El Secreto del Trono

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Un nuevo Dios asume el deber de Padre y se consagra mientras sube escalón por escalón, hasta alcanzar el tan anhelado trono.

Ares lleva consigo el rayo y la osadía de portarla gracias a la derrota del Gran Zeus. Mas sin embargo, una Afrodita observa desde la multitud, se mantiene quieta, mientras sus ojos perdidos recuerdan a un Zeus traicionado por Érebo y un Ares recibiendo dicha ofrenda de espada cual premio afirma merecer.

Y aunque Zeus le dejó cierto sabor amargo, ella no aprobada ciertamente su destitución. Sin embargo, ahora, era invitada a sentarse al lado del trono de Ares y éste le concendió el reconocimiento ante todos los demas dioses.

-¡Oh bella Afrodita!

-¡Bienaventurada sea la reina!

Los gritos casi opacaban al recien estrenado rey

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Los gritos casi opacaban al recien estrenado rey. Pero éste era astuto en dismular su enojo. Tomaba de la mano cual calidez a su bella reina y le sonreia a los ojos sintiéndose orgulloso de tenerla.

Una diosa a lo lejos observa, Atenea se abstiene a mirar el paso de Afrodita hacia el trono y en su corazón aparentemente acepta su llegada.

-Érebo, mi amigo. Quiero que seas tú el que dirijas las huestes de mi ejército ya que necesitaré ayuda de parte tuya.

-Lo pensaré Ares. Tengo otras cosas que hacer.

-No confío en nadie más que en ti para este cargo.

-Lo sé pero lo haré cuando pueda.

"Qué desagrado, qué desconsiderado"- pensaba Ares. Mas su trono le otorgaba el dicho de la palabra absoluta.

-¡Te ordeno que lo hagas o te encerraré!

-Si lo haces, haré con Afrodita lo que le hize a Zeus.

Un corazón se quiebra en dos al escuchar estremecedoras palabras, y no es más que de la dulce Afrodita, quien derrama una lágrima viendo a otros con su vida amenazar como quien apuesta en una mesa de azar.

-¿También vas a traicionarme?- asevera un decepcionado Ares.

-Por qué no le respondes primero tú a tu bella novia y le cuentas la verdadera razón por la que no te quieres casar con ella.

-¡Basta! Es suficiente. Ya no eres bienvenido a mi casa.

-No debí haberte cedido el trono que yo conseguí.

-No debí haberte cedido el trono que yo conseguí

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Ares & Afrodita: Nacimiento ÓrficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora