Baile

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Todo el cuarto piso estaba en silencio. ________ se detuvo frente a las oscuras puertas de bronce de la sala 402 e intentó serenarse. Tras unas angustiosas horas dándole vueltas y más vueltas a qué debía hacer, supo que no podría irse de la biblioteca sabiendo que él estaba allí esperándola. Quizá fuera una idiota. O quizá sólo tuviese curiosidad por saber qué haría Ignazio. O tal vez estaba enamorada de él. Nunca había sabido qué significaba esa palabra: «enamorarse». Ahora tenía claro que era una manera de decir en código «tengo una excusa para comportarme de un modo estúpido».

Recordó la última vez que había entrado en esa sala y había descubierto a una mujer desnuda abandonada al éxtasis con Ignazio detrás, sujetándola por las caderas, con la boca levemente abierta y los brillantes ojos mirándola directamente a ella. Apenas reconocía a la persona que era entonces. Y no quería volver a serlo. Accionó el picaporte, despacio.

Olía a humedad. No se había dado cuenta la última vez, pero el ambiente en la sala estaba cargado y no era del todo agradable. Pero se la veía tan encantadora como la recordaba por su rápida ojeada de aquella vez: la decoración clásica inglesa, los libros desde el suelo hasta el techo y, por supuesto, la robusta mesa de madera.

Esa vez, Ignazio estaba sentado y totalmente vestido.

-Cierra la puerta -le pidió.

________ se dio la vuelta y lo hizo. Se quedó paralizada con la mano sobre el picaporte, diciéndose que debía mantenerse firme. Le diría que había ido para decirle que se había acabado: no más regalos, no más mensajes, no más paquetes. No más sexo.

Él se levantó y se acercó a ella. Cuando sus pasos se detuvieron, ________ se dio la vuelta. Mantuvo la mirada fija en su torso, porque temía que, si lo miraba a la cara, perdería toda la fuerza de voluntad.

-¿Recuerdas la última vez que estuviste en esta sala? -le preguntó Ignazio.

-Sí -respondió, sin alzar la vista. Aunque había cierta distancia entre ellos, le llegaba su particular olor y eso hizo que deseara pegar su rostro a él, besarle aquel punto donde el cuello se encontraba con la clavícula.

-¿Qué viste? -preguntó.

-Yo... te vi practicando sexo con alguien.

-Estaba follándome a una mujer -afirmó-. ¿Y sabes qué pasó cuando te fuiste?

-No -susurró.

-Seguí follándomela. Pero imaginé que eras tú.3

________ casi se desmayó. Ignazio la sujetó de los brazos.

-Mírame -le pidió.

Ella lo hizo y aceptó que estaba perdida. Era tan guapo... Tenía los ojos fijos en ella, clavados en los suyos, se lo entregaban todo y le exigían lo mismo a cambio.

-Imaginé que eras tú la que estaba desnuda delante de mí, que mi polla se hundía profundamente en tu interior y que era de tus labios de donde salían los gemidos que me suplicaban más. Y entonces me corrí.2

_______ se alejó de él y avanzó hacia el interior de la sala. Respiraba con dificultad. Se acercó a la hermosa mesa y sintió que Ignazio se movía detrás de ella.

-Desde ese día, he deseado inclinarte sobre ese banco, tener a la de verdad.

Ella sintió que los dedos de él se movían sobre los pequeños botones de la espalda del vestido y se aferró al borde de la mesa. Sabía que debía decirle que parara, que cada segundo que pasaba allí restaría fuerza a todo lo que había dicho la noche anterior y aquella mañana. Se dijo que cedería sólo una vez más. Una última vez. Su vestido cayó al suelo.

La Bibliotecaria (con Ignazio Boschetto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora