28.

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JACE

Me quito el casco y me paso la mano por el cabello para acomodarlo un poco. El entrenamiento aún no ha acabado y estoy que me muero: no dormí bien porque me quedé hasta la madrugada con Charlie. Cuando llegué a casa y me acosté, ya estaba desvelado; así que ahora estoy muriendo lentamente.

—Vamos Jace, estás muy cansado, eso no es digno de nuestro capitán —dice Leo palmeando mi espalda.

—Siempre eres tú quien nos dice flojos. ¿Qué sucede? —pregunta Ken cuando llega a nuestro lado.

—Ayer fui a ver a Charlie y me quedé dormido en su casa hasta tarde. Así que estoy desvelado —digo bostezando.

—¿Y cómo está ella? —preguntan al mismo tiempo.

—Quisiera decir que bien.

Los tres caminamos en dirección a las bancas para poder tomar un ligero descanso bajo la sombra que dan las gradas y nos dejamos caer sobre los asientos.

—Al salir de aquí iré a su casa, quiero asegurarme de que está durmiendo y comiendo lo suficiente.

—Pero tenemos mucha tarea hoy.

—La haré después.

—Y recuerda también que van a venir a vernos y a ofrecernos becas, puede que llegue una mejor que la que ya tenemos.

—Eso es lo que menos me importa ahora.

—Jace, yo sé que amas a Charlie y te importa mucho su bienestar, pero no puedes poner tu vida en un segundo plano por tratar de salvar la suya —comenta Ken mirándome con una expresión de preocupación.

—Ya lo sé, no es que esté descuidando mi futuro, sino que lo estoy forjando. Yo quiero que ella sea parte de él, por eso tengo que ayudarla, porque puedo hacerlo.

—No, para eso existen los psicólogos y psiquiatras. Tú puedes apoyarla, pero no tratar de ser el héroe del día —comenta Leo haciendo que lo mire.

—Claro que puedo, ella confía en mí, tengo todas las herramientas para ayudarla a mejorar su vida.

—Jace, no crees una doble dependencia —dice Ken.

—¿Qué quieres decir?

—Me refiero a que no hagas que tu futuro dependa de si ella está bien o no, y que tampoco hagas que ella dependa de ti para ser feliz. Ninguno de los dos se merece eso.

—Tranquilos, amigos, eso jamás sucederá. —Me levanto de un brinco—. Vamos, hay que terminar con el entrenamiento.

Camino hacia el campo sin esperarlos, siento unos extraños nervios en mi estómago por sus palabras. Obviamente no pasará eso, estoy seguro de que puedo ayudarla sin salir afectado.

El entrenamiento ha durado una hora. El cansancio me puede, pero, aun así, sigo conduciendo en dirección a su casa porque necesito saber que está bien. Además, le prometí que vendría; así como ella ha prometido volver a la escuela mañana. Yo creo que todo esto ha sido un gran bache, pero no uno de donde no podamos salir, vamos a avanzar, le voy a tomar de la mano y la jalare hasta que logre salir.

No la dejaré sola; ella tampoco me dejaría solo

CHARLIE

Apenas despierto desde que bajé a acompañar a Jace a su auto de madrugada. Cuando he regresado a mi habitación, no me ha sido difícil volverme a dormir porque su compañía me ha dejado muy tranquila. Tal vez Jace esté por llegar, prometió venir al terminar su entrenamiento y no se entretiene mucho después de las clases.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora