9.

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JACE

No sé qué hacer. Me voy a volver loco. Ya ha pasado una semana y Charlie y yo apenas hemos intercambiado un par de frases.

Creo que no me atreveré a pedirle que venga conmigo al baile.

—Estoy emocionado por hacer mi propuesta —comenta Leo.

Nunca he visto a mi amigo ser tan organizado: ha movido cielo y mar para darle una buena propuesta a la chica que le gusta; incluso ha contado con nosotros y nos ha pedido opinión. De verdad anhela que le den el sí.

—Estoy bastante nervioso, pero a la vez emocionado.

—No tienen de qué preocuparse, los dos son amigos de las chicas que les gustan y aparte son guapos —murmuro con desgana mirando el suelo.

—No estés triste, Jace.

—No estoy triste, solo pensativo. No creo que sea nuestro momento de ir al baile. Tal vez no la invite.

—Tienes todas las de ganar, eres guapo.

—Eso no es suficiente, se necesita confianza y ganas, no solo belleza.

—No te puedes rendir.

—Solo es un baile tonto —murmuro con fastidio, y me adelanto hasta el salón de clases. Al entrar me percato de que ella aún no está allí, lo cual es extraño, ya que siempre llega pronto.

La clase comienza y ella no aparece, lo cual me extraña aún más. Así que decido sacar mi celular por debajo de la mesa.

—¿Estás bien?

La respuesta no tarda en llegar.

—Estoy resfriada.

—Oh, me asusté un poco al no verte en clase.

—Pues no sufras por mí; aunque tengo la nariz tan roja como Rodolfo.

Sonrío.

—Bueno, por ser Rodolfo, el reno navideño, hoy te has perdido una de las más acarameladas propuestas de baile.

—¿Cuánto de acaramelada?

—Un baile tipo musical. Demasiado hasta para mí, que tiendo a ser un cursi muchas veces.

—Bueno, creo que sí me hubiera disgustado un poco, bendito sea el Dios de los resfriados.

—¿No necesitas nada?

—¿De qué?

—Ya sabes, una sopa de pollo, o algo así. Después de clase podría llevarla.

—Suena muy tentador.

—¿Entonces? ¿Voy?

—Si quieres

Sonrío de nuevo y miro ligeramente al profesor, pero ni se da cuenta de que estoy poniendo nula atención a su explicación sobre los catetos.

—Okay, iré después de las clases, así te cuento de las demás propuestas que me superan en nivel de cursilería.

—Okay, te estaré esperando, Jace Grey.

Apago el celular y lo dejo sobre mi mesa, me muerdo ligeramente el labio tratando de no sonreír tanto, pero es inevitable.

Nunca pensé volver a tener tanta confianza con Charlie, no como para llevarle a su casa sopa de pollo cuando está enferma. ¿Será que ya me considera su amigo de nuevo? ¿O solo se le ha antojado la sopa de pollo?

¿Y si su «si quieres» es más en un tono seco implorando un no en vez de una invitación?

Sacudo la cabeza disipando esa idea. Tengo que dejar de ser tan paranoico.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora