La historia jamás contada sobre el verdadero origen de los Dioses legendarios Ares y Afrodita. La verdadera historia no es como te la han contado y ésta se remota hace millones de años antes de la creación del universo.
Se hace tarde, y Afrodita reúne a quien ella considera sus hermanas desde el primer momento en que las vio. Con un rama remueve la leña de la fogata. Las mujeres eran hábiles trabajando en equipo y estaban contentas de que Afrodita les enseñara.
Pero no hay nada que comer y sus estómagos crujen en el silencio de la noche, se escucha aqui y allá pero Afrodita es perspicaz. No dejará pasar el hambre y esta noche tiene algo que enseñar.
-Ya que todas hemos ayudado con la leña y la fogata, ahora busquemos pequeños animales que podamos merendar.
-Señora, ¿está bien si son bichos?- pregunta una.
-Hoy aprenderemos a ser humildes y comer de lo que haya. Por favor pongámonos a buscar. Nadie pasará hambre- replicó Afrodita.
En ese entonces, la capitana junto a las demás buscan entre los matorrales cercanos y encuentran todo tipo de animales. Bichos, ratones de campo, hasta orugas.
Afrodita toma cada uno de ellos y los asa en ramitas como bocadillos exóticos mientras la luz de la luna arroja su blanca luz hechizadora. La comandante la observa atentamente y no duda en imitar su actitud.
Las demas ayudan a preparar las hojas en el fuego, las rosan para poder servir en ellas.
Quien prueba la primera bocada es Afrodita, con el hambre disfruta del manjar exquisito y exótico de los asados. Mientras todas las demas también aprovechan en cenar, solo una contempla su plato.
-Debemos aprender a comer. En tiempos de guerra no habrá más que esto- Afrodita se dirige a ella mientras la mira fijamente.
Pero ella no entiende de explicaciones. Levanta su plato y lo coloca junto al fuego, mas no en la fogata. Su orgullo es mas grande que su propio hambre. Y sin pensarlo, da media vuelta y camina huyéndo de su manada.
-Déjale que se vaya- afirma la comandante.
-Debemos ir por ella, no debe estar sola en estos bosques de noche- replica Afrodita.
La comandante percibe en Afrodita un aire maternal que no olvida.
-Vayamos por ella- responde la comandante.
En ello Afrodita se detiene. Y alza la mano en señal de alerta. Escuchó pisadas y ramas rompiéndose. No están solas en ese bosque y no sabemos quién o qué las acecha.
-Manténgase unidas.
Las arqueras preparan sus flechas y las campanas trepan a los árboles camuflándose con ellos para avistar a quien veían. De pronto..
-¡Allá!
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Las arqueras lanzan sus flechas en dirección al este y del bosque salen hombres y mujeres con lanzas y espadas. Afrodita al frente, se encuentra con la matriarca, de ojos fieros y luminescentes de la noche.
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Combaten un duelo de espadas, esquivando uno y otro corte pero saliéndose con la suya. Afrodita aprovecha un segundo y su espada queda clavada en medio de su estómago. La matriarca cae y ve sus hombres verla sin esperanza. Ya no tienen qué perder, mas que su vida.
Uno a uno van cayendo. Hasta que, una figura fugaz cruza el bosque.
-"Vi a alguien, creo que es ella"- piensa Afrodita.
Recorre el bosque, cada vez acelerando sus pasos hasta que logra verla, es ella. La jovencilla que huyó del grupo.
Repentinamente se detiene y Afrodita extiende su mano mientras ella voltea a verla.
-Ven y vuelve con nosotras..
-Nunca podré ser como tú, prefiero servir a la oscuridad.
Es tarde, ante los ojos de Afrodita, la joven no duda en lanzarse del acantilado y desaparece en su profundidad.
-¡Señora! Ya no quedan más. ¿Qué pasó? ¿Por qué vino hasta aqui?
Afrodita no puede responder. Ha quedado sin palabras. Y sus ojos quedan congelados en aquel acantilado mientras el viento se atreve a levantar sus dorados cabellos.
-Ella se lanzó..
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