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JACE

Tan solo un beso me ha quitado el sueño durante todo el fin de semana. He pasado cada minuto de la noche cerrando los ojos y tratando de recordar todos los detalles de la fiesta. Definitivamente no estaba listo para eso. Creí que pasaríamos un largo rato mirándonos y luego un tema de conversación diferente se abriría camino; incluso cuando se puso de rodillas pensé que ya quería irse, pero no, tomó mi rostro y me acercó hasta sus labios, unos que llevaba deseando desde hace mucho, pero no me había atrevido a besarlos con seguridad. Aquella vez que casi pasa se quedó en eso, en un casi. Pero ahora, Dios mío, estoy muriendo y reviviendo al recordar ese momento, quiero gritar a todo el mundo lo que ha pasado.

Obviamente, no lo sabemos más que ella y yo, yo y la luna.

Y tal vez sea de esa manera por bastante tiempo, como un secreto nocturno.

Lo que ha sucedido esa noche me ha dado la suficiente seguridad para hacerle la propuesta del baile. No solo pienso darle la pintura y esperar su respuesta, he preparado algo digno de recordar, tal como ella dijo.

Hemos hablado durante todo el fin de semana, desde que la dejé en su casa y nos desvelamos más de lo debido hablando sobre música. También el domingo hemos estado hablando, sobre el partido que gané junto a mi equipo. Durante estos días, entre mensajes hemos pactado una clase de cita que ha sido idea mía, le he dicho que es algo casual, pero seguro que no tiene ni idea de que la voy a invitar al baile.

Ojalá me diga que sí.

Ahora mismo estamos conduciendo hacia el mirador en el que comenzó todo. He ideado algo muy sencillo, parecido a lo que hicimos esa noche, pero menos improvisado. Hay una gran canasta de pícnic en el asiento de atrás; obviamente Charlie la ha visto, porque cree que iremos a ver el atardecer al mirador, pero lo que no sabe es que hay otra parte de la cita que será más emocionante.

Estoy seguro de que no se la espera.

Al llegar comenzamos a acomodar las cosas, extendemos una de las dos mantas que he traído sobre la hierba, coloco la gran canasta y luego nos sentamos al lado. La suerte es que no hace mucho frío, casi nada, pero he traído una manta extra por si necesitamos acurrucarnos juntos para entrar en calor

—Extrañaba la tranquilidad de este lugar —comenta contemplando la vista aún iluminada por el sol a mitad del camino.

—Atardecerá un poco más tarde, pero por lo pronto podemos comer. He traído pastel de chocolate de mi madre, ya que en la fiesta estuvimos ocupados.

—Pues daremos cuenta de ese pastel de chocolate, es mi sabor favorito del mundo entero, y más cuando está recubierto de glaseado de fresa.

—Te encantará. Además de la comida también he planeado una actividad.

Me arrodillo junto a la canasta y comienzo a sacar las cosas: un par de lienzos pequeños, un montón de pinceles y muchas pinturas de diferentes colores.

—¿En serio? —pregunta, asombrada, tomando los pinceles.

—¿No te gusta?

—Claro que sí, he visto miles de parejas en Instagram haciendo esto en pícnics, es muy romántico. Bueno, tú y yo no somos una pareja, y lo romántico, bueno yo, tú

—Te entiendo —interrumpo su tartamudeo—. ¿Por qué no comenzamos a pintar antes de que se vaya la luz del sol?

Asiento con una sonrisa y toma uno de los lienzos en blanco y un pincel, después mira el lienzo unos segundos. No tarda en decidirse. Comienza a pintar sabiendo perfectamente lo que tiene que hacer, qué pinceles usar y qué colores combinar. Mientras tanto, yo no me decido si pintar un árbol o el cielo, y no sería de una forma muy artística, sino como un niño de preescolar.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora