Prólogo

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A través del campo se mantenía un silencio absoluto, apenas interrumpido por el ligero sonido de la corriente del río y una que otro ráfaga de viento que soplaba entre las enormes paredes de piedra alrededor; en el Valle del Fin la batalla había terminado ambos amigos se encontraban tirados en el suelo, uno al lado del otro observando el cielo que comenzaba a despejarse, en espera de su inminente muerte, tanto el rasengan como el chidori habían dado en el blanco dejando grandes heridas en el estómago del contrario, Sasuke giró la cabeza para ver a su amigo que yacía al lado, tenía los ojos cerrados, su respiración era lenta, apenas perceptible y su rostro estaba pálido debido a la pérdida de sangre.

– Idiota, pudiste haberlo esquivado – le dijo en tono bajo, el rubio abrió los ojos y le devolvió la mirada – Lo mismo digo, de veras – le contestó, se miraron unos segundos y luego rieron al mismo tiempo. Con mucho esfuerzo juntaron sus manos e hicieron los sellos específicos para cancelar el Tsukuyomi infinito, liberando a sus víctimas del sueño eterno.

– No creí... que terminara así – musitó el Uzumaki dejando caer su mano al costado, su mirada se tornaba borrosa y las fuerzas se agotaban rápidamente – Entonces... yo tendré que convertirme en Hokage – mencionó el azabache de forma sarcástica, aunque a esas alturas apenas podía sentir su cuerpo y su visión era cada vez más oscura – ¿Tienes miedo? – preguntó el rubio en un susurro mientras sus ojos se cerraban nuevamente – ¿Y tú? – contestó el azabache antes de quedar inconsciente...

- ¡NARUTO!, ¡SASUKE! – gritó la pelirosa al ver a sus amigos en aquellas condiciones, de un salto llegó hasta ellos y comenzó a revisarlos, las lágrimas empezaron a brotar, estaban inconscientes con enormes heridas en el abdomen y sangre por todos lados, rápidamente invocó a Katsuyu para que la ayudara a sanarlos, lentamente las hemorragias de ambos se detuvieron, pero no despertaron, habían perdido mucha sangre, incluso con la ayuda de Karin no había mucho que hacer, tenían que llevarlos a un hospital.

Pasaron dos semanas, Sakura se resistía a dejar morir a alguno de los dos, especialmente al azabache, aunque muchos de los médicos se negaban a atenderlo debido a sus crímenes – Deberían dejarlo morir – dijo una enfermera con odio, solo para recibir un fuerte puñetazo por parte de la ojiverde y salir volando por los aires, nadie dijo nada más después de eso, al menos en presencia de la médico, todo era tensión y caos, los daños por la guerra eran inmensos y los muertos eran más, para cuando Naruto despertó lo primero que hizo fue preguntar por su amigo, asombrando a Hinata que prácticamente no se había despegado de él en todo ese tiempo, al saber que su amigo estaba vivo y recuperándose pudo descansar tranquilo, no sin antes agradecerle a la Hyuga por todo lo que hacía por él.

El Uchiha despertó unos días después molesto por estar vivo, no lo merecía después de todos los errores que había cometido, ver al rubio a los pies de la cama vestido con una bata de hospital y arrastrando un porta-sueros le devolvió la calma por unos instantes, pero sabía que ahora debería pagar las consecuencias, Sakura e Ino eran las únicas que lo atendían, lo cual no le sorprendió en lo más mínimo, la pelirrosa por su parte seguía siendo la misma, no dejaba de tocarlo y mostrarse cariñosa con él lo que lo molestaba, llegó incluso a sugerirle que ahora que la guerra había terminado por fin podrían darse una oportunidad, él la miró dolido por todos los sucesos acontecidos anteriormente, – No – esa fue su única respuesta ante los llorosos ojos de la chica que no podía creer que nuevamente el amor de su vida estaba rechazándola.

- Entiéndelo, nada será como antes, ¿Crees que después de lo que he hecho me dejaran volver como si nada? – La joven trató de rogar una vez más lanzándose sobre él, abrazándolo y dejando correr sus lágrimas sobre la bata del azabache – Por favor – le pidió entre sollozos, – Soy una mierda Sakura, mereces algo mejor – le respondió sinceramente, – Te perdono – murmuró la pelirrosa como última opción aferrándose aún más a su cuello, el Uchiha quedó en silencio ante sus palabras, muy en el fondo un sentimiento de culpa lo invadió por completo, la misma culpa por acabar con su hermano; el momento fue interrumpido por la presencia de un peliplata quien quería hablar seriamente con su ex alumno, después de eso no la volvió a ver, pidió expresamente a su sensei que alguien más lo atendiera y un par de ANBUS en la puerta de la habitación le impidió la entrada hasta que el azabache fue dado de alta.

Pasó un mes para que finalmente pudiera abandonar el hospital, Naruto quien había dejado el lugar casi diez días antes fue a recogerlo esa mañana, con una mirada afligida le entregó un cambio de ropa y lo espero fuera de la habitación, cuando salió lo acompaño hasta la puerta del hospital, antes de llegar a la salida escucho el llamado de Sakura que corría apresuradamente hasta él, Naruto le bloqueó el paso mientras él avanzo hasta Kakashi que lo esperaba afuera con un grupo de tres ANBUS a su lado, – No era necesario todo esto – murmuró el Uchiha viendo al equipo que avanzaba a su alrededor – Solo es el protocolo – le respondió el peliplata con un dejo de tristeza en la voz, al tiempo que sacaba unas esposas de su bolsillo y se las colocaba al chico.

Sasuke bajo la mirada, desde ese momento, empezaría a pagar por sus crímenes, avanzó a paso lento, siguiendo a su exmaestro y escoltado por los ANBU, escucho los murmullos de la gente hacia su persona, algunos de odio y otros de burla al verlo finalmente esposado y en camino hacia la prisión; comenzó a odiarlos de nuevo, eran idiotas al pensar que estaba derrotado, él era fuerte, demasiado, si quería podría soltarse, matarlos a todos y huir sin ningún problema, pero no quería, simplemente se había cansado, estaba harto...

El juicio fue rápido, más que el de cualquier otro criminal, pese a los argumentos de sus amigos y compañeros para convencer al concejo de que ya no era una amenaza. "Prisión indefinida", ese fue el veredicto que dio el consejo de guerra, de nueva cuenta comenzó a odiarlos, aquellas palabras solo significaban que estaría preso hasta que lo necesitaran de nuevo o decidieran que era un estorbo, pero lo aceptó porque era lo que se merecía.

Tres años más pasó en la oscuridad, recordando una y otra vez sus pecados, maldiciéndose por despertar un día más y sufriendo en silencio; hasta que un día el rubio llego frente a su celda y con su singular sonrisa le dio la buena nueva, "era libre", eso no le gustó, algo querían...

La Elección Correcta (Sasuke y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora