Estas despedida

86 7 2
                                    

__________ se detuvo al pie de la escalinata de la biblioteca y luego se volvió para despedirse de Ignazio con la mano. Él bajó la ventanilla del Mercedes y le gritó:

-Te recogeré a las seis.

-Okey -respondió ella y vio cómo el coche negro desaparecía entre el tráfico de la Quinta Avenida.

Su mente flotaba con una euforia que no había experimentado nunca, pero su cuerpo no iba a la par. Le dolía todo, la espalda, los pies, los brazos, el culo. Frente al león de piedra Paciencia -¿o era Entereza?-, se ajustó las sandalias de tacón de tiras y el bolso sobre el hombro, antes de iniciar el largo ascenso hasta la puerta de entrada.

Pasaba del mediodía. Se había despertado con la alarma del teléfono a las siete, había llamado a Carlotta y le había dejado un mensaje diciéndole que no se encontraba bien y que iría un poco más tarde. A continuación, durmió hasta las once. Se despertó sobresaltada, se dio la ducha más rápida de su vida. Luego, Ignazio le señaló su armario, donde encontró una blusa y una falda de Prada con la etiqueta aún puesta. Se vistió rápidamente y, después, él condujo como un loco para dejarla en la biblioteca antes de la hora del almuerzo.

El vestíbulo de entrada estaba frío y silencioso. ________ inspiró hondo y se dijo que todo iría bien. La gente se ponía enferma. Tenía citas médicas. Entraba más tarde. Subió a toda prisa la escalera central con el candado saltando pesadamente contra su garganta. La puerta del despacho de Carlotta estaba abierta y ésta la vio de inmediato.

-Vaya, mira quién ha decidido levantarse de la cama y honrarnos con su presencia -exclamó.

________ tragó saliva con fuerza, consciente de que las palabras que su jefa había elegido no eran sólo un latiguillo, sino que eran intencionadas y, por si le quedaba alguna duda, el desprecio de sus ojos azules se la borró.

Carlotta se dio unos golpecitos en el bronceado muslo con la mano izquierda y el enorme diamante del anillo reflejó la luz del techo. ________ se descubrió observándolo fascinada.

-Lo siento muchísimo -se disculpó, obligándose a mirarla a los ojos-. No volverá a suceder. Ahora ya estoy aquí y puedo quedarme hasta tarde...

Carlotta le miró el cuello y entonces ella se dio cuenta de que estaba jugando con el candado. De inmediato, bajó la mano.

-Me has decepcionado profundamente -le dijo la mujer con frialdad-. Eras una de las mejores candidatas para el trabajo, pero sin duda no la única. Te contraté no sólo por tu expediente académico y las recomendaciones, sino también porque parecías el tipo de chica que daría prioridad a este trabajo por encima de todo lo demás. Que apreciaría...

-Y lo hago, Carlotta. Lo aprecio. He soñado con este trabajo casi toda mi vida. Estuvo motivándome durante los cuatro años de carrera. Y aunque puede que haya llegado tarde y faltado un día, eso no es indicativo de lo en serio que me tomo mi tarea aquí. He cumplido en el mostrador de préstamos y lo he hecho bien. Estoy comprometida al cien por cien con el premio de ficción. Yo...

-Estás despedida -la interrumpió Carlotta.

_________ la miró conmocionada. Algo en el rostro de la otra mujer le dijo lo feliz que se sentía por tener una excusa para despedirla y su sorpresa se convirtió en furia.

-¿Todo esto es realmente por mi trabajo? -preguntó, con el rostro encendido y el corazón desbocado-. ¿O tiene que ver con tus sentimientos por Ignazio?

-Puedes echarle la culpa de esto a lo que quieras. Pero sigues despedida. En cuanto a él, no es un empleado remunerado de esta biblioteca y yo sí. Yo contrato y despido según lo considero conveniente. Si me pones a prueba en esto, lo lamentarás.

La Bibliotecaria (con Ignazio Boschetto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora