1. Fanatismo

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Sabía muy bien que debería dejar de hacer eso. No estaba bien pero me encantaba hacerlo. De un momento a otro se convirtió de mi pasatiempo a mi adicción y ahora no hay día que no me resista a ir detrás de ese azabache que siempre estaba con sus amigos.

Todas y cada una de las mañanas me decía: "Hoy le hablaré", pero siempre me echo atrás y al final nunca lo hago. Él era una persona bastante cerrada y tímida, pese a que sabía más sobre él que este mismo, aún no tenía la fórmula mágica para poder entablar una conversación con él.
En fin, ¿Qué podría hacer una chica como yo, bastante normalita, con un chico como él y sobre todo teniendo aquel bellezón de amiga? La respuesta la sabía perfectamente y era nada.

Si quería que supiera siquiera que existía debería hacer algo rápido ya que dentro de unas semanas él se graduaría y yo pasaría a 2º; él se convertiría en un héroe profesional y, dadas sus habilidades, bastante bueno. Sin embargo, yo seguiría siendo una estudiante.

Ese día me levanté con los ánimos por los suelos, hoy no podría verle ya que era sábado. Me quedé un rato con la mirada fija en el techo sin pensar nada en particular, solo en busca de las ganas para bajar a la cocina y hacerme el desayuno. Cosa que no sucedió hasta que mis tripas rugieron exigiendo atención.

Después de hacerme el desayuno me dispuse a hacer unas tareas básicas de toda escuela para el fin de semana. El profesor Aizawa era muy exigente pero, la verdad, me gustaba. Así podría ser una mínima heroína que le podría llegar a la suela de los pies a mi querido Tamaki.
Pese a que este era eclipsado por su mejor amigo de la infancia, Mirio, Amajiki era bastante fuerte, más que un héroe profesional promedio sin duda alguna. Por algo era parte de uno de los tres grandes.

Mi madre me llamó casi al finalizar la mañana para que fuera a comprar unas cosas a un supermercado cerca de nuestra casa, así me puse en camino hacía allí. Pasaba por la acera, a un lado de los árboles de cerezo que comenzaban a florecer. Pronto sería Abril y acabaría mi primer curso escolar en la UA.
Vi a un gato negro descansando a pos de la sombra de un árbol por lo que me acerqué a él y comencé a acariciarlo muy cuidadosamente. Hasta llegué a escuchar un ronroneo.
Me encantaban todo tipo de animales y me encantaría tener mil, pero mi madre no aceptaba cualquier tipo de mascota en casa.

No sé en qué momento me puse de vuelta en camino hacía el supermercado y casi estaba entrando por la puerta.

Paseé por las calles hasta tener todo lo que necesitaba y como si fuera parte de un absurdo cliché de novela barata, Tamaki apareció con un carro de la compra al final del pasillo. Yo cogí una lata de tomate frito haciéndome la interesada leyendo la etiqueta mientras me fijaba de reojo en que cogía y que llevaba en el carro. En la compra llevaba comida bastante variada y saludable, toda una dieta de héroe profesional.

Al final, agarró un par de cosas más y siguió hacia delante adentrándose en otro pasillo. Yo di la vuelta por pasillo de atrás reencontrándomelo otra vez a principios de los refrigerados cogiendo algo de carne. Pasé por su lado y me quedé en la estantería del frente en la que él estaba. Por el espejo que había arriba de los congeladores podia verle perfectamente.

Lo sabía. Sabía que yo era un ser repulsivo, siguiéndolo simplemente como un perrito faldero. Pero solo con mirarlo se me aceleraba el corazón y, no quería admitirlo, pero el espiarlo y el miedo a que me descubriera me excitaba de sobremanera.

Rodé los ojos frente a mis pensamientos y finalmente me dirigí a la cola para pagar lo que llevaba. Estaba esperando cuando de pronto escucho que me llamaban y era una voz que reconocía bastante.

- ¡______! - Gritaron desde el otro lado de la sección de cajas.

- Mirio-senpai... - Lo nombre de forma baja mientras se acercaba.

Al contrario que con Tamaki, con quién no era capaz de hablar, con Mirio la relación siempre fue muy fácil ya que era una persona que te sacaba conversación en unos segundos. También fue él una de las razones por la que decidí hacerme heroína y entrar en la UA. Puede que también afectará que era vecina de Mirio desde pequeños y nuestros padres se llevaban bastante bien, por lo que inevitablemente acabamos siempre uno en la casa del otro.

- ¿Qué tal estás? - Me preguntó una vez a mi lado.

- Bien, supongo. - Sonreí un poco avergonzada de su pregunta pues siempre que preguntaban eso no sabía que responder. ¿Qué como estaba? Pues normal... ¿Cómo sabe uno como está? Era algo que nunca entendería. - ¿Qué hacías aquí? - No quería parecer descortés pese a que la pregunta sonaba como tal.

- Venía de compras con Tamaki y... - A medida que avanzaba su tono de voz bajaba. - ¿¡Dónde está!? ¡Madre mía! ¡Y si le han secuestrado! - Mirio se volvía histérico con respecto a su amigo en muchas ocasiones pues creía que era un bebé del que necesitaba cuidar cuando el que más cuidados necesitaba era él. A decir verdad, Mirio era un tanto ingenuo y siempre esperaba lo mejor de todos. Aunque eso no tiene porque ser malo.

Ah, que fastidio. Siempre tiendo a sobre analizar las cosas y las personas hasta el punto en que no me doy cuenta de cuando me pasó al límite del acoso y eso sumado con que soy extremadamente curiosa nos encontramos a una de esas típicas stalkers de las redes que te encuentran donde vive cualquier famoso en cuestión de segundos.

- Tranquilízate, Mirio... Estoy aquí - Apareció de pronto la persona a quién Mirio estaba buscando.

Yo me puse nerviosa inmediatamente y aparte la vista rápido sin siquiera dignarme a mirarlo.

- Bueno, creo que ya es mi turno... - Dije para salir de allí y dejar solo a los dos amigos rencontrándose pero Mirio fue más rápido deteniéndome.

- Espera ______, nosotros vamos a mi casa ahora. Te puedes esperar a que pasemos nuestra compra y te acompañamos a la tuya, ¿quieres?

No, no quería en absoluto.

- Claro, ¿por qué no? - Porque el chico al que acosas te acompañaría a tu casa imbécil.




"Solo fui una más de cientos"

You | Tamaki Amajiki × Lectora [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora