¿o sí?
—No, profesor, pondré atención —me disculpo, muerto de vergüenza.
—Jace —me susurra Daphne a mi lado—, deja de mirarla, tendrías que hablar con ella de nuevo.
—Estás loca, qué pena me daría.
—Éramos amigos antes, y hablábamos.
—Pero hace muchos años. Ahora es como si fuéramos desconocidos, no puedo decirle que me gusta.
—Te gusta hace un año, ya es hora de hablar con ella.
—Sabes que ningún chico que haya estado enamorado de ella ha tenido suerte; solo me queda seguir en la sombra.
Suspira y regresa a su lugar para continuar prestando atención.
Al fin regresamos de vacaciones, las mías fueron de las mejores. Fui a las playas de México para sentir el calor, la brisa del mar, la arena entre mis dedos y partes que no deberían sentir arena. Me la pasé genial con mi familia, pero, sin duda, quería volver para verla. Cuando entré en clase, casi corriendo, lo primero que hice fue mirar al centro, donde siempre se sienta desde que comenzamos el último año. Estaba más guapa que nunca, con su gorro de los Dallas Cowboys y su chamarra roja, y la punta de su nariz roja.
Ni siquiera le hablo y la extrañé como si fueramos los grandes amigos.
Charlie Hans. ¿Cómo podría describirla? Sencillo: castaña de ojos café claro, labios rosados y carnosos, nariz perfilada y pequeña, y finas cejas. Esa bella chica se roba mis sueños desde hace tiempo.
Si tan solo pudiera acercarme y decirle lo que siento... Ojalá fuera así de fácil.
—Jace, última llamada de atención. — advierte.
— Perdón.
Bueno, mientras finjo prestar atención me presento.
Soy Jace Grey Edwards, voy a cumplir dieciocho años, me gusta el fútbol americano, estar con mis mejores amigos, el color azul y Charlie. Sí, ella me gusta mucho.
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Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]
Teen FictionLibro 1 de la Bilogía "Te Amaré" Libro 2: Por Toda La Eternidad Puedes querer y hacer que te quieran, pero si esa persona está rota por dentro no puedes hacer mas que dejarla ir. Duela lo que duela. Charlie es una chica adolescente con problemas f...