10. El valor de los momentos

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Llegué a mi casa aun enternecida por el acto de Tamaki y no mucho tiempo después recibí una llamada de Mirio por la que me extrañé, pues no hablábamos desde que volví a las sesiones de terapia.

- ¿Mirio? - Pregunté respondiendo a su llamada.

"¡____! ¿Qué tal?" - Me contestó alegre como siempre.

- Pues bien, acabo de llegar a mi casa de la academia. ¿Y tú?- Respondí cerrando la puerta del recibidor, dejando la mochila en el suelo dirigiéndome a la cocina.

"¡Me alegro! Yo también estoy bastante bien, aunque manejar la agencia es un poco trabajoso." - Se le notó una pequeña sonrisa nerviosa.

- Me lo imagino. - Respondí abriendo el frigorífico para coger algo para hacerme de comer.

"¿Y qué tal con Tamaki? ¿Has hablado últimamente con él?" - Me sonrojé inmediatamente al escuchar su nombre al recordar la escena hace unos minutos. - "¿____? ¿Estás ahí? - Me preguntó sacándome de mi ensoñación.

- ¿Por qué lo preguntas? - Me apoyé en la encimera mientras esperaba que se calentara la comida.

"Bueno, no debería decirte esto. El otro día me llamó diciéndome que estaba yendo a un psicólogo"- ¿Tamaki? ¿Psicólogo? ¿Por qué? - "Digamos que quiere superar su timidez por ti." - Me puse completamente roja cuando dijo eso ultimo.

- ¿Por-por mi? - Tartamudeé nerviosa.

"Si, al verte en la fiesta con... bueno teniendo un ataque, quiso ayudarte, pero sabe que con su personalidad nunca podría ayudarte" - ¿Entonces por eso se acercó a mi hace un rato y me preguntó cómo estaba y si estaba yendo a terapia? Entonces de verdad sí que está preocupado por mí. - "Eh, ____, parezco que hablo con un fantasma" - Rió a través de la línea.

- Lo siento mucho Mirio, solo me ha sorprendido. No creía que Tamaki sería de ese tipo de persona.

"Bueno, al fin y al cabo, es un héroe, ¿no?" - Me quedé pensando un rato en aquello en silencio hasta el timbre del horno sonó dándome a entender que ya se había terminado de calentar.

- Esto... Mirio, voy a comer, luego hablamos. - No dejé que se despidiera y corté.

Mientras comía me quedé un rato pensando en porque Tamaki habría hecho algo por el estilo. Quiero decir, no es que nunca tuviéramos una relación cercana, al contrario. Siempre nos tratábamos de la distancia, hasta hace apenas algunas semanas pensaba que ni sabia quien era, por lo que este repentino interés era algo completamente nuevo.

Siempre lo había endiosado. Me había parecido alguien inalcanzable, lo trataba como un amor platónico.

Por la tarde me dediqué a hacer los deberes de la academia para después sobre las 6 ir a la clínica de la terapeuta.

Entre por la puerta con mi mochila colgada a la espalda y esta encorvada, pues no me sentía muy cómoda en este lugar. Me senté en la sala de espera con los cascos puestos y música sonando mientras miraba a las personas a mí alrededor.

A mi lado había un chico con una sudadera con gorro la cual le cubría toda la cara. Me sentía bastante incomoda a su lado pues me daba la sensación de que me estaba vigilando, algo extraño. Emitía un aura maléfica, como misteriosa.

En cuanto la doctora me llamó entré corriendo a su despacho.

- Vaya, hoy vienes animada. - Rió de medio lado.

- No, en tu clínica hay gente muy rara. - Me senté en el puf y dejé mi mochila en el suelo mientras se subía en la mesa.

- Bueno, apuesto que los que están sentados también piensan que una chica con una cámara fotográfica en una clínica terapéutica también es un poco extraño.

- Sabes que no voy a ningún lado sin mi cámara.

- Lo sé. - Se formó un silencio incomodo, al que puso fin en unos segundos. - ¿Has traído lo que te pedí?

- Si. - Saqué la hoja en la que escribí las 10 cosas esenciales en mi vida y se la di. - Empezó a leerla en voz alta.

- La fotografía, ser heroína, la música, ¿tu madre? - Me preguntó alzando una ceja. - Mirio, Tamaki, Aizawa... - Dejó el papel sobre la mesa y me miró. - Este ejercicio sirve para ver las dependencias que tiene una persona. En tus primeras sesiones me imagino que te explicaron lo que significaba eso.

- No me acuerdo muy bien.

- Una persona no puede estar toda su vida dependiendo de algo o alguien, es más algunas veces puede ser hasta peligroso. Esto puede derivar en síndromes de Estocolmo o víctimas de maltrato de género o domestico o problemas con alcoholismo o drogas. Tu dependías de tu padre, es normal, quiero decir, era tu padre. Pero al perder lo te sientes tan vacía que intentas llenar ese hueco en tu corazón que dejó, por todos los medios. Mi trabajo va a ser que aprendas a vivir por ti misma, sin nada de lo cual dependas.

- Será un trabajo difícil, la fotografía para mi es algo imprescindible.

- Una cosa es que sea imprescindible y otra que dependas de ella. Nuestra siguiente sesión será el lunes que viene, ¿no? - Asentí. - Muy bien, me darás tu cámara y estarás sin ella todo el fin de semana.

- ¿Qué? Eso es una tontería... - Expresé.

- Puede serlo, pero veras como es ver sin fotografiar todo lo que ves. Simplemente quedándote con los colores, la situación, y lo más importante, las sensaciones. Algo que una tarjeta de memoria no puede guardar. A ver si así puedes apreciar el valor de la presencia en vivo, quien sabe. Es bonito recordar lo que algo te produjo y no verlo a través de la pantalla. Así podrías saber un poco más el valor de los momentos.

- Los momentos me dejaron de importar hace mucho. La fotografía siempre va a estar ahí pero la memoria se desintegra, las cosas se olvidan, no somos robots, no somos perfectos, no lo podemos saber todo y no lo podemos superar todo por arte de magia. Hace casi 3 años murió mi padre, entonces creía que el tiempo se pararía, me dejaría asimilarlo, creía que seria benévolo. ¡Pero no! ¡La verdad es que el tiempo avanza y avanza sin que te des cuenta! ¡La verdad es que no vas a tener ni un maldito día para respirar! ¡Al tiempo le das igual! ¡No le importas! ¡Lo único que le importa es que avance! ¡Se lo lleva todo a rastras! - Acabé gritando y llorando.

- Lo puedes ver de esa forma, o puedes darte cuenta de solo por el hecho de que el tiempo avanza no te tienes que preocupar por avanzar tu también, ya que lo hará solo. Si, ahora mismo lo ves todo con el vaso medio vacío, no puedes ver que la sombra que te acecha de tu pasado desaparecerá. Superarás aquellos sentimientos que te atormentan con el tiempo y madurando. La frase de "el tiempo no espera a nadie" es verdad, pero también es completamente verdad la frase de "el tiempo lo cura todo". Solo tienes que confiar en que lo hará. 




"Love is blind, deaf and fucking dumb"

You | Tamaki Amajiki × Lectora [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora