25.

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CHARLIE

La felicidad de una persona se puede decidir en un solo día.

Espero a Jace con impaciencia mientras miro por la ventana. Le he pedido que si por favor podíamos ir juntos, ya que no tengo auto y mis padres tienen que estar allí los primeros. Solo espero llegar y no encontrarme con una pelea porque sería muy vergonzoso y estresante tener que vivir todo eso este día tan lleno de emociones.

Salgo de casa antes de que pueda llame al timbre, no quiero esperar ni un segundo más. Recorro el jardín y subo al auto, me coloco el cinturón e inmediatamente suelto un suspiro pesado. Siento que la respiración me falla, son muchos los sentimientos que están ahora dentro de mí, siento que no puedo con todos juntos.

—Oye, oye, tranquila. —Toma mi mano y, por alguna razón, logra tranquilizar calmarme.

—Esta situación me pone de los nervios. Desde que he despertado he tenido ganas llorar, solo quiero que acabe ya.

—Vamos, que se hace tarde. Todo irá bien, te lo prometo. —Arranca el auto para ir a la corte del juez.

—Quiero llorar, Jace

—Hazlo, no retengas tus sentimientos.

Mis ojos comienzan a aguarse sin poder controlarlo. Aprieto su mano un poco cuando las lágrimas empiezan a salir. Por suerte hoy no me he puesto maquillaje.

—Tranquila —susurra— desahógate lo que necesites, y no tengas miedo, yo nunca te juzgaré por hacerlo

—Será un día pesado, presiento problemas.

—Si te sientes insegura, puedes apretar mi mano o mi brazo y trataré de hacer lo posible para ayudarte.

Sonrío y sorbo por la nariz tratando de parar las lágrimas y deshacer el nudo de mi garganta.

—Te quiero y siempre estaré para ti. —Entrelaza nuestras manos y me da un beso en el dorso.

El auto comienza a moverse en dirección a la sala de juicio. Mientras tanto nos quedamos callados escuchando la música de fondo. Lo miro sin que se dé cuenta, parece muy relajado conduciendo con una sola mano mientras con la otra hace círculos en el dorso de mi mano. Lo quiero tanto que me duele pensar que yo nunca podré darle todo el cariño que él me da a mí, el que realmente merece. Lo puedo lastimar mucho, no soy suficiente para Jace. Mis problemas y mi negatividad terminarán consumiéndolo un día, sí o sí.

—¿Estoy más guapo que de costumbre o tengo un moco? —pregunta de la nada sin voltear a verme.

—Estás más guapo que de costumbre con tu vestimenta formal —digo sin pena logrando que sus mejillas se pongan rojas y no pronuncie ni una sola palabra.

Los minutos pasan con rapidez, como si el universo quisiera que todo terminara ya. Poco a poco el auto se acerca al aparcamiento del lugar donde se llevará a cabo el juicio, puedo ver los autos de mis padres estacionados en dos esquinas diferentes.

Al aparcar comienzo a jugar con mis dedos más de lo normal. ¿Y si mi papá no tiene los suficientes argumentos? Si eso pasa, puede perder la custodia completa y lo perdería a él, tal vez no para siempre; sin duda, esos años sin él me afectarían demasiado.

Bajamos del auto y doy la vuelta, ahí puedo ver completamente a Jace. Lleva unos pantalones negros de vestir y una camisa blanca, zapatos de vestir y su cabello bien peinado. Debo admitir que se ve mil veces más guapo así vestido. Se acerca hasta mí y detiene mis movimientos al entrelazar nuestras manos.

—Los nervios muchas veces hacen que pierdas los estribos, pero tranquila. No estás sola.

Asiento tratando de respirar con normalidad, le ofrezco una sonrisa y me la devuelve. Comenzamos a caminar hacia el lugar, donde al entrar hay un eco tenebroso. No quiero estar aquí, pero no tengo otra opción. Entramos a la sala y nos sentamos en las bancas que hay detrás de mis padres. Nosotros nos sentamos en el lado de mi padre, en la banca que está justamente detrás de ellos. No hay mucha gente, solamente papá, mi madre, los abogados de ambos, Jess, Julian y un par de testigos más.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora